SANTA MARÍA DE LABRADA, GUITIRIZ

En  el territorio de A Terra Chá, en el ayuntamiento de Guitiriz, se localiza esta pequeña iglesia rural de estilo románico, reconstruida en el S. XVII - XVIII que aparentemente pasa desapercibida, a no ser por el tesoro que guarda en su interior. Unos frescos góticos, de finales del siglo XV, principios del XVI. 



Formaba parte del antiguo monasterio medieval conocido como a Granxa, y del que hoy en día se conserva solamente la iglesia como parroquial de Labrada.


La primera noticia que tenemos sobre la feligresía data del año 1177, cuando Fernando II de León expidió un privilegio por el que donaba la granja de Labrada al MONASTERIO DE MONFERO.





En su portada, al oeste, destaca  la representación popular de la virgen, en un arco adintelado con hornacina, sobre el la espadaña de dos huecos para los llamadores.




 En su muro sur se conserva la puerta primitiva, y unas escaleras remodeladas para llegar a las campanas, ...





... así como un campanil en la cubierta en la unión con el presbiterio, obras del siglo XVIII.



El atrio se encuentra envuelto por un muro, al que se une un bonito CEMENTERIO GÓTICO.













Y dos CRUCEIROS que dan la bienvenida al oratorio.












En la restauración que se realizó en la década de 1990, fueron descubiertas unas PINTURAS MURALES que se disponen a lo largo de los muros de la nave, interrumpidas por las posteriores aperturas de ventanas y puerta.


Los frescos, se sitúan entre principios y mediados del siglo XVI. Según son más modernas, adoptan los fundamentos renacentistas, aunque dominan las fórmulas del gótico hispano-flamenco del siglo XV. Estas pinturas parece que fueron hechas por la mano de dos artistas, y muestran un sorprendente e insólito programa iconográfico y pictórico en Galicia.



Manteniendo el orden dispuesto y comenzando por el muro norte se aprecian: Una cenefa con la inscripción: “Estas obras fezo fazer f(...) bas”, la cual indica el nombre de uno de los iniciadores de la obra, el cual se desconoce debido al mal estado de la pintura.

Retrato de un ángel con los instrumentos de la Pasión, en concreto, la lanza y la cruz.
Cristo con la cruz a cuestas hacia el Calvario, acompañado de otros cuatro personajes que son soldados: uno vigila, otro le golpea con una vara y le tira de los pelos, otro le da un puñetazo en la cara y el cuarto tira de él por medio de un ronzal que lleva al cuello, como si fuese una bestia que va al matadero, puesto en paralelo con el Cordero del Sacrificio de la siguiente escena, convirtiéndose así en el símbolo de la Salvación.



San Juan Bautista con su nombre escrito, lleva largas melenas y barba, va vestido con su típica túnica de pelo de camello,...


 Es su imagen más típica como asceta en el desierto.

...y porta un libro con el Cordero Místico encima.


El dedo índice está señalando (este gesto proviene del Bautismo de Cristo en el que señaló al mismo diciendo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”). Así, señala a Cristo en su Calvario como Redentor.


Debajo, un tema profano. Lo que parecen ser dos animales difíciles de identificar, dado el mal estado de la pintura. Hay unas patas que parecen las de un gallo y los cuartos traseros de un cuadrúpedo. Todo parece indicar que es una fábula introducida por flamencos, en la que un zorro se las ingenia para ganar la confianza de un gallo, con adulaciones, con el fin de poder engullirlo, junto con el resto del gallinero. La moraleja es un aviso contra los embusteros y los hipócritas.


Sigue la escena del Martirio de San Sebastián, que parece ubicarse en un interior, en el que el suelo ajedrezado y multicolor no consigue efecto de perspectiva. El santo está atado a una columna gótica; un soldado, vestido como en la época de la pintura, le apunta con una ballesta; también hay otro verdugo que ha sido cortado por el vano de la ventana. Este santo tuvo una gran difusión en la Edad Media, se le atribuye el poder de detener las pestes.


Continua con la imagen de San Cristóbal cruzando las aguas con su bastón y el Niño al hombro: San Cristóbal era un bandolero que se convirtió al cristianismo y se dedicó a ayudar a viajeros a atravesar las aguas de un río peligroso. Un día hizo esto con un niño, pero cada vez pesaba más y tuvo que ayudarse de un tronco, el niño resultó ser Cristo. Se representa barbado, de gran tamaño, con el Niño en el hombro.


Apoyado en el tronco, el niño vestido con capa encarnada señalando al cielo y con la bola del mundo en la mano. Es protector contra la “muerte súbita sin confesión” o “mala muerte”: en la Edad Media se creía que, con mirarle, uno se libraba por todo el día de esa muerte, por ello se colocaba a la vista; en esta iglesia, su imagen se corresponde con la puerta lateral, de forma que es la primera imagen y la última que el fiel ve.


De nuevo una escena truncada por otra ventana. Se trata de un San Jorge atravesando con su lanza al dragón, sobre un terreno de piedras y agua que da una ligera idea de profundidad y en el que la princesa queda sobre un pequeño peñón.
Presenta su imagen habitual: caballo, armadura y lanza. Es el patrón de los caballeros y un santo cuestionado; su leyenda vino a través de las Cruzadas y se representó mucho desde el siglo XIII.



La princesa lleva un cordero, símbolo de Cristo, por el cual San Jorge vence, es decir, la fe vence al mal.



Le sigue el Bautismo de Cristo en el río Jordán. San Juan Bautista, vestido con hábito marrón, está echando agua por la cabeza de Jesús, que viste un paño.


Un ángel le sostiene una túnica marrón, color inusual ya que suele ser el blanco, símbolo de pureza. 



Suele ser habitual la paloma, que representa al Espíritu Santo, aquí no la vemos, aunque puede haber estado en la laguna sobre la cabeza de Jesús.



Finaliza la imagen muy deteriorada de Santa Margarita y con el nombre a sus pies. Lleva como atributos, el dragón que la devoró mientras oraba en la cárcel, y la cruz, con la cual le perforó el vientre para salir indemne de él.



Siguiendo por el muro sur: Dos pinturas cuyo deterioro nos impiden identificarlas, aunque tenían su nombre escrito.



 Una santa, probablemente mártir, y un santo.



Santiago Matamoros, con el estandarte y la espada. La imagen del Iacobus Miles Christi (“Jacobo Soldado de Cristo”) aparece a finales del siglo XI, nacido de la necesidad de una protección guerrera para los cristianos frente a la amenaza musulmana.



El caballo blanco, la túnica y los combatientes moros a sus pies, junto con el sombrero de ala ancha y las conchas, símbolos jacobeos, implica la fusión de dos imágenes: la peregrina y la ecuestre. Es una representación de gran belleza y calidad, con un tratamiento preciosista de los ropajes del santo.



También hay una extraordinaria recreación del artista en la representación de la violencia de la escena. Todo esto parece insinuar un lenguaje pictórico deudor estéticamente de las fórmulas flamencas, y aplicado a una imagen hispánica.



Del otro lado de la puerta, la Representación del Infierno: En ella los demonios “cocinan” las almas de los pecadores dentro de una gran olla, mientras que otros condenados esperan su tormento compungidos.





 Hay una excepción a la desnudez de los malditos, se trata de un personaje ataviado como obispo y una mujer con un tocado, que nos transmiten que la justicia divina llegará a todos los estamentos, clero y nobleza, y que no hay jerarquías ante los ojos de Dios.





 En el caldero hay siete almas, por lo que podrían simbolizar los siete pecados capitales.



Y siete almas femeninas, pues femenino es el género de los siete pecados. Representa esta pintura la justicia universal.


En el interior se conserva una vetusta pila bautismal...


... y un retablo del siglo XVIII,...


... así como estatuas de santos con devoción en la parroquia,...



... y antiguos confesionarios y bancos, como enseres.



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2 comentarios:

  1. Salvo las pinturas se parece mucho a algunas iglesias en Latinoamérica. Muy bellas.

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