GALICIA PUEBLO A PUEBLO: PUNTA DO RONCUDO, PONTECESO

A poca distancia del núcleo de población de Corme se sitúa la Punta do Roncudo, que debe su nombre al ronco estruendo producido por las olas al estrellarse contra las rocas de los acantilados.

En este entorno agreste, rodeado de piedras de granito y mar salvaje, se alza el FARO DO RONCUDO, encargado al ingeniero Francisco Godínez.

Comenzó a funcionar en 1920, balizando junto a su gemelo, el FARO DE LAXE, la boca de la ría.

Está formado de una única torre cilíndrica sin edificio anexo, de unos once metros de alto con escaleras interiores y una linterna.

El paso de las embarcaciones frente a este promontorio es una maniobra arriesgada, a pesar de la presencia del faro que las guía en su singladura por estas aguas traicioneras, es aquí donde acabaron sus días muchos barcos que navegaban por estas aguas y que no fueron capaces de sobrevivir a la Costa da Morte, convirtiéndose esta punta en un cementerio de decenas de barcos naufragados, como el barco austríaco Óscar en 1899; el pesquero Gladiator en 1907; el carbonero griego Anastasis en 1919; el buque mercante genovés Padova, el 4 de febrero de 1923; el cormelan Benigno Díaz en 1960; el pesquero de Ortigueira Nalda-Mar, el 24 de noviembre de 1972; el pesquero de Corme Liraña el 10-2-1973; el auxiliar de pesquero gallego Nueva Elvira en 1978; el Nueva Elvira en 1990 y el pesquero de Corme Siempre Perales ese mismo año, sucesos que salpicaron de dolor las puertas de las casas de algunos vecinos e hicieron vestir de luto al pueblo, mientras no cesaban de tocar las campanas de la iglesia.

Según cuentan, muchos de esos naufragios dieron nombres a las piedras que rodean el faro. Como el Petón do Millo, llamado así porque un barco cargado de maíz naufragó allí y dió de comer a toda la población durante meses.

Pero también, la fuerza del mar y las características de las aguas que baten las rocas de estos acantilados, nos obsequian, por su sabor y tamaño, con los mejores, más sabrosos y apreciados PERCEBES del mundo. Su difícil captura del “rey del mar y de los mariscos”, realizada por l@s expuest@s percebeir@s, en la mayoría de las ocasiones en condiciones extremas, está severamente regulada para no esquilmar un recurso que alimenta a muchas familias de la comarca.

Son much@s l@s que perdieron sus vidas intentando recoger este apreciado manjar. En su recuerdo reposan allí las conmovedoras CRUCES DA RIBEIRA.

Tres cruces de piedra en recuerdo del tío Poliño, de uno de sus hijos, y otra, la más reciente, de José de Carabel, muerto en presencia de su mujer, Rosa Sinto, cuando arrancaba percebes en el acantilado. Un homenaje a todos los desaparecidos en este mar tan indomable y que nos acuerdan porqué el percebe es caro. Sus viudas o descendientes siguen cuidándolas.

Debajo de las cruces está la roca que semeja la faz de un marinero vasco, evocando la numerosa y casi centenaria colonia cormelana en Trintxerpe, barrio de Pasaia, en Guipúzcoa.

Desde 1992, el primer sábado de julio se celebra la FESTA-EXALTACIÓN DO PERCEBE DO RONCUDO, este producto que hace de Corme un lugar conocido en todo el mundo. Durante todo el mes los percebeiros trabajan en las piedras para que el sábado, el pueblo de Corme sea tomado por gentes de toda Galicia en busca de ese preciado manjar. Es la mayor fiesta gastronómica de la provincia de A Coruña.

En la cara norte de la punta veremos el POZO DE CORME, una piscina natural en lo más salvaje de la Costa da Morte y a la que se debe acceder con mucho cuidado.

Bebe las aguas del Atlántico, es circular, profunda y la arena del fondo es fina y clara.

El agua se muestra turquesa, y las lapas, las anémonas, los mejillones y los percebes se pueden ver si el frío no te hiela los huesos antes.

En este entorno salvaje e increíblemente fantástico, lleno rocas de granito erosionadas por el viento, ampara una riqueza faunística y botánica típica de hábitats costeros y de acantilados.

Y como no podía ser de otro modo, desde aquí también hay unas excelentes vistas panorámicas de la ría de Corme y Laxe, de la villa de Laxe que se encuentra justo enfrente, de las tierras de Camelle y de Arou (Camariñas), y de las puntas que forman los cabos Veo y Tosto, complementando este maravilloso espacio natural.