Igualmente,
llaman la atención los numerosos escudos que muestran sus muros.
Al mismo tiempo que un magnífico reloj de sol.
En su interior gótico, son de admirar la bóveda principal y la
capilla mayor convertida en cuerpo central del actual crucero y presidida por
un retablo barroco.
Nos fijamos en otros retablos laterales: un retablo del Santo Cristo, de finales del siglo XVIII-XIX, ubicado en el muro este del brazo norte del crucero; un retablo de la Virgen del Rosario, del siglo XVIII-principios del XIX, en el muro norte de la nave; un retablo de la Virgen del Carmen, posiblemente de principios del siglo XX, en el muro este del brazo sur del crucero; y un retablo de Santa Ana, del último tercio del siglo XIX-ca.1883, en el muro sur de la nave.
Así, como en una curiosa pareja de pilas de agua bendita, posiblemente de la segunda mitad del siglo XVIII, en el muro oeste de la nave.
Y también llamó nuestra atención un exvoto pictórico, de la segunda mitad del siglo XVIII, en el muro del Evangelio.
Como curiosidad, señalar que también existe una colección maravillosa de este tipo de ofrendas en el cercano SANTUARIO DE PASTORIZA (Arteixo), ...
... y en la mucho más lejana IGLESIA DE SAN SEBASTIÁN DE LOS CABALLEROS (Toro, Zamora).
En el siglo XVII, el templo se decide
convertir en panteón de sus patrocinadores. Así, a la edad do 39 años, D. Gonzalo
de Valladares y Sarmiento decidió ocuparse de su sepultura y la de su mujer María de Ozores
y Silva de Sotomayor, hija del conde de Amarante. Para ello adquiere dos estatuas yacentes al
monasterio de SANTO DOMINGO DE SANTIAGO
(enlace a nuestra publicación) y contrata con el maestro de cantería Leonel de
Aballe
en julio de 1622 el traslado de las piezas desde Compostela hasta Cambados y
las modificaciones necesarias en las mismas para adaptarlas a su emplazamiento
en la iglesia. Su interés, sin embargo, es grande por su azarosa historia (nunca
llegaron a ser utilizados por quienes los encargaron ni por sus herederos
directos), por documentar un nuevo yacente armado gallego de la segunda mitad
del siglo XV y por la postura durmiente del bulto femenino, rasgo no demasiado
frecuente aunque de antigua raigambre en la escultura funeraria.
Los interesantes monumentos funerarios de los Valladares, están emplazados en los muros occidentales de ambos brazos del crucero, recinto construido por Gonzalo de Valladares hacia 1618, y responden a la extendida tipología de arcosolio y yacente. Los arcos son de medio punto que encajan perfectamente en los modelos habitualmente empleados en la arquitectura gallega de principios del siglo XVII. Son monumentos sencillos, con escasa decoración, muy lejos de la complicada imaginería religiosa de los sepulcros medievales y de la carga alegórica de los del Renacimiento, aunque no carecen por completo de simbolismo en la exaltación de la condición militar de Gonzalo y de su linaje por medio de la heráldica, e incluso de referencias cultas al "sueño de la muerte".
En el lado de la Epístola (hoy capilla de la Virgen del Carmen), está el de GONZALO DE VALLADARES Y SARMIENTO, mostrando una estatua yacente de caballero armado que reposa en un lecho mortuorio apoyando la cabeza en un almohadón.
Viste armadura completa y cubre su cabeza con una celada que muestra la visera levantada dejando ver un rostro genérico duramente modelado. Sus brazos aparecen ligeramente flexionados y las manos reposan en el faldaje de launas, la izquierda sujetando la espada y la derecha el puñal.
Las piernas están extendidas y los pies, guarnecidos de escarpes, apoyados en el costado de un perro, aparentemente un galgo o un lebrel.
Tras el yacente se encuentra una figura orante
arrodillada, de menor escala y de estilo claramente posterior. Según la memoria popular fue encontrada en la
década de 1960 y colocada en el lugar que pareció más apropiado a los
descubridores . Chamoso Lamas, el primero en mencionarla y reproducirla,
conjetura, sin precisar más, que pueda ser un familiar de Gonzalo, tratándose
probablemente de FADRIQUE DE VALLADARES,
segundo hijo varón de Gonzalo, que falleció en 1665 y fue enterrado en San
Benito según se afirma en el testamento de su hermano Fernando y en la oración
fúnebre que en los funerales de Fadrique pronunció Fray Juan de Landa.
Como es frecuente en la escultura funeraria,
y en este caso obligado al tratarse de una pieza reutilizada, se excluye
cualquier intento de individualización fisonómica, ya que la identificación del
difunto está garantizada por las inscripciones y la heráldica.
En el lado del Evangelio (actualmente capilla del Cristo) se encuentra el de MARÍA DE OZORES Y SILVA DE SOTOMAYOR, al que le faltan la toca en punta, quizá recortada para encajar la estatua en el arco, y el rosario que, como dice el contrato de adquisición, llevan los tres yacentes femeninos conservados en Bonaval.
Vestida con hábito y manto monjiles, María aparece recostada sobre una almohada y se vuelve ligeramente hacia el espectador flexionando el cuerpo por la cintura. El brazo izquierdo, cruzado sobre el pecho, sujeta bajo él un pliegue del manto mientras que el derecho recoge también el manto y se alza hacia la cabeza acercando la mano a la mejilla en un gesto empleado frecuentemente en el arte para representar el acto de dormir que aquí hace alusión al "sueño de la muerte" mencionado también en la inscripción de la yacija.
Los "letreros", como se les suele
denominar en los siglos XVI-XVII, son en este caso dos, ambos en la tumba de
María Ozores. Uno, en el fondo del arcosolio funerario, adopta la forma de
tarjetón enmarcado por lambrequines y sostenido por dos hombres desnudos, a la
manera de los salvajes tenantes de escudo tan populares en los siglos XV-XVII.
El texto de la inscripción es el siguiente: AQUI YACEN LOS MUI ILUSTRES
SEÑORES DESTA CAPILLA CASA I VILLA HIÇOÇE ANO DE 1415 REEDIFICOSE POR D.
GU[NDISALVUS] VALLADARES I DONA MA[RIA] OZORES I SILBA ANO DE 1618.
El segundo epígrafe se encuentra en el frente
de la yacija de Mª. Ozores en el interior de una orla ovalada con florones, muy
estropeados, en los vértices. El dístico latino que contiene dice así: IHS HIC GONDISALVUS MA[RIA] CUM CONIUGUE
DORMIT DULCIS ENIM SOMNUS MORS MANET IPSA BONIS [aquí duerme Gonzalo con su
esposa maría pues la muerte reservada a los justos es tan solo un dulce sueño].
En mayor medida que las inscripciones,
resultan imprescindibles en los monumentos funerarios de la Edad Media y el
Antiguo Régimen los emblemas heráldicos que identifican a sus propietarios como
pertenecientes a un estamento superior que hace del nacimiento y del linaje la
razón de ser de sus privilegios y que aspira a perpetuar la memoria familiar
con iconos fácilmente reconocibles por todo tipo de públicos, incluyendo al
pueblo iletrado que no podía leer las inscripciones ni apreciar los versos
latinos.
En el frente de la yacija de Gonzalo, un
escudo de alianzas partido y cortado en dos exhibe en sus seis cuarteles las
armas de los Valladares (jaquelado), Sarmiento (13 roeles), Figueroa (5 hojas
de higuera), Sotomayor (3 franjas ajedrezadas), Meira (2 torres y 2 candados) y
Mera (3 fajas), llevando en bordura las ruedas de los Camba. Se alude con ellas a todas las
ascendencias de la casa de Valladares siendo especialmente significativas las
de los Camba y las de los Meira/Mera, cuyos antiquísimos orígenes,
especialmente en el caso de los Meira, fueron desde el siglo XV reivindicados
por los Valladares como prueba de la nobleza y abolengo de su linaje.
En el fondo del arcosolio un escudo de cuatro
cuarteles timbrado con corona, muestra las armas de los Valladares, Sarmiento,
Figueroa y Sotomayor, los cuatro entronques principales de la casa.
Estos entronques se reducen a los dos esenciales (Valladares y Sarmiento) en el escudo partido del arcosolio de la tumba de Dª. María, sostenido por sirena coronada, emblema de los Mariño. La ausencia del león rampante de los Ozores y de toda alusión a los Silva, es decir, de cualquier referencia heráldica al linaje de la difunta, lleva a pensar que este escudo, como el del fondo del arcosolio de Gonzalo, procede de otro lugar y probablemente sea de una época distinta de la de ejecución de los monumentos. Quizá se trate de piezas de la época de Fernando de Valladares, hijo de Gonzalo, ya que, aunque los timbrados con corona no corresponden en heráldica a los títulos nobiliarios de la casa, sabemos que Fernando los utilizó, en los escudos de la fachada de su PAZO DE FEFIÑÁNS (enlace a nuestra publicación) puesto que su graduación militar se lo permitía.
TODA LA INFORMACIÓN INCLUIDA EN ESTA PUBLICACIÓN, HA SIDO RECOGIDA DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
https://cambados.es/es/item/iglesia-de-san-benito/
EL PANTEÓN DE LOS VALLADARES EN LA IGLESIA DE SAN BENITO DE FEFIÑANES (CAMBADOS). NUEVA FILIACIÓN ESTILÍSTICA Y CRONOLOGÍA DE LOS YACENTES Julio l. González Montañés.
https://www.xunta.gal/dog/Publicados/2012/20120917/AnuncioG0164-100912-0001_es.html
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