La huella de la Edad del Bronce (1.800-600 a.C.) se materializa en los
petroglifos, grabados rupestres al aire libre. En Boiro se distribuyen por las
faldas de los montes Deira y Pedroso. A falta de realizar una prospección
exhaustiva, en esta gran área podemos encontrar algunas de las insculturas más
significativas del Bronce.
En el lugar de Cespón y ascendiendo hacia el caserío de Cubeliño se
hallan dos valiosos testimonios artísticos: el famoso CRUCERO DE CUBELIÑO “de capela”, que Castelao
dibujó para su estudio sobre las cruces de Galicia y esta PEDRA DA CABRA,
sobre la que tatuados, pastan y deambulan dos ciervos, fantástica muestra del
arte rupestre.
Fue uno de los primeros petroglifos dados a conocer de la Comarca da
Barbanza, siendo publicada en 1928 una primera descripción sobre este en la revista Nós (boletín mensual
de la cultura gallega), por los investigadores Florentino
López Cuevillas e Fermín Bouza Brey.
La roca del tatuaje, que se dispone en declive, es como un trozo de suelo
arcaico. Su grabado pertenece a los tiempos del cobre y se compone de dos
grupos: las insculturas extraordinarias de dos zoomorfos astados y un conjunto
de nueve cazoletas.
Las figuras zoomorfas, posiblemente dos ciervos, uno de ellos incompleto, presentan los cuernos ligeramente curvados e inclinados hacia atrás. La figura que se representa en la parte superior es la de mayores dimensiones, alcanzando una longitud de 45 cm y unos 52 de alto.
No resulta difícil errar cuando las incisiones en la roca han sido devoradas
por el tiempo y el tránsito de los visitantes. Los dos ciervos certifican una
vez más la fauna que habitaba por tales días los bosques de Galicia. Visitar
esta piedra y sus astados es un incitante viaje al ayer.
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