Se trata de uno de los proyectos arquitectónicos más antiguos del
ayuntamiento. El primer amago de construcción lo encontramos en el año 1334,
siendo este impulso de una herencia demostrada en el testamento de Rui Soga.
Seguidamente en 1597, el V conde de Altamira, Lope Osorio de Moscoso, daría una
rica cantidad de dinero como ayuda para continuar con las obras, en este caso
del nuevo retablo. El edificio originario medieval sería sustituido por el
actual hacia 1731, continuando con su construcción en los años sucesivos.
Tanto
es así que, según cuenta la leyenda, algunas de las piedras con las que la
iglesia se continuó construyendo al igual que sucedería con la capilla de Santa
Minia en la misma parroquia, podrían pertenecer a las propias TORRES DEALTAMIRA, en completa ruina tras los incendios y el abandono total da
fortaleza.
Sea verdad o no, la fachada pétrea de San Félix es estrictamente sencilla, destacando en ella únicamente la puerta flanqueada por pilastras estriadas y sobre la cual descansa un nicho con la imagen del patrón, San Félix (San Fíns). Al lado izquierdo de esta, se levanta la torre de las campanas, a una altura considerable que permite visualizarla desde varios puntos de la parroquia.
Pero a esa sencillez exterior se contrapone la majestuosidad interior.
Con una planta de cruz latina y nave única central abovedada, se presenta una
iglesia cuyo tesoro se encuentra en los retablos. Entre ellos el principal es
el del presbiterio, fechado entre 1735 o 1737 y perteneciente al hacer de Luis
Parcero. Una verdadera joya barroca dividida en dos cuerpos y tres espacios,
destacando en el del medio el conjunto del sagrario, un expositor y un
relicario dedicado a San Félix. Todo ello acompañado en el resto de los
espacios por ricas hornacinas habitadas por las imágenes de Santo Antonio de
Padua, San Félix, San Clemente, San Roque, la Virgen del Rosario y San
Domingos, en una rica estructura barroca donde
las columnas salomónicas dividen los espacios así como elementos que
decoran y dan ese juego de luces y formas tan propias del estilo del XVIII.
Fuera del retablo principal, también tenemos la de San José datada en
1685, dos vírgenes del Carmen, una de finales do XVIII y otra de 1930 e un
Cristo Moderno del siglo XX.
Finalmente, en cuanto a las piezas de orfebrería, encontramos un viril de
finales del siglo XVI de estilo manierista que se cree donación del cardenal
Baltasar de Moscoso, hermano del conde VI de Altamira; una cruz procesional de
mediados del XVIII o un cáliz neoclásico de finales del XVIII.
Según consta en la documentación correspondiente, el vecino de Lamiño, Don
Luís Tobío, decidió a principios de agosto do 1848, traer de Cádiz a esta
iglesia parroquial, los restos de Santa Minia.
En 1849, el arzobispo, tras numerosas
peticiones de párrocos y vecinos entre los cuales vuelve a estar presente el
nombre de Luís Tobío, autorizó la construcción de una capilla propia.
Junto al templo se levanta la CASA
RECTORAL en cuyos muros sobresale un bonito reloj de sol.
En los accesos a este interesante conjunto destacamos también el CRUCEIRO
con un artístico altar delante y dos grandes piedras troncocónicas que podrían
proceder de las vecinas torres de Altamira.
Está sobre plataforma triangular de
tres escalones, y tiene una basa de la que sale el fuste.
El capitel tiene
volutas angulares y en medio de cada una unos querubines con las alas
recogidas. La cruz de sección circular con nudos imitando la madera, muestra un
Cristo con amplio paño de pureza, y acompañado por detrás por la Virgen
Dolorosa con las manos cruzadas sobre el pecho. El crucero fecha en la segunda
mitad siglo XVIII.
INFORMACIÓN RECOGIDA EN LOS SIGUIENTES ENLACES
http://www.planeamentourbanistico.xunta.es/siotuga/documentos/urbanismo/BRION/documents/0078CA012.PDF (pag. 44 a 53)
¿Me pareció ver una gradicela?
ResponderEliminarSeguramente así sea, pues en los templos se solía poner en las puertas de acceso al atrio, para que no entraran los animales. En mis fotos del lugar no la tengo! Un saludo!
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