Dentro del núcleo urbano, en un alto sobre el mismo puerto, encontramos
la joya de la Villa, la Iglesia de Santa María de la Atalaia, asentada sobre un
amplio atrio formado por altos muros de piedra sobre los que se asentaba en el
pasado unos cañones defensivos. La iglesia y su atrio funcionaron como atalaya
de vigilancia y defensa contra la entrada al puerto de cualquier barco o flota
sospechosa.
De finales del siglo XV, esta iglesia fue ampliada, ya que en un principio solo poseía la capilla mayor realizada en el primer tercio del siglo XIII, por Doña Urraca de Moscoso por expreso deseo de su madre Doña Juana de Castro y Lara, añadiéndole a dicha capilla una nave rectangular y años más tarde una torre campanario. Con la orientación tradicional de los templos romanos, cabecera hacia el
este y pórtico hacia el oeste y de estilo gótico marinero en su mayor parte,
esta iglesia presenta un cuerpo compuesto por sencillos muros y una interesante
decoración externa.
En la fachada principal o pórtico encontramos la puerta de entrada a la
iglesia, ojival y de estilo gótico con arquivoltas o molduras dóricas.
En el muro sur y entre dos contrafuertes se abre una puerta rematada en
arco apuntado sobre la que descansa una imagen gótica de piedra de la virgen
realizada a finales del siglo XV.
Un poco más adelante se levanta la escalera pétrea de acceso a la torre
campanario (siglo XVI) con tres relieves góticos en su balaustre realizados en
la segunda mitad del XV.
El relieve inferior nos muestra a la Virgen Santa Ana
e al niño, el central representa a un Fraile Franciscano, y el superior a un
Ángel.
En el muro norte y también entre los otros dos contrafuertes de la nave
se abre una tercera puerta dintelada por un relieve de la resurrección,
probablemente de principios del siglo XVI.
En el atrio se conserva un bonito CRUCEIRO que presenta un pedestal con cuatro peldaños
octogonales. Su basa en forma piramidal, es minúscula y de ella arranca un
alargado fuste coronado por un sencillo capitel. La cruz es cilíndrica y en
ella aparecen, en el anverso la imagen de Cristo y en el reverso la Virgen.
El interior la parte más destacada del templo. En el podemos observar la
composición de la planta, formada por la nave, y la capilla o presbiterio. El
techo de esta capilla mayor se cubrió con una sencilla bóveda gótica de
crucería.
El arco apuntado de estilo gótico que da acceso a la capilla desde la
nave se asienta en semicolumnas pareadas de capitel común, sobre las que
podemos observar dos escudos heráldicos en los que se puede apreciar el blasón
de los Castro, representado por seis roeles, e el de los Lara, dos pequeñas
calderas, pertenecientes ambos al linaje de Doña Juana de Castro y Lara.
En el altar mayor podemos observar: Una imagen medieval de la Virgen de
la Atalaya, y un Cristo pantocrátor del siglo XIV. Además podemos también
observar varios pequeños altares con diferentes imágenes de los siglos XVII e
XVIII.
La obra más destacada es un friso cuya autoría sigue siendo un misterio,
pero no el significado, el valor histórico y artístico y la inspiración de las
cinco escenas -la resurrección de Cristo, su descenso al Limbo, su aparición a
la Virgen, las Santas Mujeres ante el sepulcro vacío, y la aparición ante María
Magdalena- que contiene esta obra de 4,5 metros de largo por 1,7 de ancho, que
salió a la luz en 1955, cuando un rayo destruyó el retablo posterior que la
había mantenido oculta durante dos siglos.
A lo largo del templo podemos contemplar en el suelo diferentes tumbas.
En el altar mayor y con el símbolo de una corona podemos ver las tumbas de los
primeros Moscoso. En la nave principal podemos contemplar una imagen gótica en piedra de
Santa Inés, donación de la hermana mayor de Doña Urraca, Doña Inés de Moscoso a
finales del siglo XV o principios del XVI.
Como historia muy recordada en este puerto fue lo acontecido el 19 de
diciembre de 1830, cuando el buque ingles “Adelaide” al entrarse en la ría para
buscar el abrigo en el puerto de Laxe de un temporal existente aquel día.
Procedía de Bristol con rumbo a Las Antillas e iba al mando del capitán
Guillermo Dovel, solamente él y un marino, pudieron salvarse. Al día siguiente
fueron apareciendo los cuerpos sin vida del resto de la tripulación en el Cabo
da Area. Entre los muertos se encontraba su mujer y su hijo. Durante años el
capitán Dovel volvía a Laxe para visitar su tumba y era habitual verlo pasear
triste y cabizbajo por la playa desde el puerto hasta cerca de donde está la
Roca del Indio.
INFORMACIÓN RECOGIDA EN LOS SIGUIENTES ENLACES
QUE TIERRA HERMOSA,QUISIERA MORIR Y DESPERTARME ALLÍ
ResponderEliminarGracias hugo. El mundo está lleno de paraísos, a mi me toco nacer en Galicia y por ello me considero un privilegiado. No porque sus tierras sean las más hermosas, sino, porque es un lugar en el que he podido disfrutar de una vida plácida. Un saludo.
ResponderEliminarLaxe me ha parecido un lugar muy acogedor especialmente por sus gentes y claro está por su paisaje y su magnífica iglesia al borde del mar que solo pude contemplar exteeirmente
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario!
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