MONASTERIO DE SANTA MARÍA LA REAL DE OSEIRA, CEA

 

En un natural y típico valle gallego, situado al norte de la provincia de Ourense y en donde se juntan tres de las cuatro provincias gallegas, podemos encontrar el Monasterio de Santa María la real de Osera que es, después de las CATEDRALES (enlace a nuestra publicación), el monumento arquitectónico más grandioso de los que podemos encontrar en Galicia.

Ursaria era el nombre con el que se conocía el actual río Oseira​, cuyo significado es país o tierra de osos (ursus en latín). Animal que posiblemente pobló el valle en épocas remotas, de allí la presencia de este mamífero en el escudo de armas del monasterio.​ Otra interpretación es que el topónimo Ursaria hiciera alusión al lugar abrupto donde se halla enclavado el monasterio, en un valle alto de la sierra de Martiñá.​ Idea expuesta originalmente por fray Tomás de Peralta en el siglo XVII: "El sitio es una montaña, cuyas inaccesibles cuestas, y empinados riscos causa horror al que las mira".

Pocos Monasterios tienen la suerte de contar con documentos básicos de fundación, como los tiene Oseira, redactados con todas las formalidades de rigor por los propios fundadores, en el momento preciso de iniciar su singladura monástica. Consta documentalmente su existencia en 1137, año en el que cuatro monjes, García, Diego, Juan y Pedro, lo ponen en marcha con el apoyo de los vecinos del lugar y la confirmación de Alfonso VII (su esposa está enterrada en la Catedral de Santiago, enlace a nuestro blog). El rey les otorgó las tierras a sus fundadores, con un diploma en el que se leían los siguientes párrafos: " Yo, Alfonso, por la gracia de Dios emperador de España juntamente con mi esposa doña Berenguela, con ánimo generoso, voluntad sincera y sin coacción alguna, por amor de Dios y en remisión de los pecados de mis padres y míos, hago carta de donación a Dios nuestro Señor, a la Iglesia de Santa María de Ursaria y a don García, electo abad de aquel lugar y a los demás monjes presentes y venideros que construyen el monasterio y viven en él observando la religión y regla de san Benito, toda aquella heredad mía y monte donde ahora se está construyendo el mencionado monasterio junto al río Ursaria..."

Se conoce su existencia desde 1137, pero poco después se convirtió en un monasterio dependiente de la Orden del Císter y en el año 1141 se instaló una colonia de monjes franceses enviados por San Bernardo. En el siglo XII vivió el anacoreta alemán San Famiano o Quardo, el primer miembro canonizado del Císter. ​En agosto de 1552 un incendio destruyó casi toda la obra románica y ojival, se salvó la cabecera y la nave de la iglesia. Se volvió a levantar entre los siglos XVI y XVII. ​ La invasión napoleónica no dejó sentir en Oseira su peso demoledor, como en otros monasterios, quizá por su situación alejada de las principales vías de comunicación y por ser difícil el acceso en aquellos tiempos. En el año de 1836, como consecuencia de la desamortización de Mendizábal, los frailes dejaron el convento, que quedó totalmente abandonado. Ello propició el expolio del lugar. Los monjes volvieron de nuevo en 1929, comenzando entonces su reconstrucción gracias a ​ don Florencio Cerviño González, obispo de Orense (1922-1941), quien a poco de tomar posesión de la diócesis y visitar el monasterio, concibió la idea de devolverle a la vida. Si bien todos los monjes han aportado su grano de arena a esa obra restauradora de Oseira, es de justicia reconocer que uno de ellos se lleva la palma, este fue el padre Juan María, cuyo nombre bien merece ser grabado con letras de oro al lado del Dr. Cerviño, puesto que ambos se completaron. También leímos que en los años de la Guerra Civil Española se reconvirtió en campo de concentración, y que los negocios del Monasterio fueron exitosos ya que el cava catalán no podía ser vendido, el fabricado en Oseira tomo bastante relevancia. No siguió igual suerte la fábrica de quesos, que tras surgir ciertas dificultades fue trasladada a Celanova en 1938.

El templo monástico, construido en las últimas décadas del s. XII y en las primeras del XIII, de amplias proporciones, está concebido para una comunidad respetable, lo que delata un número considerable de monjes, ya que es de las mayores iglesias de la orden en España. Por sus dimensiones el monasterio fue también conocido como "El Escorial de los Bernardos" o "EL ESCORIAL DE GALICIA", apelativo que también  se da al COLEGIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA ANTIGUA de Monforte de Lemos (enlace a nuestra publicación).

Entre las posesiones más antiguas y lucrativas que tuvo Oseira, podemos mencionar la villa y puerto de Marín. También hubo grandes abades, como dom Lorenzo (1205-1223), ascendido a la sede de Claraval, único español merecedor de tal honor; dom Fernando Pérez (1223-1232), antiguo deán de Santiago y Canciller mayor del reino; dom Fernando Yáñez, de gran relieve histórico por haber sido elegido para dar vida a la abadía de Alcobaça, en Portugal; dom Suero de Oca (1485-1512, personaje distinguido de la nobleza, pero perseguido por la desgracia y señor del prestigioso PAZO DE OCA (enlace a nuestra publicación).

El Monasterio de Oseira vio nacer en torno suyo una serie de edificaciones relacionadas con las actividades del propio monasterio que conforman hoy un pequeño núcleo urbano, a través del cual se llega al Monasterio traspasando el ARCO DE ACCESO, concebido a modo de arco de triunfo clásico. Es un gran vano de medio punto enmarcado por pilastras toscanas, con cornisas y remates moldurados. En el eje sobre el arco un escudo con corona real y lambrequines muy barrocos. Está rematado por tres estatuas de piedra, en el centro a Asunción y a los lados dos ángeles músicos. Es obra probable de fines del siglo XVII.


Allí se abre una amplia lonja o compás que se extiende ante las fachadas de la iglesia y monasterio.



La primera, de estilo herreriano y construida entre 1639 y 1647, se dispone a modo de telón o pantalla arquitectónica que cubre el frente de la iglesia medieval, compuesta de tres cuerpos verticales, completamente almohadillados. 

El cuerpo central con puerta rectangular se enmarca por un doble orden de columnas con nichos avenerados que acogen estatuas de San Benito y San Bernardo. 

Sobre la puerta, hornacina con estatua de la Asunción y a los lados dos escudos, uno de la Congregación de Castilla y otro del Monasterio con orlas de rica labra de sabor aun renacentista. 

Remata la fachada con un gran frontón curvo partido y en el centro un edículo coronado con frontón curvo; en el centro lleva un bien labrado escudo de la monarquía hispana, que en 1646 hizo el escultor y arquitecto Francisco de Moure, hijo. 

Las calles laterales originalmente sin huecos se prolongan verticalmente con las torres, que se componen de dos cuerpos cúbicos decrecientes y remate de pirámide octogonal.


La fachada del monasterio fue trazada y dirigida en su primera fase por Francisco Castro y Canseco, en los primeros años del siglo XVIII, dentro de un estilo barroco elegante y recargado. La fachada recibirá un cuerpo más siendo abad Fray Hermenegildo Pardo en los años 1775 y 1779, obra del arquitecto benedictino celanovés Fray Plácido Iglesias.  Sobre los maineles de las ocho ventanas, que enmarcan otros tantos balcones sostenidos por ménsulas ornamentadas representando ángeles, figuras grotescas y frutos decorativos, están los escudos de las órdenes militares españolas y portuguesas de origen cisterciense, en tanto que la barbacana se adorna con pináculos y estatuas pétreas de San Benito, San Roberto, San Alberico y San Esteban.

Dos pares de columnas salomónicas, con capiteles foliados, enmarcan dos escenas relacionadas con los grandes padres de la vida monástica San Benito y San Bernardo: la visión navideña de San Bernardo, y la penitencia llevada a cabo por San Benito en la cueva de Subiaco.

Sobre el arco, el escudo de Oseira, dos osos encaramados en un pino, entre dos figuras simbólicas de la vida y de la muerte, unidas por una cadena de piedra, hoy desaparecida, excepto los arranques.

Sobre el balcón principal, el escudo de la Casa de Borbón, con corona volada, sobre el cual se abre una hornacina que cobija las imágenes de la Virgen y san Bernardo a sus pies, casi de tamaño natural, en la escena de la lactación.

Corona todo el conjunto un artístico frontispicio, sobre el que se yergue la estatua de la Esperanza empuñando un áncora.  

Afortunadamente, en la última visita guiada que hicimos el 18/09/2021, pudimos fotografiar el interior de este impresionante conjunto, del que hasta la fecha sólo teníamos fotos exteriores, por lo que no habíamos hecho todavía la publicación.

Accedemos atravesando el vestíbulo, con bóveda de casetones, de entrada al monasterio, donde comunicado mediante una gran puerta de arco de medio punto, con el claustro que se denomina CLAUSTRO DE LA HOSPEDERÍA O DE LOS CABALLEROS, por estar en él las caballerizas que conforman una estancia arquitectónicamente interesante con una sobria bóveda de cañón y pesebres de cantería incrustados en el mismo muro.


Situado tras la fachada principal tiene una cronología larga de 1713 a 1759, y una mesurada composición de arcos de medio punto y ventanas rectas, entre pilastras con rica molduración. Siete arcos, el central más ancho y balcón en el segundo cuerpo, tienen las alas norte y sur, y nueve las otras dos. También a este claustro dan tres salas abovedadas con sencilla crucería, con nervios que arrancan directamente de los ángulos y se unen en el centro en una clave circular sin decoración. Son del siglo XIII y los únicos restos que se conservan del monasterio medieval.

Preside el patio una fuente que reemplaza a la que hoy adorna el ourensano Jardín de Posío.

La visita se detiene ahora en la ESCALERA DE HONOR, realizada dentro de concepciones herrerianas, en el abadiato de Freía Simón Rojo (1644-1647). Los 24 escalones se decoran en su frente con puntas de diamante que le dan elegancia. Hacia 1727-1730 se reedifica, siendo abad Fray Felipe Bravo. De entonces serán las cinco hornacinas adornadas con pilastras y cornisas dóricas con imágenes de Santos de la orden, de madera en su color, y de buena factura de estilo barroco. Preside San Benito, teniendo a su derecha a San Bernardo y al beato Eugenio III, en tanto que a la izquierda aparecen San Esteban Harding y San Martín de Hinojosa, fundador del Monasterio de Huerta


Frente al tramo principal de subida, está en el testero la efigie de San Famiano, monje del monasterio, en traje de peregrino. Una tercera actuación, se documenta los años de 1783-1787, entonces se rehace la bóveda de arista vaída con nervios. Se podría atribuir esta actuación al maestro de CELANOVA (enlace a nuestra publicación), Fray Plácido Iglesias, al igual que la fuente que está en uno de los ángulos de la zona superior, con el escudo del monasterio y decoración de placas.


Atravesamos hacia el CLAUSTRO REGLAR, DE LOS MEDALLONES o procesional por ser el itinerario de las muchas procesiones de la liturgia monástica y claustro de medallones por los que lo adornan.

Inicialmente existió aquí un claustro medieval y luego otro del siglo XVI, del que proceden los medallones que se aprovecharon como decoración del actual que se comienza hacia 1760 y se hace en el estilo barroco de placas compostelanas que estaban entonces de moda.


Tiene cinco huecos por planta en cada lado, los centrales del piso alto con balcón. Tapiados los arcos a fines del siglo XVIII, para evitar corriente, en el mes de septiembre de 1995 se volvieron abrir, ganando en esbeltez y belleza.



Los medallones representan los personajes tanto de la Orden como de la vida civil, héroes de la antigüedad con vestimentas militares y bufones. Denotan una mano hábil que se ha esmerado en lograr un conjunto de escultura muy notable.




En el centro una fuente, copia de la original del siglo XVI actualmente en la Plaza del Hierro de Ourense, la realizó el escultor Nicanor Carballo en 1997.





Desde este la visita se dirige a LA IGLESIA atravesando una puerta construida en el trienio del abad Antonio Fernández (1569-1572). De aro de medio punto, lleva su entablamento coronado por un relieve en forma de frontón que representa al Padre Eterno entre las figuras simbólicas de la Fortaleza y la Justicia. En las enjutas hay dos abultados círculos gallonados. Responde a un estilo renacentista muy difundido en estas décadas. Se podría adscribir esta obra al maestro Bartolomé de la Torre que se documenta trabajando para Oseira desde 1571 a 1592.


Esta es la construcción de época medieval más destacada de Oseira, joya de gran valor arquitectónico y ejemplar clave para el estudio del Cister en España, pues está considerada como una de las obras maestras de la arquitectura cisterciense en la península ibérica, con un característico estilo románico ojival; claramente influenciada por las iglesias de peregrinación. Se propone como fecha de inicio un año cercano a 1185, en el abadiato de D. García II, siendo la cabecera del templo lo primero obrado. La conclusión de la capilla mayor tendría lugar hacia 1195-1200. Las obras continúan en los años siguientes actuándose en el crucero que estaría terminado a excepción de la cúpula hacia el año 1200, y en las naves. La actividad constructiva es intensa en las primeras décadas del siglo XIII. La probable fecha de consagración en el año 1239 podría convenir como la del final de las obras. La arquitectura de este templo es una síntesis entre lo foráneo y lo local, que es un fenómeno muy presente en toda la arquitectura de la Orden. Tiene forma de cruz latina, con tres naves de notable longitud y siete tramos cada una. La central de mayores proporciones en ancho y alto, mientras que las laterales son bajas y sensiblemente estrechas.




La cabecera de grandes proporciones en su estado actual supone una alteración respecto a la que sería canónica para el plano inicial, al margen de otras alteraciones sufridas en época barroca. Consta de una capilla mayor semicircular, precedida de dos tramos rectos, en torno a la cual se desarrolla una girola, con siete compartimientos en la zona curva.

Preside hoy felizmente la capilla mayor, una imagen de LA VIRGEN DE LA LECHE sobre un sencillo basamento granítico. La imagen de un valor excepcional, por la rareza de este tipo de obras presenta a María sentada, sosteniendo al niño sentado en su regazo con la mano izquierda, mientras con la derecha le ofrece el pecho. Es de piedra policromada. Se puede datar la preciosa obra ursariense en el siglo XIII.

Vistosos y conservados in situ son los cuatro RETABLOS que se adosan a las columnas y forman arcos de triunfo a la entrada de la girola. Se hicieron siendo abad Fray Plácido Morriondo (1753-1756). El dorado y la excelente policromía la contrató en 1762 el pintor Simón Maceira en 18.000 reales. Empezando por la izquierda, el primero está dedicado a Santiago, peregrino, en talla delicadísima y encima el relieve representa al Apóstol orante ante la Virgen del Pilar. El segundo está dedicado a san Benito y el relieve representa la escena e la que el santo patriarca desnudo se revuelca entre las zarzas para vencer las tentaciones carnales. 


En el lado opuesto, el tercero es el dedicado a san Bernardo y a escena guarda paralelismo con el anterior. San Bernardo en un lago de agua helada para vencer idéntica tentación. Finalmente, el último retablo está dedicado a San Famiano, monje de la casa y la escena del relieve lo representa de peregrino, sacando como Moisés agua de una roca en Galese. El arco que los une remata en un pedestal con una estatua ecuestre en actitud bélica, que es tema muy del barroco.

En la GIROLA se abren cinco capillas, que originalmente tendrían planta circular precedida de un tramo recto. Estos ábsides románicos, a excepción de uno, fueron alterados en época barroca, convirtiéndolos en capillas que ya en 1782 y años sucesivos se ornamentan con cuidados retablos pétreos. 

Actualmente están dedicados estos retablos, comenzando por la derecha, a santa Catalina de Alejandría, la talla obra de Mateo de Prado, siglo XVII;...


... san Miguel, la imagen es de Mateo de Prado hacia 1650;...



...el central, con medallón con el escudo de Oseira, dedicado a Nuestra Señora, la imagen titular ha sido cambiada repetidas veces, la actual es una de bastidor, a los dos lados tallas discretas de sata Lutgarda y santa Gertrudis. 


 Le sigue el retablo dedicado a santa Teresa de Portugal;...



 ...y finaliza con el de santa Victoria mártir cordobesa, cuya imagen es obra barroca anónima de fines del siglo XVII.


El hemiciclo absidal se cubre con bóveda de crucería compuesta por ocho nervios de sección prismática compuestos de un grueso toro enmarcado por sencillas nacelas, que conforman siete plementos cóncavos.

Sobre el crucero se alza la airosa CÚPULA que se atribuye al monje Fernán Martínez, que figura en la documentación como maestro de obras del monasterio según Peralta; la fecha de su construcción sería el año 1282. Los gajos se exornan desde el siglo XVIII con representaciones pictóricas de monjes y abades santos o que alcanzaron notabilidad en la orden por haber ascendido al pontificado.

Decora profusamente, en las trompas hay cuatro relieves con santos de cuerpo entero de la Orden, enmarcados en una compleja molduración barroca sobre águila bicéfala: san Roberto de Molesmes, san Alberico, san Esteban Harding y san Bernardo. Llevan a sus pies cartelas que los identifican, sirviéndose de un antiguo dicho latino, que remendando a San Pablo, reconoce en ellos a los fundadores del Cister. Fr. Jacinto de Ayala, abad de 1666 a 1668, fue quien mandó colocar estos relieves.

san Roberto de Molesmes

san Alberico

san Esteban Harding

san Bernardo

En el testero del lado sur se abre la llamada Puerta de los Muertos, por estar próxima al cementerio monacal. Sobre la puerta se abre un gran ROSETÓN, conformando una especie de trébol de cuatro hojas.

A los pies del templo se dispone el coro alto sobre interesante bóveda con una cronología cercana a 1550.

Allí también se conservan dos hermosas pilas de agua bendita.


La barroquización del espacio interior del templo llegó a su máxima expresión con la campaña decorativa, que llena con pinturas prácticamente todos los muros de la Iglesia, sin dejar resquicio alguno. 

La temática es completamente religiosa, completándose con elementos meramente decorativos como son flores, formas geométricas, sartas de frutas. En 1762 el pintor Simón Maceira decora el crucero, con un programa denso de representaciones iconográficas, a modo de un retablo en el que se hacen figurar los santos más populares del momento y como es lógico también los de la Orden.







Accedemos ahora con la visita a la SACRISTÍA antigua, del primer tercio del siglo XVI. Se cubre con bóveda de crucería, cuyos nervios parten de ménsulas situadas a media altura, las del muro contiguo a la sala capitular están rozadas , probablemente para ubicar en este espacio algún armario para la abundancia de ornamentos que tuvo la casa. Las claves están ricamente decoradas y policromadas con escudos de la Orden, de los reinos de Castilla y León, formas geométricas y estrelladas.


En uno de sus extremos se conserva un armario de artísticas puertas con labores geométricas y policromadas, que debió ser el relicario.

En esta sacristía hay una portada clasicista con columnas estriadas que rematan en capiteles que llevan en su frente una cabeza de angelote, entablamento con frontón triangular en cuyo tímpano se abre una venera, rematan el ángulo y los extremos una carátula y dos candelabros. Es obra del siglo XVI avanzado. Junto a ella vemos el primitivo altar de la Capilla de San Andrés, de una sola pieza sobre un único pedestal.

Desde esta se accede a la muy importante y vistosa antigua SALA CAPITULAR, conocida popularmente como "sala de las palmeras". La planta y disposición de esta singular sala, construida con probabilidad en las últimas décadas del siglo XV o primeras del XVI, son las mismas que tenían las salas capitulares de los monasterios cistercienses medievales, es decir una planta cuadrada dividida en nueve compartimentos por medio de cuatro columnas centrales.





La originalidad se da, sobre todo en las columnas y bóvedas. Las columnas torsionadas y estriadas de molduras retorcidas, decoradas con flores cuadrifolias, se asientan sobre basas cilíndricas lisas y apean las bóvedas directamente sobre el fuste, sin capitel.




De los muros parten los nervios de ménsulas situadas a madia altura, unas con sencillas molduras otras con decoración caprichosa.

Las bóvedas son de crucería de nervios curvos y con abundante nervaturas que confluyen en claves con decoración en relieve, policromada con ramajes y caricaturescos rostros con intención meramente decorativa. Es clara la relación de esta arquitectura con tan marcada voluntad decorativa, con el estilo manuelino portugués.

Lo muros se articulan con arcosolios de medio punto que acogieron retablos con tableros en relieve, tal como relata Peralta; abundantes cajonerías y grandes espejos conformaron la decoración suntuosa de esta sacristía desde que en el año 1642 el abad Simón Rojo dio este destino a la antigua sala capitular.

Aquí vemos también una destacada Pila Bautismal.

Desde esta hermosa sala, la visita se dirige ahora a una zona abovedada muy curiosa, paso de comunicación entre el claustro reglar y el de los pináculos, que en el plano monástico canónico correspondería con el locutorio. La sencillez de su traza de sus ocho nervios, que se unen en una clave central circular carente de decoración, y su ubicación, nos invitan a situar su construcción en el siglo XVI. La curiosidad de la misma está en haber sido utilizadas para su plementería LAUDAS SEPULCRALES de los siglos XIV y XV, con escudos e inscripciones de nobles que se sepultaron en el monasterio.





Nos adentramos a continuación en el CLAUSTRO DE LOS PINÁCULOS, el más amplio y esbelto. Las obras de este gran claustro se inician en estas últimas décadas del XVI y no se concluirán hasta 1629. El claustro de los pináculos tiene solo tres alas, la del oriente, la del mediodía y la del norte. Carece del ala del poniente quizá para no privar de luz a la sala capitular. Las tres alas, muy estrechas y elevadas, se cubren con bóvedas de crucería, que descansan sobre pilastras apoyadas en contrafuertes lisos, sin más decoración que los pináculos en la parte más alta. 

En 1991 se arregló el patio y se colocó la hermosa fuente, obra del cantero Nicanor Carballo, es copia de la que se supone existió algún día en el mismo sitio, hoy en la alameda del Ourense.


En la esquina suroeste del claustro hay una puerta de medio punto que da paso a diversas dependencias no carentes de interés, casi en su totalidad desconocidas por estar al margen de los recorridos turísticos y pendientes del momento de su restauración, entre ellas podemos advertir posiblemente la antigua portería de la casa, la cárcel, diversos almacenes y sobre todo el antiguo refectorio, con bóvedas de medio cañón conservadas en perfecto estado.

En uno de los ángulos del claustro de medallones se abre una puerta tardo renacentista decorada con cabezas de querubines, que permite el acceso a la llamada ESCALERA DE LOS OBISPOS. Se denomina de los obispos por las imágenes de santos obispos y otros de la orden, que antaño ocupaban las hornacinas aveneradas que se abren en los lunetos en la parte superior. La bóveda es octogonal sobre trompas, que buscan la apariencia avenerada, cubierta con elegante crucería, apean los nervios en ménsulas que se decoran con cabezas de varones. Es del siglo XVI. Los peldaños y pasamanos reconstruidos en el siglo XX.



Ascendiendo esta la visita se dirige al REFECTORIO monástico, encuadrable dentro de la misma estética renacentista que no abandona soluciones aun góticas como son las bóvedas de crucería. Se construye hacia 1572. De planta rectangular, paredes lisas y vanos de medio punto, se cubre con tres tramos de bóveda de crucería, con claves decoradas con gajos y cuyos nervios parten de ménsulas con el mismo tipo de decoración. Esta es una de las estancias arruinadas tras la desamortización y reconstruidas inteligentemente por el P. Juan María, en 1978, que aprovechó y recuperó nervios y claves sustituyendo la pétrea plementería por otra de material conglomerado. En el muro derecho, en el segundo tramo se abre el hueco de un púlpito para la lectura durante las comidas. La base del mismo se decora con interesantes motivos renacentistas. Preside esta sala un Cristo del siglo XVI que llegó muy deteriorado, y la cabeza la hizo nuevamente así como las extremidades, inspirándose en el Cristo de la Vega de Toledo, el escultor-restaurador Luciano Fernández, de Toledo en el año 1987.


Bajamos por la escalera de honor antes mencionada y nos dirigimos al Lapidarium o MUSEO DE PIEDRA, una larga sala abovedada, quizás destinada a bodega, se han dispuesto cientos de restos pétreos, aparecidos en las obras de restauración del monasterio, los hay de época medieval, renacentistas y barrocos. Restos de laudas sepulcrales, pináculos y claves de bóveda y una larga serie de cañerías utilizadas por aquel entonces para la conducción de aguas y saneamiento. 



La visita apenas permite detenerse a contemplar detenidamente estas piezas.





Finalizamos la visita guiada en la Botica del Monasterio, ya que desde el primer momento de su existencia, el Monasterio de Oseira actuó como un centro de beneficiencia para atender a los enfermos, y los monjes de esta abadía ejercieron la beneficencia de forma proverbial, tal como emanaba de las enseñanzas de San Benito. De hecho, este recinto contó con un importante hospital, al frente del cual se encontraba un monje, el maestro del hospital, que debía ser enfermero o especialista en medicina.










  Ya en el exterior del templo, debemos destacar la CAPILLA DE SAN ANDRÉS, datada en torno a 1210-1215, estando desde luego terminada en 1239 ya que en esta fecha se consagra junto a la Iglesia Abacial. Se adosa al hastial norte del crucero. Es de una sola nave dividida en dos tramos de notables dimensiones, se cubre con bóveda de cañón apuntado. El exterior es de una gran simplicidad. En el lado oeste se abre la puerta de entrada con decoración muy esquemática. Tímpano liso sostenido por mochetas ornamentales en el frente con estilizadas hojas nervadas, capiteles y cimacios reiteran la decoración fitomorfa ejecutada con relativa tosquedad. En el siglo XVIII desapareció de ella el ábside semicircular en el cual se hallaba la imagen románica de Nuestra Señora de la Leche, que paso luego a la capilla de la Girola. También desapareció el primitivo altar que hoy se halla recogido en la sacristía, de una sola pieza sobre un único pedestal.

El destino de esta capilla, como ha probado el Dr. Valle Pérez, fue el servir de lugar de enterramiento de familias nobles como los Vilariño y otros linajes. Actualmente en la capilla de San Andrés se conserva el yacente de Abad Dom Arias. Nos presenta al personaje con hábitos monacales, portando un libro en la mano izquierda y el báculo de espiral muy cerrada en la derecha. Reposa sobre varios libros. Es obra gótica de los primeros años del siglo XV.

Foto de la página: https://www.mosteirodeoseira.org/monasterio/iglesia/13.jpg

Finalizamos nuestra visita a este magnífico conjunto monumental en el cercano campo de la feria, recientemente remodelado y convertido en un ameno lugar de ocio.











Aquí se conserva un interesante CRUCEIRO renacentista que se hizo en el trienio del abad Gaspar Madruga (1590-1593).





Más información:

Coordenadas: 42º 32' 18.0" N - 7º 57' 03.9" W

Horario de Visita

Reseña Histórica

Llegando a Oseira

Los Exteriores

Los Claustros

La Iglesia

El Interior

Obras Artísticas

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https://www.romanicodigital.com/sites/default/files/pdfs/files/ourense_Oseira.pdf

http://historiadegalicia.gal/2021/12/cando-os-monxes-de-oseira-utilizaron-presos-republicanos-para-reformar-o-mosteiro/

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