CATEDRAL, CORO PÉTREO - SANTIAGO DE COMPOSTELA

El coro pétreo fue un conjunto arquitectónico-escultórico románico de la CATEDRAL de Santiago de Compostela, tallado totalmente en piedra por el taller del Maestro Mateo y construido hacia el año 1200. Fue desmontado entre 1603 y 1604 por orden del arzobispo Juan de Sanclemente, para ser sustituido por otro de madera que encargó a Xoán Dávila y Gregorio Español, que fue desmontado a su vez en 1945. Castellá Ferrer, que alcanzó a conocerlo, lamentó su derribo: «Se ha deshecho el más lindo Coro antiguo que avía en España». Ya existió un coro, mandado levantar por el obispo Gelmírez en la basílica prerrománica de Alfonso III, derribada al terminar las obras de la catedral románica.


La técnica constructiva, el estilo de las esculturas, la composición del conjunto y la policromía, coinciden con el trabajo del PÓRTICO DE LA GLORIA y, como en este, se aprecia la mano de, por lo menos, cuatro artistas distintos bajo la dirección del maestro Mateo. A él se le atribuyen, como mínimo, cinco de las esculturas que coronaban la cara exterior: Jeremías, Abdías, Miqueas, Nahúm y Hageo. La terminación del Pórtico de la Gloria y el Coro Pétreo, permitieron que se consagrase la catedral en abril de 1211.


El coro constituía una compacta y amurallada Civitas Dei, un templo dentro del templo (en palabras de San Agustín) con un complejo y elaborado mensaje teológico (como el que tiene el Pórtico de la Gloria). Tenía una estructura rectangular en U abierta hacia el altar mayor, de 8 metros de ancho y unos 36 de largo, ocupando los cuatro primeros tramos de la nave mayor a partir del crucero. En los tres primeros tramos se encontraban los 72 sitiales (número que hace referencia a los primeros discípulos de Jesucristo), en dos filas superpuestas, mientras que el cuarto tramo estaba ocupado por una tribuna sobre la que se encontraba el leedoiro.

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Su organización arquitectónica, en dos sectores, era idónea para la salmodia dialogada que el cabildo practicaba en él. Se accedía al recinto del coro por una puerta abierta en el centro de la cabecera y la sillería la formaban asientos altos y bajos. Las sillas altas, reservadas a los clérigos de mayor dignidad en el cabildo, eran treinta y seis: quince a cada lado de los tres primeros tramos de la nave central; y seis, en la cabecera, con la puerta en medio. 


Otros tantos asientos correspondían a la sillería baja, destinada al clero de menor categoría, que no era más que un sencillo banco, mientras las sillas altas eran como tronos con temas iconográfícos y rica decoración en su remate. En la cabecera había una tribuna elevada, llamada «Iube» o «leedoiro», desde la que se hacían las lecturas litúrgicas y predicaciones a los fieles. Bajo esta tribuna se fundaron capillas en el siglo XIV. Cerraba el espacio coral un muro con arcadas ciegas y relieves que complementaban la iconografía del Pórtico de la Gloria al representar las murallas y accesos a la Jerusalén celeste. El coro estaría aislado de las naves circundantes —y del deambular de los peregrinos y el murmullo que producirían— por unas cadenas colocadas en 1288 entre los laterales del coro y la capilla mayor, creando así una Vía Sagrada que cerraba el crucero, un corredor que facilitaba el paso entre los dos recintos durante la celebración de los actos litúrgicos.


 Al derribarse el coro las piezas más significativas se reutilizaron en diversas obras, por ejemplo: la fachada de la PUERTA SANTA, pero la mayoría sirvió de material de construcción y de relleno, lo que posibilitó su recuperación, estudio y reconstrucción. Yzquierdo Perrin y Otero Túñez inventariaron en 1990 las siguientes figuras del coro, dispersas en diferentes localizaciones: 24 profetas y apóstoles en la Puerta Santa, más 4 plafones en la misma puerta;...



... 2 figuras más (el profeta Ezequiel y el apóstol Judas Tadeo) en el deambulatorio de la catedral, a ambos lados de la cara interna de la PUERTA SANTA;...


... 2 figuras en la Fuente de Vilanova, en Vedra;...


 2 figuras en el Museo Arqueológico Nacional, que fueron adquiridas en 1950 y en 1961 a sendos propietarios particulares y que procedían de una vecina de la calle de Acibechería, la primera, y de un pazo de la Comarca de Ulloa, la segunda; 3 figuras en la buchería de la catedral.​ Una de estas estatuas fue utilizada para la reconstrucción del coro situado en el museo; 2 figuras expuestas en el Museo de la Catedral, procedentes de la colección Blanco-Cicerón y cedidas al museo en 1985; Algunas piezas aparecieron en lugares tan insólitos como las estructuras de cierre de algunas tiendas situadas en la Plaza de Platerías, e incluso hay dos ménsulas que hoy sostienen una viga de una casa particular en la calle compostelana de la Fuente de San Antonio. Mención aparte merecen las seis figuras de niños cantores situadas en el friso del Pórtico de Platerías (sobre el tímpano derecho). Fueron colocadas allí por Antonio López Ferreiro en 1884, aunque en esa fecha se desconocía que su origen era el coro del maestro Mateo. Fueron atribuidas al Pórtico del Paraíso. 


Otras figuras de niños cantores fueron a parar a las jambas de la capilla de San Salvador de Bembibre (en Val do Dubra) o al pie de un crucero de Santa Cristina de Nemenzo, parroquia de Santiago de Compostela. Las primeras fueron recuperadas por Chamoso Lamas en torno a 1970 y utilizadas, en 1971, en la segunda reconstrucción de dos sitiales que hoy forman parte del coro reconstruido.

Doselete con sirena y una serpiente en sus patas.
Pareja de doseletes con figuras animales.
Fragmento del arco superior de la puerta de la cabecera del coro.
En 1953 el profesor Pita publicó los dibujos correspondientes a una silla y su fachada, sobre una sugerencia de Xosé Filgueira Valverde y José Ramón Fernández-Oxea. Ambos historiadores establecieron ya en 1932 el innegable paralelismo entre el sepulcro de la iglesia de la Magdalena, en Zamora y el coro de piedra de Mateo, del que deriva aquel. 

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En 1961, Chamoso Lamas reconstruyó un primer sitial que se exhibió en el Museo de la Catedral hasta 1970, año en el que Chamoso y Pita prepararon dos sillas que se expusieron en el mismo museo hasta 1985. Entonces los profesores Otero Túñez e Yzquierdo Perrín reconstruyeron tres sitiales con su fachada para una exposición de Europalia que tuvo lugar en Gante. Finalmente, entre 1995 y 1999 ambos profesores reconstruyeron parte del coro, gracias al generoso mecenazgo de la Fundación Pedro Barrié de la Maza. En los trabajos se utilizaron únicamente piezas y fragmentos pertenecientes al Museo de la Catedral; en los trozos que se labraron para completar las piezas incompletas se tallaron, incluso, las superficies de fractura en un granito diferente del original y se unieron mediante técnicas y materiales reversibles. Las piezas totalmente nuevas se dejaron abocetadas. 


El coro reconstruido consta actualmente de 17 sitiales, expuestos en el MUSEO DE LA CATEDRAL: 8 del lado sur, 6 de la cabecera y 3 del lado norte, estos últimos con su fachada exterior.

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Esta CARA EXTERIOR, formada por cuatro arcos en cada tramo, estaba rematada por figuras de apósteles y profetas centrados sobre los arcos, que alternaban con los torreones, centrados sobre las columnas. Es una clara evocación de la Jerusalén celeste según la visión de San Juan: "Me mostró la ciudad santa de Jerusalén... Tenía una muralla grande y alta y sobre las doce puertas los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel... se asienta sobre doce piedras que llevan el nombre de los doce apóstoles del Cordero". Las figuras miden unos 90 cm de altura y unos 45 de ancho. Todas están enmarcadas en un arco de medio punto tallado en el mismo bloque de la figura o en una losa colocada por detrás. Las figuras se distribuían en las fachadas norte (16 profetas —4 mayores y 12 menores—, todos con la cabeza cubierta) y sur (12 apóstoles y 4 evangelistas, todos con la cabeza descubierta y portando libros cerrados o pergaminos extendidos). Aquellos, los profetas, representaban el Viejo Testamento frente a los apóstoles y evangelistas que representaban el Nuevo. En la cara externa del trascoro (occidental) se disponían tres figuras a cada lado de la puerta, representando diversos personajes bíblicos. Para la reconstrucción de esta fachada exterior solo se disponía de 5 figuras, de las que se utilizaron de izquierda a derecha las de San Pedro, San Pablo, San Mateo apóstol y San Juan evangelista. La cara externa del coro, que daba a las naves laterales de la catedral, estaba formado por un muro ciego excepto en el leedorio, donde las arquerías estaban abiertas.


En el interior del coro se disponía la SILLERIA. La parte inferior de las sillas la forma un banco con arquitos ciegos que alternan con ménsulas vegetales en las que se apoyan las columnas que sostienen los plafones y doseletes.


Es posible que algunos fustes estuvieran decorados y en los capiteles se ven hojas y a veces, sirenas-pájaro. 




En ellos se apoyan unos dinteles, que funcionan como vigas pétreas, entre los que encajan los plafones. En éstos un círculo encierra una composición floral con botón.




Las sillas del coro estaban coronadas por una elaborada crestería de gran valor escultórico e iconográfico, formada por doseles coincidentes con los espacios de los asientos, alternando con estilizadas figuras de niños cantores que coincidían con el eje de las columnas. Estas figuras son todas semejantes, con una altura de 80-83 cm y una anchura de 18-21 cm, todas exentas menos dos que se esculpieron junto a otros motivos, en el mismo bloque, y que se supone que estaban destinadas a los primeros módulos de cada lado.



Los doseles estaban formados por un arco trilobulado sobre el que se levanta un torreón. Bajo los arcos se talló un completo y detallado bestiario medieval con animales mitológicos (dragones, sirenas, grifones, centauros, basiliscos) o reales (un águila y un león). 





Solo en un caso hay representación humana: dos hombres luchando con unas sirenas a las que estrangulan. 



Cada módulo, de 88 cm de alto y 82 cm de ancho puede estar formado por un solo bloque de piedra o por dos elementos simétricos; en el primer caso la figura representada puede ser única o doble, esta última la construcción más común, con figuras enfrentadas.






Las figuras infantiles en pie, con largas cartelas en sus manos, representan la inocencia de quienes cantan las alabanzas del Creador, en contraposición al cántico engañoso de las sirenas y a los vicios simbolizados por los animales. Una cornisa con hojas y bolas remata esta magnífica crestería, a la que la policromía a base de rojo, blanco, negro, azul y oro, de la que quedan restos, daba mayor realce.


El trascoro tenía a la izquierda las imágenes de Moisés, Aarón y Samuel; y a la derecha las de los reyes de Judá: Saúl, David y Salomón. Las dos figuras de las ménsulas del tímpano, más las otras dos de las enjutas podían representar a los cuatro profetas más relacionados con la Epifanía, la manifestación de Dios a los gentiles, que ocupaba el centro. A la izquierda del tímpano estaría un delicado relieve representando a los tres caballos de los Reyes Magos, cada uno de un color diferente, saliendo de una torre o ciudad fortificada que se identifica con Jerusalén. Este relieve se conserva hoy en el Museo de las Peregrinaciones. En el lado derecho de esta Epifanía se supone que estaría un relieve de la Anunciación, por paralelismos con otros tímpanos góticos foráneos y gallegos de la misma o posterior época; no se recuperó esta pieza ni ningún fragmento que pudiera pertenecer a la misma.

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