El Faro de A Guía, también conocido como Faro de la Punta, se sitúa en un
entorno natural desde el cual se pueden descubrir impresionantes panorámicas de
la ciudad olívica, de su RÍA, del PUENTE
RANDE y en días despejados de las
ISLAS CÍES y de la costa
del Morrazo. El faro construido aquí, fue el segundo más antiguo de los
construidos en Galicia, tras el milenario faro de la TORRE DE HÉRCULES.
El Faro de A Guía se sitúa entre la denominada Punta do Areiño y el
principio de la Senda Litoral del Monte da Guía, en el barrio de Teis. El
entorno fue rehabilitado en el año 2010, y ahora tiene un bonito paseo marítimo
(Travesía de Espiñeiro) de unos 700 metros bastante transitado por paseantes,
familias, ciclistas y deportistas. A pocos minutos del faro nos podemos
encontrar unas pequeñas y solitarias calas, pequeñas playas como A Lagoa o la
de A Punta, y un paseo a través de una senda botánica donde destacan pinos y
robles. Como curiosidad también podremos conocer un pequeño islote rocoso con
un nombre de lo más peculiar, la ILLA CABRÓN.
La localización donde se construyó el actual faro fue desde siempre un
enclave estratégico para la vigilancia de la costa y la defensa contra los
invasores y piratas que asolaron durante siglos nuestra geografía. Así lo
confirman los restos arqueológicos encontrados, tanto en los años 50, cuando se
iniciaron las excavaciones de la edificación de la ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE LA GUÍA, que actualmente reposa sobre una antigua y
desconocida construcción fortificada del siglo XVI; como los distintos castros
de la zona.
Llama la atención que este primer faro de época más reciente, se
proyectara dentro de la ría de Vigo y no en uno de los peligrosos salientes de
la costa gallega. La razón no fue otra que los intereses de dos comerciantes
locales que en 1842, con la entrada en servicio de los buques de vapor y el
auge del comercio marítimo en el Atlántico,
presionaron a las autoridades, vía el consulado inglés en Galicia, para
que se corrigiera la deficiente señalización del puerto de Vigo. La historia la
cuenta el doctor en Historia del Arte Jesús A. Sánchez García en su libro
“Faros de Galicia”.
En realidad, la pretensión de los dos consignatarios de vapores ingleses
era instalar una luz en el balcón de su casa para guiar a los buques, pero con
buen criterio aquella idea fue desestimada y se decidió instalar dos luces que guiaran
la entrada a la ría de Vigo: una en A Guía, y otra en las Cíes. Se reconocía
así la importancia creciente del puerto de Vigo y —más importante aún— las
autoridades se congraciaban con los países europeos con representación
diplomática en Vigo y ofrecían una buena imagen de España en el extranjero.
El faro de A Guía se encendió en abril de 1844 y sirvió de iluminación
para el puerto y como guía para los buques que desembarcaban tripulantes o
pasajeros con graves infecciones en el fundado LAZARETO DE SAN SIMÓN, al fondo de la ría. El faro actual, una torre cilíndrica revestida de
azulejos blancos y con tres ventanas rectangulares, no es el original, sino que
se levantó junto a la primera torre a principios del siglo XX. Tuvo también una
caseta de servicio adosada, pero ésta desapareció con el tiempo. Ahora, tras la
construcción de un paseo marítimo a su lado, el
faro está protegido por una valla, lo que lo salva de los ataques
vandálicos.
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