Bucear en los orígenes de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol, llegar a
comprender su posible entronque histórico con los de Bretoña o Dumio, es tarea
harto difícil. Está fuera de toda duda que en el siglo IX -antes del año 877 y
después del 866- Sabarico se otorga el título de obispo de Mondoñedo y tiene
por sede el MONASTERIO
DE SAN MARTIÑO, en las proximidades del mar.
MONASTERIO DE SAN MARTIÑO, es la catedral más antigua que se conserva en España. |
A Sabarico sucede Rosendo
I; a Rosendo I, Sabarico II; y a éste, su sobrino Rosendo II, el gran san
Rosendo, que llena los años que median entre el 928 y 942. La capital de la
diócesis se afianza en san Martiño de Mondoñedo y allí permanece hasta los
tiempos del obispo Nuño Alfonso, que, por bula de la reina doña Urraca, del año
1112, la traslada a Vilamaior, que, en el correr de los tiempos, habría de
perder su nombre y trocarlo por el de la diócesis Mondoñedo. En tiempos del rey
don Fernando y del obispo mindoniense Rabinato -año de 1182- la sede pasa a
Ribadeo, pero tan sólo por unos cuantos años, parte de los del pontificado de
Rabinato y los de Pelayo II de Cebeyra. Con el obispo don Martín, que rigió
gloriosamente los destinos de la diócesis desde 1219 hasta 1248, la capitalidad
del obispado se restituye -de esta vez definitivamente- a Mondoñedo. Don Martín
inicia y lleva a feliz término la construcción de la actual catedral
mindoniense, a cuya sombra habrán de
residir los obispos, en ininterrumpida sucesión, hasta nuestros días.
Es un edificio anexo a la CATEDRAL DE MONDOÑEDO, supuestamente, se comienza a construir junto con esta.
CATEDRAL DE MONDOÑEDO |
A día de hoy,
poco queda de la edificación primitiva debido al incendio que sufrió en 1527
pero, sobre todo, a las grandes reformas llevadas a cabo en los siglos XVII y
XVIII.
Será en el siglo XVIII cuando el palacio cambie totalmente su cara con
dos grandes reformas llevadas a cabo en este siglo con las que se rehízo y
amplió la edificación, llegando a las dimensiones y características que posee
hoy. La primera tuvo lugar en 1760 y será realizada bajo el pontificado del
obispo Riomol y Quiroga que mandará rehacer la parte del palacio que da a la
Plaza. El segundo, se realizará entre los años 1789 y 1790. Correrá a cargo del
obispo Cuadrillero y Mota y consistirá en la ampliación de la edificación al
construir todo el pabellón que da da a la conocida como 'FONTE VELLA'. Fabricado con sillería granítica y cubierto con pizarra, consta de tres
plantas. Se estructura en cinco salas, pasillo, capilla, sacristía y dos patios
interiores con varias piedras antiguas y mascarones de diversas épocas.
Interesante fachada principal con un extraordinario ESCUDO DE ARMAS
del Prelado Riomol y Quiroga y con una galería blanca del s. XIX. La capilla
interior es de estilo neogótico.
Frente al Palacio, los soportales de la preciosa Praza da Catedral...
y
en la parte alta de esta, el ANTIGUO CONSISTORIO construido en 1578, que
actualmente alberga la oficina de turismo, la biblioteca municipal y una sala
de exposiciones.
A la izquierda del Antiguo consistorio, mirando hacia la catedral, está
la ESTATUA DE ÁLVARO CUNQUEIRO, construida para las Letras Galegas de
1991.
Existe
una bonita LEYENDA sobre este hecho,
que señala como la torre derecha de la Catedral, no aparece alineada con el palacio episcopal.
El ‘motivo’ es que una fuerte tormenta el día antes de la ejecución de Pardo de
Cela hizo que la torre se adelantara, evitando que el captor del Mariscal, el
capitán Mudarra, viera la ejecución desde el balcón del palacio como se había
propuesto «sabedor de lo impopular del acto», ya que el movimiento de la torre
evitó que pudiera seguir en directo la decapitación.
Una placa en la esquina opuesta a donde se levanta la escultura de Cunqueiro recuerda este hecho, ocurrido el 17 de diciembre de 1483, aunque los últimos estudios salidos a la luz, como el testamento del Mariscal publicado por Eduardo Pardo de Guevara, lo data en octubre.
Otra
historia es la que relata el trágico final de una doncella y un templario,
residentes en casas contiguas en lo que ahora es la calle Pardo de Cela, y que
se enamoraron de verse por la ventana. Un amor que se convirtió en ultraje para
los demás, por lo que fueron castigados. «Sufrieron separados y murieron de
amor, que no de olvido», recuerda Leivas, quien también cuenta que no fueron
enterrados en sagrado, por lo que sus restos descansan fuera de los muros de la
catedral, concretamente entre la esquina de la Praza da Catedral con Pascual
Veiga. El propio Leivas pudo ver los esqueletos de ambos, que quedaron al
descubierto en unas obras de canalización para la conducción eléctrica. «La
verdad es que se fue muy respetuoso», recuerda el escritor, quien aconseja
dejar una flor sobre la acera donde descansan los ‘Romeo y Julieta’
mindonienses.
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