IGREXA DE SAN FIZ DE SOLOVIO, SANTIAGO

Por su gran antigüedad y estrecha relación con la fundación de la ciudad y la CATEDRAL DE COMPOSTELA, la iglesia de San Fiz de Solovio está envuelta en la leyenda del descubrimiento del sepulcro del apóstol Santiago.

El mito narra que fue la primera iglesia de Compostela, en origen un pequeño eremitorio donde a comienzos del siglo IX vivió el anacoreta llamado Paio, testigo de las luces y prodigios que le señalaron el lugar de la tumba de Santiago en el Monte Libredón, sobre una antiquísima necrópolis donde estaba un castro galaico que fue el más primitivo antecedente de la actual ciudad de SANTIAGO DE COMPOSTELA.

Este pudiese ajustarse a Pelagio, que ostentaba el apostolado de Iria Flavia; uno de los nueve “Obispos Santos”, que cansados del peso de la mitra, eligieron el MONASTERIO SANTO ESTEVO DE RIBAS DE SIL como retiro y lugar de enterramiento.

Según la tradición todo ocurrió hacia el año 820, durante reinado de Alfonso II (791-842), al que la hermanada ciudad de Oviedo, obsequio en el año el año jubilar de 1965, con una escultura del rey para conmemorar este acontecimiento.

Era obispo de Iria Flavia Teodomiro (819?-847), cuyo nicho funerario se halló en la Catedral compostelana.



San Fiz de Solovio había tomado en el siglo IX el nombre del pseudónimo por el que se conocía al lugar, entonces en las afueras de la aún pequeña población de Compostela, al pie del bosque; etimológicamente procede de sub- [bajo o al pie de], y lovio que sería de raíz germánica loub- [espesura, frondosidad].

El obispo Sisnando convirtió el templo antiguo en parroquia en el siglo X, sobre el año 900 y aquí surgiría una comunidad monástica que se utilizó como hospital para pobres y peregrinos. Estos fueron los responsables de custodiar el sepulcro del Apóstol junto con San Paio y también sería el origen de una pequeña aldea que daría lugar a la ciudad de Santiago.

Si pasamos de la leyenda a la historia, sabemos que la iglesia actual esta situada junto al popular mercado de Santiago.

En tiempos del rey Alfonso III (866-910) los clérigos de esta iglesia pasaron, como hemos comentado anteriormente, a formar parte de la comunidad de la catedral de Santiago, a la que siguieron perteneciendo durante siglos.

Sabemos también que la arquitectura de la iglesia fue seriamente dañada por las invasiones y ataques musulmanes, por lo que hacía el año 1122, durante el obispado de Xelmírez (1100-1140), verdadero mecenas e impulsor de la ciudad y la peregrinación a Compostela, tuvo que ser reedificada.

PAZO DE XELMÍREZ

A comienzos del siglo XIV la iglesia románica fue dotada del pórtico actual, con un hermoso relieve sobre su tímpano en el que aparece representada la Epifanía o Adoración de los Reyes, trabajo en granito cuya ejecución ha sido documentada en 1316 y atribuida al maestro F. Paris.

En el centro aparece la imagen de la Virgen con el niño sentado en el regazo; a la derecha se ven los Reyes Magos; a la izquierda la imagen de San José apoyado en un bastón; y postrado ante la Virgen, Juan de Ben, el donante de la obra.


 El nombre y la fecha aparecen en una inscripción que hay en el dintel de la puerta.




 El alto relieve no es el único de Compostela sobre este tema, pues ya existía una representación de la escena en el tímpano de la portada de acceso a la famosa capilla de la Corticela, en la Catedral, pero posee un especial interés con respecto a esta; conservar gran parte de la policromía original.

La arquitectura se completó siglos después, en el siglo XVII donde se le añaden nuevas capillas y en el XVIII, se procede una ampliación, con dos naves nuevas,...

... y el campanario barroco, obra del arquitecto compostelano Simón Rodríguez (1679-1751). 

De la primera fase románica, que corresponde a la construcción en época de Gelmírez, se conservan algunos tramos de los muros de la nave, rematados por sencillos canecillos en caveto y el Agnus Dei con cruz antefija que actualmente aparece en el piñón del testero.

 El primer canecillo de cada muro de la nave debió pertenecer también a la portada original; representan figuras humanas sedentes con largos ropajes y con una cartela sujeta en la mano.



El interior lo preside un magnífico retablo barroco de un sólo cuerpo y rematado por un ático.


En él, la Virgen de los Milagros florece en un hondo nicho central.







 También llama la atención el altar de la Soledad, con el puñal en su corazón símbolo de su dolor. Obra realizada por José Ferreiro.



  En el muro norte del presbiterio se conserva una tumba con la efigie yacente del Cardenal Lopo Gonzáles de Carballido, labrado en los primeros años del XVI.





Así como una losa en el suelo que, según mi modesta opinión, podría pertenece a una dama de la familia de los condes de Altamira. 

El conde de Altamira fue un personaje de gran trascendencia en la vida política, social y económica de la Compostela moderna. Tal es así, que incluso uno de los accesos a la ciudad, el postigo de San Fiz, estuvo prácticamente para el servicio del conde, cuya residencia construyó en los terrenos emplazados inmediatamente al norte de la iglesia de San Fiz, es decir, en el solar que ahora ocupa el mercado de la ciudad. Aunque se desconoce el momento exacto en que el solar pasa a ser propiedad del Conde de Altamira, se sabe que en 1535 el pazo ya había sido edificado. La propiedad del Conde de Altamira estaba conformado por un edificio palacial rodeado de jardín cercado por un muro que distaba de la cerca de la ciudad unos cuatro metros. Conocemos su aspecto gracias al arquitecto Juan López Freire quien, en una visita que hizo a finales del siglo XVIII al inmueble para evaluar su estado, comprendió la importancia de hacer una buena descriptiva del mismo, pues claramente estaba llegando al final de su existencia.




En ambas naves, obra de la ampliación de Simón Rodríguez, vemos también enterramientos, como el de Bartolomé López de Basadre, familiar del Santo Oficio, Justicia y Alcalde ordinario.


En una consultar realizada a la ASOCIACIÓN ACADEMIA DE GENEALOGÍA HERÁLDICA Y NOBILIARIA DE GALICIA, nos indicaron que el escudo cuartelado que vemos nos muestra las armas de: 1º) Varela, varas y flores de lis; 2º) Varela, rueda rota de Santa Catalina; 3º) Lemos, trece roeles; y, 4º) Basadre, jaquelado.





Del otro desconocemos a quien pertenece, pues ese espacio no estaba accesible al público.





Destaca entre las obras que vemos en el interior, una hermosa pila bautismal.



Cada Navidad, el interior del templo acoge un precioso BELÉNcedido y montado por José Uzal con la colaboración del Colegio Mayor de San Agustín y de la Archidiócesis de Santiago de Compostela.

BELÉN DE SAN FIZ DE SOLOVIO

Capítulo aparte merece la historia del cruceiro ubicado en la plaza de San Fiz de Solovio, que custodia el recuerdo de un asesinato al que Rosalía le dedico unos párrafos en  el capítulo IV de Follas Novas (Da Terra). 

“Cruceiro de Ramírez que te ergues solitario
dos Agros na espranada, antre as rosas dos campos:
o sol da tarde pousa en ti o postreiro raio
coma nun alma triste pousa un soño dourado.
Algunha vez no estío, eu ó teu pe sentada
escoito silenciosa, mentras a tarde acaba;
baixo das pedras mudas, que teu secreto gardan,
maxino que resoa o brando son dun arpa,
¡música incomprensible que doutros mundos fala!
¡Tal de Memnón se oían ó amañecer na estatua
aqueles sons divinos que as almas encantaban!”
(Rosalía de Castro, Follas novas IV)

 El cruceiro fue trasladado a Solovio desde el lugar en el que Joseph Ramírez de Arellano, estudiante en Santiago, fue caído por una reyerta en 1718. 

Fue mandado erigir por su madre Isabel de Sotomayor con el epitafio que decía:

AQUI
FINO D. MANV
EL JOSEPH RA
MIREZ DE ARELLA
NO RVEGVEN
A DIOS POR EL
AÑO DE 1719

Señala Raimundo García Borobó en el periódico La Noche (14 de mayo de 1954) que la manera en la que se redactó la inscripción dio lugar a confusión. Los canteros escribían aprovechando el espacio disponible, sin reparar en que separar el apellido Arellano en dos líneas (ARELLA-NO) iba a dar como resultado que, con el paso de los años, se forjase un misterio sobre Ramírez. La gente leía: «No rueguen a Dios por él». Una simple sílaba, fraguó la leyenda de un maldito, o de un excomulgado que no lo fue. Incluso, al parecer, el cruceiro recibía los escupitajos de las gentes por esa confusión.


Su muerte está llena de misterios. Pero como escribió Castelao en su libro Cousas: “Onde hai un cruceiro houbo sempre un pecado e cada cruceiro é unha oración de pedra que fixo baixar un perdón do Ceo, polo arrepentimento de quen o pagou e polo gran sentimento de quen o fixo”.


 INFORMACIÓN RECOGIDA DE LOS SIGUIENTES ENLACES:

https://www.fundacionjacobea.org/santiago-de-compostela/san-fiz-de-solovio-la-iglesia-en-la-que-comenzo-todo/

http://xurdemoran.blogspot.com/2015/08/san-fiz-de-solovio-en-el-origen-de.html

https://xacopedia.com/San_Fiz_de_Solovio_iglesia_de

https://visitasguiadas.es/D/post/el-cruceiro-de-ramirez/

 https://cruceirosdegalicia.xyz/1507811.html

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