MONASTERIO DE SANTO ESTEVO DE RIBAS DE SIL, NOGUEIRA DE RAMUÍN

La visita a esta Rivoyra Sacrata no tendría sentido sin detenernos en alguno de esos importantes cenobios e iglesias que la conforman y este municipio alberga uno de los más relevantes y significativos, convertido no hace muchos años en un destacado Parador Nacional de Turismo.



 Aún recuerdo nuestra primera visita, cuando la mayor parte de los habitáculos que lo conformaban, incluida la iglesia, presentaban un alarmante estado de abandono. Sensaciones encontradas con respecto a su actual estado, por una parte se podía acceder libremente a todo el recinto, pero su estado de conservación no era el más adecuado.





Hablamos del MONASTERIO DE SANTO ESTEVO DE RIBAS DE SIL, origen de una pequeña comunidad fundada en el s. VI por San Martiño Dumiense el "Apóstol de los Suevos", cuyo hermoso sarcófago tuvimos la ocasión de admirar en  el NUCLEO MUSEÍSTICO DE DUME, Braga.


Aunque la documentación más antigua conservada que nos habla de este, es un privilegio de Ordoño II fechado en el año 921, donde se  autoriza al abad Franquila (que parece ser el conductor de un grupo de ermitaños que moraban en SANTO ESTEVO DE ATÁN), a reconstruir el maltrecho monasterio de la ribera del Sil, concediéndole numerosas posesiones.

Reformado nuevamente a finales del s. XII, conserva todavía parte de esa fábrica románica, a la que también se suman otra variedad de estilos y épocas.

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La IGLESIA, consagrada en el siglo XII según una inscripción del fuste de una de las columnas de la cabecera, es uno de los más bellos ejemplares del románico gallego. 



La fachada principal románica fue sustituida en el siglo XVI, mostrándose enmarcada por dos torres prismáticas construidas a finales del siglo XVII y principios del XVIII. 


Está orientada hacia el oeste, como es costumbre y forma ángulo recto con la entrada del monasterio, solución que se conoce como compás de entrada. Acoge alrededor el pequeño cementerio parroquial, ya que el templo cumple con la función de parroquia para la población vecina.


Un óculo que da luz al interior y remata en una hornacina dentro de la cual está la imagen de San Esteban.




Destaca su particular ábside románico de tres cuerpos, más bajo el central para así aprovechar mejor la iluminación del rosetón.







También sobresale su maravillosa colección de canecillos.









Su planta, espaciosa y proporcionada, es basilical y está dividida en tres naves de cuatro tramos, con los tres ábsides en la cabecera. Esta y el primer tramo de la nave corresponden al románico, mientras que los tres posteriores se asocian a un gótico avanzado.

Posee altas columnas con capiteles y basas decoradas, además de un pulpito labrado en forja.


El templo conserva una maravillosa colección de capiteles en el interior 

La cubierta original del templo, que era de madera, fue sustituida en el siglo XVI por las actuales bóvedas nervadas, características del periodo gótico.

Sobrevuelan el ábside central, sendos ángeles esculpidos que transportan el sol y la luna. 



A los pies de la nave, al lado izquierdo de la puerta, se halla la pila bautismal del templo.

Al lado derecho otra pila más péquela donde depositar el agua bendita.

Frente al altar mayor, el suelo esta pavimentado por varias sepulturas eclesiásticas. 


A pesar de esta mezcla de estilos, el interior transmite una agradable sensación de uniformidad o al menos de continuidad de volúmenes, apenas interrumpidos por las tribunas alzadas continuando al coro sobre los tramos finales de ambas naves laterales.





Cuenta con importantes tallas y retablos, asignados cuatro de ellos a Juan de Angés, aunque nunca los llega a realizar.

ABSIDE DE LA IZQUIERDA

ABSIDE DE LA DERECHA.





DETALLE DEL BANCO CORRIDO DEL ÁBSIDE DERECHO



El atar mayor alberga un bello retablo manierista obra de Juan de Angés, el Mozo, seguidor de Juan de Juni. Se compone de cuatro cuerpos distribuidos en cinco calles.

En el primer cuerpo San Benito y San Gregorio Magno, las calles intermedias dos relieves de fustigaciones de mártires.

En el segundo cuerpos dos apóstoles, San Pedro a la izquierda y San Pablo a la derecha, ocupando las hornacinas laterales, dos relieves sobre la Anunciación a los pastores en las calles centrales.

A partir del tercer cuerpo las imágenes disminuyen en calidad. En las hornacinas laterales, San Juan Bautista y Santa Catalina, aunque se baraja la posibilidad de que pudiesen ser San Vicente y de Santa Cristina, como homenaje a las dos abadías agregadas, SAN VICENTE DE POMBEIRO SANTA CRISTINA DE RIBAS DE SIL y en las centrales la circuncisión, la Epifanía y la presentación en el templo. 

En el último cuerpo Jesús entre los apóstoles y las bodas de Canaán, remata con la imagen de la Asunción en parte central.


En el siglo XV, para honrar la memoria de los Nueve legendarios obispos, Ansurio y Vimarasio, de Orense; Gonzalo Osorio y Froalengo, de Coimbra; Servando, Viliulfo y Pelayo, de Iria; Alfonso, de Astorga y Orense; y Pedro, del que no se conoce su diócesisse exhumaron sus cuerpos enterrados en el claustro designado de los obispos y sus restos, con sus anillos, se depositaron en un arca. Se cuenta que ese día sucedieron milagros inexplicables con motivo del traslado. Posteriormente, los restos fueron retirados del arca y se depositaron en nueve urnas, colocando cinco a un lado del altar mayor y las otra cuatro al otro lado.

En nuestra nueva visita, a principio del 2021, estaban en proceso de restauración impulsada tras la aparición de los venerados anillos de los Santos Obispos, a los que con el tiempo se les perdió el rastro y toda la realidad que pudiera haber en sus historias de curación de la gente cayó en el olvido, convirtiéndola en un mito. 

Una leyenda que la escritora María Oruña recuperó tras una amplia investigación y que incluyó en su novela El bosque de los cuatro vientos”. Pero la sorpresa llegó cuando, unos tres meses después de la publicación de la obra, la leyenda pasa al plano de la realidad. Tras unos trabajos de restauración  de los relicarios laterales de la iglesia,  donde se hallaban los restos mortales de los nueve obispos, se han localizado los anillos.

Expositor que resguardaba las urnas de las reliquias de los Obispos Santos, antes de la restauración. Imagen  recogida de: httpsmedia.quincemil.comimagenes20201227011220010-3.jpg

Cuatro de los nueve míticos anillos se encontraban recogidos en el interior de una bolsa de tela, probablemente de seda y bordados en hilo de oro.

Foto recogida de:httpswww.lavanguardia.comuploads202012015fc8e12180d42.jpeg

Y una pequeña etiqueta en pergamino aclaraba la ausencia de los otros cinco desde tiempos pretéritos, con una nota que dice: “estos cuatro anillos son los que quedaron de los nueve santos obispos. Los otros cinco siguen desaparecidos". 

Foto recogida de:httpsimagenes.elpais.comresizerxHm0UEmiZSmVxCvK2cSMs_yIvsU=1960x0cloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.comprisaTRWF6YTKGFAMVIKO6PMTI3MFFQ.JPG

La caligrafía del pergamino no es medieval: los investigadores la enmarcan entre los siglos XVII y XVIII.

Foto recogida de: httpsmedia.quincemil.comimagenes2020122701140212-1.jpg

Una vez retirados los muebles relicarios y la sillería del coro recolocada antaño bajo estos, aparecieron restos de pinturas medievales, así como los anclajes que sujetaban aquellos.



Los asientos de su coro, actualmente están en proceso de restauración.

Destacaremos un RETABLO PÉTREO o Tímpano con forma pentagonal de principios del s. XII, que representa a Jesús con los doce apóstoles, encontrado encajado en uno de los muros del Claustro de la Portería. Se piensa que esta magnífica pieza pudo ser un frontal de altar o también que formase parte de un tímpano, dado que está labrado por sus dos caras.

 
TRASERA

En la cara principal hallamos una división en tres espacios delimitados por dos columnas con capiteles y basas tallados.

El espacio central de ambas caras lo ocupa la figura de Cristo coronado con nimbo crucífero, bendiciendo, portando cruz latina y descalzo. El frontal se sitúa sobre un pequeño pedestal que lo eleva. 

A su derecha, San Pedro portando las llaves del Cielo con la diestra y los Evangelios con la siniestra. 

Le siguen cinco apóstoles. Es primero es Santiago, distinguido por cuatro veneras sobre sus vestimentas. También lleva báculo en "tau". 

 El último, pequeñito, con cayado en la diestra, aspecto de afligido, con su mano izquierda sujetando la cabeza carente de nimbo, probablemente sea Judas, el "traidor necesario". Todos los personajes se hallan bajo su correspondiente arquillo y van nimbados a excepción de Judas.

A la izquierda de Cristo, San Pablo, de aspecto severo, calvicie hipocrática, con báculo en forma de "tau" en la diestra y filacteria en la siniestra. 

Le sigue otro grupo de cinco apóstoles. El primero porta evangelio en a diestra y señala con la izquierda hacia Cristo. De aspecto juvenil, probablemente sea San Juan. 

 

  Hay seguramente un lenguaje simbólico en todos los detalles que se describen y que podrían apuntar hacia el texto evangélico del que se tomaron las ideas para labrarlo.


Es el momento de adentrarnos en el impresionante Monasterio, en cuya fachada barroca se abre una puerta presidida por el escudo de la España Imperial.


ESCUDO DE CASTILLA Y LEÓN CON UN ÁGUILA BICÉFALA
 
A cada lado de la puerta se observan entre un par de columnas toscanas,... 


... dos hornacinas con santos benedictinos;...

SAN VICENTE ABAD  

SAN BENITO

... el escudo del monasterio con las nueve mitras a la izquierda, en alusión a los nueve santos obispos, que según afirma la leyenda, aquí se retiraron en el siglo X, ...

... y el de la Congregación de Castilla a la derecha.

CONGREGACIÓN DE SAN BENITO DE VALLADOLID 

Hoy, al traspasar la puerta, dos figuras monacales nos dan la bienvenida al Claustro de los Cabaleiros, con el Claustro de los Obispos y el Claustro do Viveiro a su derecha.




De los tres hermosos claustros, subrayaremos el CLAUSTRO DE LOS OBISPOS,
que comenzó a construirse 1220 y hace referencia a los nueve prelados de la anterior leyenda, pues en él estaban soterrados primigeniamente. tratándose en realidad del claustro Reglar o de las Procesiones.



 

Muro lateral de la iglesia.

Es el más antiguo y comunica directamente con la iglesia a través de unos escalones en la cara sur y otro acceso en el corredor superior, al que se accede por una  escalera tras pasar bajo una hermosa portada románica. 



Este antiguo acceso a la Sala Capitular, luce un arco de medio punto y una cuidada decoración en capiteles e intradós. 


El capitel situado a nuestra izquierda narra el episodio del sacrificio de Isaac. Abraham muestra la espada cono símbolo del sacrificio de su hijo.




Frente a él, una arpía nos vigila desde la cesta del otro capitel, como curiosidad, su cola exhibe un nudo completo.


En el intradós del medio punto del arco y en lo profundo de la escocia sobre este capitel, hay una figurilla imberbe que porta un libro. Probablemente un evangelista. 


Despunta de esa primitiva fábrica románica su cuerpo inferior, con arquería sobre columnas gemelas con capiteles del siglo XII dispuestos de dos en dos y mostrando, en la mayoría de los casos, motivos muy sencillos, vegetales o de entramado geométrico.





Sin embargo en algunos de ellos podemos hallar motivos decorativos diferentes, como unas escenas de persecución de perros y liebres con personajes en las esquinas y veneras, reforzando su relación con Santiago de Compostela.


 

En otro de los capiteles, en la cara que mira al centro del claustro, un motivo decorativo muy infrecuente por cuanto que se trata de una inicial, una letra "B". Quizá la inicial de quien elaboró el claustro.

FOTO RECOJIDA DE: httpwww.arquivoltas.com11-galiciaSantoEstevoRibasSil%20G73.jpg

Destaca igualmente su bóveda de crucería reconstruida en 1722.













También podemos ver restos de pinturas murales.

Además, completa este atractivo espacio, el cuerpo superior de estilo ojival (s. XVI), y unos llamativos contrafuertes adosados a los muros, decorados con gárgolas, pináculos, gabletes y agujas en piedra de estilo gótico tardío. 







Antaño un jardín y una fuente adornaban su patio, que actualmente se encuentra en la plaza de Hierro de Ourense. 


Desde aquí accedemos al CLAUSTRO PEQUEÑO o “del Viveiro”.



Se llama así, porque antiguamente albergaba una fuente gigantesca llena de agua, que ocupaba toda la superficie del patio y utilizada como vivero de los monjes, para conservar salmones; sábalos; lampreas; anguilas y truchas, que se traían vivas de las pesqueras del Sil y del Miño. De esta forma, en el monasterio siempre había pescado fresco. 




Los cotos de pesca de una amplia zona pertenecía a los monjes, que además gestionaban los puertos o los pasos de barca, donde se cobraba a los caminantes, salvo si trabajaban para el monasterio o acudían para pagar tributos (curiosa leyenda A AGULLA DO DEMO). 


Este recinto de dos cuerpos formados por arcos de medio punto sobre columnas dóricas, fue construido por Diego de Illa en 1595, después del gran incendio de 1562.




En el muro Este de estos dos claustros, se encuentra el Refectorio, un gran ámbito rectangular cubierto con bóveda de cañón en el que se colocó el púlpito antiguo, hoy convertido en salón del complejo hotelero.


Accedemos ahora a la Enfermería del cenobio. Este “Salón dos Monxes” y el mismo espacio de la planta superior, ocupado ahora por el “Salón Quitapesares”, albergaba la antigua enfermería del monasterio. Los monjes cuidaban de sus propios hermanos y también acogían a vecinos y caminantes de salud mermada, hecho que provocó que la abadía, pese al aislamiento, sufriese el efecto de numerosas plagas. A su servicio tenían un médico, que vivía en las proximidades y al que auxiliaba un cirujano, sangrador o barbero.



La huerta de Santo Estevo también contaba con un área grande, destinada exclusivamente al cultivo de hierbas medicinales. Con ellas el boticario del convento preparaba medicinas y ungüentos. 



Se cree que la sala anexa era una pequeña botica o un habitáculo para el monje que por las noches se quedaba velando a los enfermos. 


Junto a la enfermería se ubica la antigua cocina d
e la abadía, donde se elaboraban los manjares que se servían a los monjes y a sus invitados. Es del siglo XVII y antaño tenía el suelo más bajo, quedando la piedra de la “lareira” ligeramente elevada. La chimenea se apoya en cuatro columnas sobre los que a su vez reposan los arcos de las bóvedas. En su interior se colgaban las cadenas que sostenían los calderos, cuya altura se podía ajustar.

La cocina tenía tres pilas de agua que aún se conservan, y otra más similar a la grande, así como dos alacenas, un horno, un torno de servir y agua corriente que llegaba a través de canalizaciones de piedra que también la conducía a los aseos y a otras dependencias. La complementaban otras dos instalaciones situadas en el bosque: la panadería, aislada para prevenir incendios, y el antiguo matadero.






Cruzaremos algunas estancias del hermoso Parador de Turismo, para llegarnos al tercer y último claustro.





Este es el gran CLAUSTRO DE LA PORTERÍA o “de los Caballeros”, renacentista como el anterior y construido también después del gran incendio de 1562.



  



Este consta de tres cuerpos, indicando como curiosidad, que fue en uno de los muros de su cuerpo intermedio, donde se encontró encajado, el RETABLO ROMÁNICO o Tímpano, mencionado anteriormente.




Junto a la portería podemos ver la ESCALERA DE HONOR, cubierta con una hermosa bóveda de crucería de 1739 y rosetones con decoración variada.




El conjunto fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1923.

Allí, en la plaza donde se enmarca este grandioso monumento, se alza un CRUCEIRO que nace sobre 4 escalones cuadrados. 

Su varal octogonal y de grandes dimensiones posee una imagen de un Santo sobre peaña en su mitad. 

El capitel posee representaciones de personas y calaveras en sus caras separadas por unas volutas. La cruz es de tipo latina y posee las imágenes de Cristo crucificado bajo cartela de INRI en el anverso...

... y la Virgen con su hijo en el regazo en el reverso.

La aldea de Santo Estevo presenta un interesante conjunto etnográfico, situado en un espacio natural de singular belleza en el cañón del río Sil. Nacida a los pies del gran monasterio, esta tierra de frailes y afiladores es hoy un buen ejemplo de aldea medieval, con sus calles estrechas y viviendas entrelazadas, donde podemos disfrutar de su gastronomía tradicional, pero sobre todo, de los paseos por el hermoso bosque de robles y castaños.












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