GALICIA PUEBLO A PUEBLO: RUTA SANTA CRISTINA

Esta ruta accesible a personas con movilidad reducida, recorre la franja costera oleirense desde la preciosa Playa de Santa Cristina, hasta la Ría do Burgo, una maravillosa senda peatonal con espectaculares vistas.

Comenzamos este sencillo recorrido de 2,4 Km (solo ida) en el paseo marítimo de ese reputado y concurrido arenal.

En la zona de la boca de la Ría do Burgo, el arenal se ensancha en un atractivo espacio de dunas y arboleda (básicamente eucaliptos). Todavía recuerdo cuando era pequeño y veníamos los domingos en la lancha desde A Coruña a pasar el día en la playa y comer en los merenderos que había en esta zona. Después cambiamos a unos que había más cerca del embarcadero de la lacha.

Nos asomamos ahora a la parte del arenal que da a la tranquila ría.

Pasamos junto al Parque José Martí, donde nos recibe una escultura de bronce realizada por Miguel Couto que rinde homenaje a los abuel@s.

En un panel se nos muestran las rutas ciclistas que podemos hacer en el municipio, algunas compartidas con los senderistas.

Luego se dibuja una bonita estampa junto al embarcadero del antiguo edificio de A Fábrica, con las pequeñas embarcaciones varadas en la arena.

Pronto el paseo nos acerca a la Torre Bescansa, uno de los edificios más antiguos de Oleiros.

El torreón se construyó en el siglo XVII como polvorín para nutrir a las baterías del CASTILLO DE SANTA CRUZ (enlace a nuestra publicación). Algunos dicen que también vio cómo desembarcaba el rey Carlos V en su última visita a A Coruña.

En uno de sus muros vemos un escudo con el apellido TAIBO en la parte baja.

Seguimos el paseo cruzando bajo el puente del pasaje y adentrándonos en la Ría do Burgo, un privilegiado enclave para la observación de aves litorales, tanto por la diversidad de especies, como por la posibilidad de tenerlas muy cerca. De escasa profundidad, sus fondos son limosos y arenosos, en algunos rincones cubiertos por manchas de marisma a las que acuden muchas aves acuáticas a descansar en pleamar.

Asomando a la ría todavía se conserva alguno de los bellos embarcaderos que las villas burguesas, antaño aquí construidas, tenían.

El paseo finaliza en el Parque de Beiramar, precioso espacio verde poblado de palmeras y con un parque infantil. Allí se alza un cruceiro en el que destaca una pieza única con más de cien años de antigüedad, donada por la familia de Emilia Martínez Rumbo, antigua propietaria de las fincas donde se construyeron los bloques de viviendas de la urbanización Beiramar.