El aprovechamiento de la energía contenida en el viento mediante su
conversión en energía mecánica fue llevado a cabo por la humanidad desde la más
remota antigüedad. Si se exceptúa la energía de origen animal, cabe decir que,
junto con la energía obtenida de los cursos de agua, la energía del viento fue
el recurso energético natural más antiguo en la historia de las civilizaciones.
Hasta el siglo IX no es posible encontrar un documento histórico irrefutable en
el que se haga mención al uso de los molinos de viento como práctica
generalizada. Este documento es el Libro de Ingenios Mecánicos, de los hermanos
Banu Musa, datado en el año 850.
En Miño tienen uno de viento muy particular situado en la Parroquia de
Bemantes, uno de esos gigantes que aparecen en nuestro libro más universal, Don Quijote de la
Mancha. El molino de Boucelo es heredero, de los que aparecieron en Persia
en el S.VII y llegaron a Europa en el S.X. En Galicia llegó a haber más de 120
molinos de viento, más de la mitad de ellos en la provincia de A Coruña. En la
Comarca das Mariñas fueron escasos, por lo que este tiene especial
significación.
Por la referencia recogida por Begoña Bas (1991), el molino pertenecía a don Francisco Vázquez, que había sido al mismo tiempo su constructor, un hombre muy habilidoso, que había hecho muchos ingenios para la casa, y que para hacer el molino se desplazó al Molino de Viento de Meirás (Sada) e hizo una maqueta; al comprobar que la maqueta funcionaba, irguió su molino.
En la puerta orientada hacia el naciente se
encuentra una inscripción grabada en el dintel, que nos proporciona la fecha y
el nombre de su constructor: “ESTA OBRA
LA HIZO VAZQEZ VAZQVEZ AÑO DE 1840”.
Situado a unos 170 m sobre el
nivel del mar, se construyó sobre una plataforma de once metros de diámetro que
iguala el desnivel del terreno y va consolidada con un muro que consigue hasta
1’70 m de alto en la parte más elevada.
Está construido de mampostería recubierta de cal, con dinteles y marcos
de ventanas de cantería, siguiendo la línea del clásico molino tipo
mediterráneo. Se conserva en buen estado la torre cilíndrica, con dos puertas
de acceso y sendas ventanas, al naciente y poniente dos a dos, con escalera de
caracol interior de losas de pizarra empotradas al muro.
La planta es circular de tres metros y diez centímetros de diámetro
interior, con un grosor de los muros de noventa centímetros y una altura total
sobre el suelo de cerca de cinco metros y ochenta centímetros.
A eso de dos metros del piso se disponía en el interior, una repisa de
madera ocupando la mitad de la planta y a tres metros y ochenta centímetros
estaba el andar del molino, accesible por medio de una escalera de piedra de
dieciséis escalones para el acceso a la muela.
La cubierta y el techo se conformaba con tablas de madera dispuestas a
modo de cono sobre una estructura o viga circular con unas ruedas que rodaban en
un carril encajado en la solera de la pared y que permitían girar todo el
techo, con el eje y las aspas a él sujetas, para orientar el molino al viento
dominante. Para tal fin, se enganchaba a la cubierta un palo o palanca
inclinado hacia el suelo (el rabo), situado en la parte contraria las aspas y
que el “muiñeiro” podía manejar desde fuera del molino para girar la cubierta
en la búsqueda de la orientación deseada. El rabo (o gobierno) se ataba a unas
estacas o cepos clavados en el suelo para asegurar la posición elegida; este
molino contaba con doce cepos, de los que cuatro eran los principales.
En la cubierta apoyaba horizontalmente el eje del molino, llamado árbol,
con las cuatro aspas dispuestas en el exterior y con una rueda dentada (la
corona o catalina, de entre un metro diez y un metro cincuenta de diámetro)
solidaria con el eje en la parte interior del molino. La catalina engranaba con
una rueda pequeña (el piñón, linterna o farol) construida con dos discos de
madera de unos veinticuatro centímetros de diámetro unidos entre sí por traviesas también de
madera. Este mecanismo transfería el giro del eje horizontal al eje vertical
que hacía girar la capa (moa xiratoria ou pedra voandeira) sobre el pie (moa
fixa ou pedra durminte) del molino. Igual que en los molinos hidráulicos, el
eje vertical descansaba sobre una viga que podía subir y bajar, para regular
la finura de la molienda variando la
altura de la capa sobre el pie.
El extremo exterior del árbol iba atravesado radialmente por cuatro palos
de unos cinco metros y medio de largo, dispuestos perpendicularmente y que
configuran las ocho vergas en las que iban las cuatro velas triangulares de
dieciocho cuartas cada una sujetas con cuerdas y que podían desplegarse o
recogerse según el viento.
Este molino dejo de moler tras apenas sesenta años en funcionamiento, después
de que desaparecieran sus velas y no las repusiesen. No por eso la casa quedó
sin servicio, tenían otro molino hidráulico llamado “Do Terron” sobre un
pequeño riachuelo y con derecho a moler veinticuatro horas cada quince días.
Se encuentra inventariado desde el mes de Agosto de 1989, en el Centro
Nacional de Molinos de Viento de España, y sujeto a la Ley de Conservación del
Patrimonio Artístico-Monumental que previene toda modificación tanto del
monumento como de su entorno.
En la actualidad se presenta majestuoso sobre un altozano que domina la
ría de Betanzos, aguas del Océano Atlántico que se pierden en el horizonte. Hace
unos años ha sido rehabilitado y se ha colocado un panel explicativo, por lo
que merece la pena visitarlo. Coord. Geográficas - Latitud: 43º 20' 39'' N 8º 10' 27'' W
INFORMACIÓN RECOGIDA EN LOS SIGUIENTES ENLACES
VISITA OTROS
SORPRENDENTES LUGARES DEL MUNICIPIO DE MIÑO EN ESTE ENLACE, CON UN MAPA PARA LLEGAR A CADA UNO DE ELLOS.
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