Galicia es tierra pródiga en lugares enigmáticos, que abrazan hechos;
tradiciones; ritos; leyendas o supersticiones. Alguno de ellos, incluso la
atmósfera que los rodea, desprende un enorme halo de embrujo.
ASOMANDO EN EL OCÉANO, EL ISLOTE GABEIRA |
Señalar la GARITA DE VIXIA HERBEIRA, como uno de estos
significativos parajes distinguiendo: la contemplación de esos fascinantes
acantilados precipitándose al océano;...
... el encanto de las hechiceras puestas de
sol; ...
...el enigmático encuentro con esas cerradas nieblas que coronan esta Sierra; ...
VISTA DESDE EL MIRADOR DE CHAO DO MONTE |
...la apasionante presencia de vida salvaje poblando el entorno natural ...
PEQUEÑO ZORRO VISTO EN LAS PROXIMIDADES |
...o el rumor
incesante de la quijotesca brisa, luchando incansable contra las aspas de
gigantes molinos.
Situado en la SIERRA DA CAPELADA, a medio camino entre el legendario
pueblo de SAN ANDRÉS DE TEIXIDO y CABO ORTEGAL, desde este
punto (613 metros de altura sobre el nivel del mar), obtendremos una
inmejorable panorámica del acantilado más alto de la Europa Continental y del
cuarto, tras los de Hornelen (860 m); Cabo Enniberg (754 m) y Croaghaun (668 m), si incluimos las islas. Un espacio
único sin duda.
Sus paredes parecen erguirse bruscamente, temerosas de su encuentro con
este sobrecogedor e inmenso océano, un precipicio con una cota de pendiente superior
al 80%, al que da vértigo asomarse.
Aquí, despuntando junto al vacío, se yergue desde el siglo XVIII la GARITA
que da nombre al lugar.
Se trata de un pequeño edificio rectangular de planta
baja, que servía por su situación estratégica, como puesto de vigilancia
costera, al igual que la Garita da Vela, en ORTIGUEIRA.
Hoy si el tiempo acompaña, el lugar se convierte en un fantástico MIRADOR
del Espacio Natural Costa Ártabra.
Hacia el sur, es posible divisar hasta las ILLAS
SISARGAS en la Costa da Morte...
... y hacia el norte, la vista nos alcanzará la PUNTA DE ESTACA DE BARES. Una visión difícil de olvidar, la de este mágico mirador de Garita de
Herbeira.
Cuando la niebla espesa atrapa entre sus redes al atónito viajero, este
apenas logra adivinar la presencia de tal inconmensurable paisaje, pues ni
apenas el sonido de la atronadora rompiente marina, alcanza la cima del
acantilado.
El momento se torna enigmático, al no discernir lo que nos ronda más allá
de cuatro pasos; notamos la apasionante presencia de los caballos y vacas que
pastan estas fértiles cumbres en semi-libertad...
... y el grito ahogado del Dios Eolo moviendo
colosales aspas de gigantescos molinos. Este, Enojado, nos hostiga con una
incesante y fría brisa que se cala en nuestros huesos, al haber profanado las
altas cumbres de este Espacio Natural que él cuidadosamente había modelado.
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