COMBARRO, POIO

COMBARRO, CONJUNTO HISTÓRICO, ARTÍSTICO Y PINTORESCO

Construido directamente sobre el granito y al lado del mar, su conjunto histórico representa todo un hallazgo para el visitante que busque la esencia de la arquitectura popular gallega. 


Se encuentra escondido al borde de la Ría de Pontevedra, y es precisamente esa ubicación privilegiada la que ha permitido que llegue hasta el siglo XXI manteniendo intactos una estructura urbanística y un estilo arquitectónico más propios del siglo XVIII o XIX.


Lo primero que sorprende de Combarro es, precisamente, su nombre. A este topónimo se le han encontrado varias explicaciones, pero quizá la más comúnmente aceptada sea la que lo relaciona con la raíz –comb, que significaría curvatura o inflexión de la costa, lo cual se corresponde a la perfección con su situación geográfica.


Hay quien dice que el origen de este pueblo podría residir en un castro costero, aunque los restos arqueológicos son escasos. En cualquier caso, desde la época medieval la historia de Combarro va inevitablemente ligada al Monasterio de Poio. De hecho, existen documentos que atestiguan que en el siglo XII tanto el pueblo de Combarro como la Isla de Tambo que se encuentra en las proximidades fueron donados por la reina Doña Urraca al citado Monasterio, del cual pasaron a depender hasta el siglo XIX.


El viajero que llega a Combarro empezará su visita recorriendo el paseo marítimo hasta la PLAZA DE CHOUSA, que era antiguamente una playa. Durante este paseo al lado del mar disfrutará de unas hermosas vistas de la costa del municipio de Poio y de la misteriosa ISLA DE TAMBO, a la que por el momento no se puede acceder sin el correspondiente permiso. 



Desde la plaza de Chousa accederá por fin al casco antiguo de Combarro, y a medida que se adentre en él le parecerá que va retrocediendo en el tiempo.



El conjunto arquitectónico de Combarro se caracteriza por tres elementos fundamentales: los cruceiros, las casas mariñeiras, y por último los hórreos, que se han convertido prácticamente en su símbolo. También se caracteriza por estar construido directamente sobre un bloque granítico, que los antiguos habitantes del pueblo utilizaron como material de construcción, y que incluso aprovecharon como cimientos para las casas que todavía hoy se pueden ver.




Adentrándose en el Combarro antiguo, el viajero se encontrará en la PLAZA DE SAN ROQUE, que, aunque de pequeñas dimensiones, contiene magníficos ejemplos de la arquitectura popular gallega. Situándose en el centro de la plaza, descubre dos de los siete cruceiros que dominan la parte antigua del pueblo.



En el caso concreto de Combarro, los cruceiros cuentan con una peculiaridad añadida, y es que la figura de la virgen está siempre dirigida hacia el mar, mientras que el Cristo mira hacia la tierra.


De los dos cruceiros que se encuentran en la plaza de San Roque, el primero que nos encontramos es de construcción muy sencilla, ya que no cuenta con ninguna figura adosada a la cruz. Otro dato a tener en cuenta cuando hablamos de los cruceiros es que antiguamente todos ellos solían tener un pequeño altar delante, aunque hoy en día tan sólo se conservan unos pocos ejemplos. Se ha comprobado que estos altares se utilizaban para posar los ataúdes en las marchas fúnebres camino de la iglesia. Allí se rezaban unas breves plegarias hasta completar el recorrido. En la actualidad, el pueblo de Combarro les da un uso mucho más festivo, ya que los utilizan para colocar ramos de flores o imágenes de santos durante la fiesta de Corpus Christi, durante la cual las calles de la parte antigua se cubren con alegres alfombras florales.


El que preside el centro de la plaza nos presenta a Cristo (mirando hacia la tierra, por supuesto), y a la Virgen del Socorro, figura recurrente en el casco antiguo de Combarro. Esta virgen se caracteriza porque lleva en su mano una especie de garrote y porque tiene a sus pies al demonio. Se trata, sin duda de una clara representación del bien sometiendo al mal.


No podemos marcharnos de esta plaza de San Roque sin admirar el edificio que actualmente alberga la biblioteca. Se trata de una de las casas más vistosas del viejo Combarro, y data del siglo XVIII. En ella podemos observar uno de los elementos arquitectónicos más típicos de la arquitectura gallega: LA SOLAINA. Se trata de un balcón de piedra que termina en escaleras, una balaustrada de inspiración barroca que sería más propia de pazos o monasterios.


Si el visitante continúa su paseo por la calle San Roque, en breve se encontrará con la IGLESIA PARROQUIAL DE SAN ROQUE, que data del siglo XVIII, y que, como casi todo en este pueblo, tiene también una historia que contar.

  




En el lugar donde se encuentra actualmente la iglesia, había en principio un oratorio, es decir, un recinto donde se reunían los vecinos para rezar, ya que las misas se realizaban en la isla de Tambo, a la que se podía acceder a pie cuando la marea lo permitía. Inicialmente rezaban a San Sebastián, pero tras sufrir una terrible peste en toda la región se decidió cambiar de patrón, y se optó por San Roque, que en aquella época estaba “de moda” en Galicia, y era considerado el gran protector contra males y enfermedades.


Al lado de la iglesia nos encontramos un tercer cruceiro, éste de fuste cilíndrico, en el que se puede distinguir la imagen de San Roque acompañado de su inseparable perro, “San Roquiño”. Hay que señalar que este cruceiro fue inmortalizado por el genial Castelao en su obra As cruces de pedra na Galiza.


Siguiendo con la visita, nos adentramos en la calle principal del conjunto histórico, que se llama precisamente “A RÚA”. En ella encontraremos el segundo de los elementos principales del estilo arquitectónico propio de Combarro: LAS CASAS MARINERAS



Se trata del tipo de vivienda más característica del pueblo: Casas pegadas, la planta baja dedicada a almacén de aperos de pesca y agrícolas, existiendo en la mayoría de los casos un lagar para la elaboración del vino para el consumo de la familia, una costumbre que llega hasta nuestros días.



En la planta alta se situaba la cocina al fondo y una sala o sobrado en la parte delantera. Los dormitorios eran de dimensiones mínimas, contando tan sólo con una cama y quizá un baúl.



En la fachada destaca el balcón. Cuando era de piedra,  era un signo indicativo de que la familia propietaria gozaba de una buena situación económica. Los marineros, por regla general, tenían que conformarse con la madera o el hierro forjado, y solían pintarlos de colores muy vivos, ya que aprovechaban la pintura que les sobraba de sus barcas. 



El balcón apoyado sobre columnas da lugar a los típicos soportales, que en Combarro, a diferencia de otras villas, no permite una circulación fluida de las personas, sino que surgen como simple elemento de sustentación. No podemos dejar de señalar que todos los balcones de la parte antigua de Combarro están orientados hacia el mar, y que cuando se construyeron todos ellos tenían unas vistas privilegiadas de la ría de Pontevedra, que era, al fin y al cabo, el lugar de trabajo de la mayoría de los vecinos.



En ambos extremos de “A Rúa” encontramos un cruceiro. En el primero volvemos a encontrarnos con la Virgen del Socorro dirigida hacia el mar,...


... mientras que el último reproduce una Piedad, es decir, una virgen con un Cristo en los brazos. Este último es uno de los más curiosos del conjunto, y también de los más antiguos, aunque se encuentra en muy buen estado de conservación. Data de 1721, y en un principio estaba ubicado en el centro de la actual “PRAZA DA FONTE”, aunque posteriormente fue desplazado a un lateral para dejar sitio a la fuente que acabaría dando nombre a la plaza. Este cruceiro se caracteriza, entre otras cosas, porque en la base de su columna muestra en relieve los símbolos de la Pasión y Descendimiento de Cristo (escalera, clavos, tenazas, martillo y corona de espinas). Antiguamente estaba policromado, aunque hoy en día ya no se aprecian restos de la pintura original.


Llegados al final de “A Rúa”, nos adentramos en la que es quizá la parte más desconocida del conjunto histórico-artístico de Combarro: “A RÚA CEGA”, es decir, “la calle ciega”. Se llama de esta forma debido a que es la única zona del viejo Combarro en que las casas no están orientadas hacia la costa, esto es, las únicas que no ven el mar. Se cree que en esta parte del pueblo los vecinos se dedicaban más a labores agrícolas, de ahí que las puertas de las casas sean mucho más amplias, para que un carro o el ganado pudiesen entrar fácilmente.


Al final de esta calle aparece otro CRUCEIRO (el sexto ya) en el que nos reencontramos con la Virgen del Socorro, que vigila la costa con su garrote en la mano. En este caso, observamos en el fuste una figura que representa a un alto cargo eclesiástico, y en la base de la columna reaparecen los símbolos del Descendimiento, recurrentes en este tipo de construcciones. Las figuras de la cruz son las más logradas de todos los cruceiros de Combarro, y también se caracteriza porque el fuste o columna representa el tronco de un árbol.


Continuando con el paseo, llegamos a la PLAYA DE PADRÓN, desde donde podemos disfrutar de una magnífica panorámica de la costa de Poio, Marín, y sobre todo de la de Combarro, única en el mundo gracias a la treintena de hórreos que la delimitan.



Llegamos así al tercer y último elemento fundamental del estilo urbanístico de Combarro: EL HÓRREO, convertido ya en símbolo y atractivo primordial de este pueblo para el turista convencional. 


Los hórreos son una especie de almacén o despensa donde antiguamente se guardaban los alimentos de la casa familiar, sobre todo maíz y patatas, pero también jamón o incluso pescado. Originariamente, en esta región las paredes eran de cañas trenzadas, y el tejado era de paja, de ahí que en esta zona se les denomine “palleiras”. 



En épocas posteriores se optó para su construcción por materiales más resistentes, como la madera o la piedra, y aproximadamente de esa época (siglos XVIII y XIX) son los ejemplos que se conservan en la orilla del mar.



Se colocan sobre columnas para evitar que la humedad del suelo o los ratones estropeen la cosecha. De hecho, las piedras circulares que hay sobre las columnas se llaman “tornarratos”, ya que su utilidad principal era impedir que los roedores llegasen al interior del hórreo.

 

En realidad, lo que hace de los hórreos de Combarro un elemento original y único en el mundo es, por un lado, la enorme cantidad de estas construcciones que se conservan (cerca de 60 en todo el pueblo), y la ubicación de 30 de ellos alineados a lo largo de la costa. 



La pregunta que se hace el viajero sorprendido es: ¿Por qué colocar un hórreo al lado del mar? La respuesta es muy sencilla, y refleja el espíritu práctico y funcional de los antiguos combarreses. Muchos de los vecinos de Combarro poseían tierras al otro lado de la Ría, por ejemplo en Campelo o Lourido, por lo que decidieron que el mejor medio para transportar las cosechas sería por mar, y para ello, nada mejor que colocar las despensas justo en la costa, para descargar directamente las barcas sin necesidad de transportarlos por los complicados caminitos que entonces existían.



No podemos irnos de la playa de Padrón sin echar un vistazo al séptimo y último cruceiro del casco antiguo. Se trata de una construcción moderna, data de 1997, y fue donado por una familia particular. Un visitante atento se dará cuenta de que es el único en el que el Cristo mira hacia el mar y la virgen hacia la tierra. Esto se debe a que en el fuste se encuentra una representación de la Virgen del Carmen, que por ser la patrona de los marineros ofrece mayor protección a los trabajadores del mar.


Si la marea está baja, podemos cruzar la playa hasta llegar al Peirao o antiguo puerto de pescadores. 


En caso de que haya pleamar, tendremos que volver sobre nuestros pasos por A Rúa y luego desviarnos a la izquierda.


El PEIRAO era el punto neurálgico del pueblo de Combarro. Aquí se realizaban las tareas de descarga del pescado, principalmente sardina, que era lo más abundante. En este mismo puerto tenía lugar la venta del pescado o su intercambio por productos agrícolas. Este trabajo también era realizado por las mujeres, ya que eran ellas las administradoras de la economía familiar. Aquí también se celebraban las fiestas populares.




Desde este punto, sólo nos queda seguir a la izquierda por la “RÚA DO MAR”, la calle más comercial hoy en día. 







A medida que la cruzamos seguiremos viendo los últimos hórreos alineados sobre el muro costero, algunos de bellísima factura,...









... y llegaremos al lugar conocido popularmente como “A GURITA”. Se trata de una gran roca granítica a la que se le dio en su momento la forma de una escalera. Por ella podremos acceder nuevamente a la plaza de Chousa, lugar donde empezamos la visita. 


En la actualidad es el punto de encuentro de los vecinos de Combarro, donde se celebran verbenas y actividades de todo tipo.


MERCADILLO

Llegado a este punto, al viajero sólo le queda disfrutar de la amplia oferta gastronómica, maravillarse con lo que ha visto y empezar a planificar su próxima visita a Combarro, el pueblo donde, en palabras del gran OTERO PEDRAYO, “el carro de labranza descansa al lado de la barca marinera”.



Agradecer a mi familia y mis buenos amigos, por esos magníficos momentos que he vivido con ellos en Combarro. Quedarán por siempre en mi memoria, gracias y espero repetir pronto.




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