El Castillo de Mesía se encuentra en la ribera izquierda del río Samo,
afluente del Tambre; en el lugar de A Pobra, parroquia de Bascoi. Municipio de
Mesía. A medio camino entre las ciudades de A Coruña y Santiago de Compostela,
dentro de la ruta del Camino Inglés a Santiago.
Probablemente los orígenes de esta fortificación remontan al siglo XIII,
sin embargo, las primeras noticias documentales que se conservan datan el siglo
XV, en 1401, donde se atestigua que fue construida por Gonçalvo Días de Mesía,
noble perteneciente a los partidarios trastamaristas en la guerra civil que
enfrentó a Pedro I el Cruel y el vencedor Enrique de Trastámara (S XIV), el que
después de su victoria, benefició con múltiples propiedades a sus aliados entre
ellos las tierras de Mesía, en favor de
Gonçalvo Días.
En 1462 y por herencia recogida de su sobrino, la fortaleza de Mesía,
pasa a manos de Gomez Perez de Mariñas, que en este periodo, por la revuelta
irmandiña de 1467,queda destruida.
Tras sofocar la revuelta, el arzobispo de Santiago Alonso II de Fonseca,
toma posesión de la jurisdicción y ordena la reconstrucción del castillo.
Permanecerá en manos del señorío de Santiago hasta la Batalla de Altamira, con
cuya derrota, los señores feudales recuperaron las posesiones que les fueron
usurpadas por Fonseca, volviendo a manos de Gómez Pérez de las Mariñas.
Pasó a su hija Dueña Ginebra y de
esta su hija Catalina, a la que de nuevo se la usurpa Alonso II de Fonseca,
haciéndose parte del patrimonio del arzobispado desde 1523.
CAPILLA DEL CARMEN. |
Verifica esta propiedad los restos que recuerdan esta incautación de
Fonseca, como el escudo tallado en la capilla del Carmen de estilo barroco, que
representa el emblema de este linaje.
ESCUDO HERALDICO DE FONSECA.
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Pero volviendo a su diseño inicial, estaba rodeada con una muralla de
forma ovoide y un foso, con tres torreones semicirculares.
Los muros conservados de las defensas, alcanzan los 2'5 metros de
espesor, y en algunos lugares conserva hasta 18 metros de altura. Conserva
también dos saeteras de más de dos metros de altura y amplio derrame interior
en el lado que mira al río.
También formaba parte de la muralla la torre del homenaje, de planta cuadrada y que sobresalía en altura sobre la muralla. Actualmente apenas son perceptibles los cimientos de su posible planta cuadrada.
Su función militar marca la austeridad de la construcción. En el interior se conservan varios muros divisorios. El conjunto estaba formado por diferentes dependencias: cortes, bodega, horno, molino, chimenea, puente levadizo, etc.
Sus ruinas fueron declaradas Bien de Interés Cultural en 1994.
Este lugar como todo aquel que se precie, cuenta con una leyenda,
En Mesía, aldea de la provincia de A Coruña, se conservan todavía restos
de un castillo que perteneció a D. Vasco Arias.
En el siglo XV moraba en el castillo la viuda de D. Vasco, una señora
apasionada, voluble, muy bella y lozana, a pesar de sus 50 años.
Por aquellos tiempos vivía un joven trovador llamado Juan Rodriguez
natural de Padrón, que por su arte, porte y gentileza, gozaba del aprecio
general y más todavía del aprecio de muchachas, señoras y doncellas.
Doña Laura de Rioboo ( La Infanzona, viuda de D. Vasco Arias ), sentía también por el joven un amor que se agitaba en ansias y deseos vehementes.
Pero el joven, después de algún tiempo de disfrutar de las mieles de la
infanta, se sintió prisionero de otra belleza más juvenil y más hermosa; porque
las flores cuando comienzan a abrir son más bellas que cuando empiezan a
descender hacia el ocaso.
Celos, cóleras y odio amargaron el corazón de Doña Laura además de que las lágrimas y congojas surcaron de arrugas sus mejillas.
Lo que más enojaba a la infanzona era que la amante era una de las
doncellas de su propio castillo. Espiaba y alguna noche la vio salir. Tan
ligera iba y tan pronto desaparecía, que no era posible reconocerla.
Llamó al alcalde del castillo y le ofreció una bolsa de doblas de oro si daba muerte a aquella mujer, cuando la viera salir del castillo hacia las ruinas de San Cristóbal, en donde al parecer, se reunía con su amante.
¡Oh,señora!, Por Dios no me pida eso. Yo soy viejo y no tengo valor para
hacerlo. Para los pocos años que me quedan de vida, déjeme vivir con mi
conciencia limpia. .. Y se arrodilló ante ella, sollozando suplicante.
Entonces, acércate a Mellid, a casa de mi primo Don Lope Peres de Senra, que vive en el pazo de Codesoso y ruégale en mi nombre que venga a verme.
Y cuando el señor Lope Peres de Senra llegó al castillo, Doña Laura, que
lo recibió en el secreto de su oratorio, le dijo: Os he mandado llamar, porque
de vos preciso en un asunto del que depende la felicidad de mi vida.
Señora; bien sabéis que estoy siempre dispuesto a serviros.
Pues hace algún tiempo, que he visto al trovador Rodriguez, y desde
entonces le amo como a nadie en el mundo. El, tiene otro amor y se aparta de mí,
¡ Ama a otra mujer! . Y esa mujer es una de mis damas, aunque no sé su nombre.
¡Es extraño! Dijo Don Lope. ¿Y qué queréis de mí? ¿Qué puedo hacer?
Como sale para estar con él las noches oscuras y sin luna, hacia las
ruinas de San Cristóbal, y teniendo que cruzar el puente la aguardareis oculto,
y cuando pase le daréis muerte.
Claváis vuestra daga en el corazón que con su amor trocó en martirio mi felicidad.
¡Matarla!
Sí. ¿No haréis esto por mí? … Pedidme lo que queráis, dinero……
¡No! ¡Yo no hago eso!
Mi hija... Podéis casaros con ella y después heredáis todos mis bienes.
¿Prometéis eso? Pregunto Don Lope, sintiéndose tentar por tal
ofrecimiento.
¡Os lo juro!
Entonces esta noche tendréis la cabeza de vuestra rival.
Pasada la medianoche, oyó ruido de lentas pisadas. Doña Laura se levantó
y abrió la puerta. Entrando su sobrino con las facciones descompuestas y los
ojos desorbitados en mirada de locura.
Don Lope…murmuró Doña Laura, de brazos abiertos. Y no dijo nada más; porque
aquella congoja que antes había sufrido parecía ahogarla, al tiempo que la
cabeza le dolía como si una corona de hierro se la oprimiera fuertemente.
¡Tomad, aquí la tenéis! Sacando de bajo la capa una cabeza de mujer.
Con rápido gesto y loca de alegría, la infanzona se la arranco de la mano
y, acercándose a la lámpara que alumbraba una imagen de la Virgen, la levantó
para saber quién era su aborrecida rival.
¡Oh!¡Dios mío!¡Mi hija! Gritó horrorizada. Y cayó sobre el pavimento,
donde quedó tendida e inmóvil.
Pocos días después, según cuenta la tradición, los moradores de las tierras de Mesía rendían homenaje al nuevo señor de la casa solariega, don Lope Peres de Senra, como más próximo pariente de Doña Laura de Rioboo (LA INFANZONA)
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