PUERTO Y PLAYA DE QUILMAS



El puerto de Quilmas está ubicado en una pequeña ensenada en el ayuntamiento de Carnota. Si miramos al mar desde este punto, vemos cerca de la costa las islas Lobeiras, La Chica, más próxima, y La Grande, algo más alejada. 

En el puerto de Quilmas aún se conservan los restos de las antiguas factorías de salazón y, su playa, es un enclave con historia ligada a los desembarcos piratas en la Edad Medieval.
 

El puerto se divide en dos: el puerto de arriba, donde nos encontramos un pequeño aparcamiento y la playa, una playa con una arena de color dorado que es usada por los vecinos para pasar las largas tardes de verano por sus aguas tranquilas y la escasez de embarcaciones en él,...
 

... y el puerto de abajo, que es donde los marineros del lugar arriban sus pequeñas chalanas y en donde se sitúan los restos de la antigua fábrica de salazón
 

En el ayuntamiento de Carnota, el proceso de salado de pescado fue una de las actividades más importantes. Según los archivos existentes en el ayuntamiento, los centros principales de salazón estaban situados en Quilmas, O Pindo y Portocubelo

En el 1870 había en Carnota siete fábricas de salazón, cinco en Quilmas y dos en Portocubelo. A principios de siglo, el número de fábricas se va reduciendo considerablemente, hasta el punto de que en 1913 no aparece ninguna registrada. 
 

En el año 1940 la industria de salazón vuelve a cobrar importancia, debemos tener en cuenta que se está iniciando la época de la posguerra y los salados son productos de consumo frecuente. A partir de 1955 no existen indicios de la existencia de fábricas de salazón en el ayuntamiento. Aunque se salaban jureles y otros pescados, lo más habitual era utilizar la sardina.


Para el proceso de salazón, lo primero era descargar el pescado de las lanchas, lo hacían en cestos de más o menos 250 piezas. Otras dos materias primas importantes eran la sal y la madera. La sal era llevada en lancha y se descargaba directamente en la factoría. Esto era debido a que hasta hace poco tiempo las comunicaciones por carretera eran reducidas y todo se producía en la aldea. La sal era uno de los pocos productos que había que importar y era menos costoso transportarlo por mar. La madera era necesaria para hacer los envases en los que se colocaba el pescado. 

SEÑALIZACIÓN RUTA DE SENDERISMO
 El pescado era descargado y se metían en los batiportes, donde se revolvían con la sal. Después pasaban al pío hasta llenarlo, se rellenaba con sal para no dejar ninguna pieza sin cubrir. Un pío cargado tendría unas 5,5 toneladas de mezcla de pescado y sal, lo que suponía cerca de 90.000 piezas. En este estado estaba entre trece y quince días.

Salado de la sardina sobre el batiporte y depósito de la mezcla en los pilos
Después del proceso de salado, las piezas eran sacadas y se metían el un batiporte o en una mesa donde, unas mujeres, llamadas envarilladoras, cogían el pescado y las enfilaban en unas varas de madera. Al mismo tiempo, el pescado era clasificado por tamaños. Una vez enfiladas, 25 piezas por cada vara, se pasaban a unos carros en donde eran lavadas. 

Otras mujeres, las estivadoras, desfilaban las varas y colocaban las piezas de forma radial en unas barricas de madera denominadas cascos. Estos eran de distintos tamaños, de menor a mayor había pipas, medias pipas, tercios, cuartos, sextos, novenos… En ellos se ponían las piezas de cinco en cinco, con el rabo apuntando al centro y la cabeza hacia fuera. Cuando el casco estaba lleno era llevado a una prensa para que los líquidos, que era aceite con salmuera, salieran por las paredes. Estes líquidos, llamados saín, eran recogidos y envasados en barricas para vender, puesto que se utilizaban como combustible para lámparas de aceite o para engrasar el cuero. 

LAGOA JUNTO A LA PLAYA
Una vez terminado el prensado, se fondeaban los cascos, esto es, ponerles el fondo. Una vez con el fondo puesto, se cerraban por medio de un aro de madera puesto por el interior del lado del casco y por encima de la tapa.

 Actualmente, en la fábrica de Quilmas sólo los muros se mantienen en pie, debido al abandono en el que se encuentra desde hace bastantes años, aún así, en el interior se reconocen claramente los restos de las instalaciones utilizadas para el salado de la sardina.
 
  



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