Vestigios de la época romana y altomedieval perduran los restos
localizados en los alrededores de la ermita de San Xiao do Trevo, en cuyos
muros se emplearon tejas y fragmentos de cerámica romana.
En nuestra visita, tuvimos mucha fortuna.
Primeramente por la compañía
durante el camino, del cariñoso perro de los dueños del chiringuito que se
encuentra de camino al FARO DE ORTEGAL, luego éste, busco una pelota que
tenía escondida en las cercanías de la capilla para que jugásemos con él.
Y
seguidamente, porque unos amables vecinos, nos ofrecieron las llaves de la
ermita para poder contemplar el interior.
LA ROMERÍA DE SAN
XIAO DO TREBO
Cada año, el último sábado de enero, se repite la tradición de honrar al
santo Xiao do Trebo, en la pequeña capilla próxima a Ortegal, construida sobre
un antiguo emplazamiento romano. Ya desde muy temprano, los vecinos recorren
por el camino viejo los dos kilómetros que separan Cariño de la ermita, para
disfrutar en los alrededores de la misma de una jornada de fiesta, como se está
haciendo desde hace muchos años.
Desde muy antiguo, el día de San Xiao supuso el inicio de las máscaras
para los vecinos de Cariño, que viven de manera especial el carnaval. Al llegar
a casa de vuelta de la romería, muchos cariñeses degustan por primera vez en el
año las típicas chaolas,
postre cariñés único, propio del carnaval.
LEYENDAS SOBRE SAN
XIAO DO TREBO
San Xiao era un humilde cazador y pescador casado con una hermosa joven.
Una mañana invernal partió de caza, y en su ausencia llegaron a su hogar sus
padres, empapados por la lluvia. La mujer de Xiao fue amable con ellos, y les
dió cobijo en la mejor habitación de la casa, la habitación matrimonial,
mientras les secaba la ropa en el fuego. Partió la mujer a buscar a Xiao para
advertirle de la visita, pero al mismo tiempo este regresaba por un camino
opuesto. Cuando llegó a casa y vió a una pareja en su lecho, pensó que su mujer
lo estaba engañando, por lo que herido por la ira disparó a ambos, consumando
el parricidio.
Al oir los disparos, la mujer de Xiao volvió, pero ya no había solución. Tales fueron la pena, el dolor y el arrepentimiento que sufrió el bueno de Xiao que acabó por convertirse en un santo.
Al oir los disparos, la mujer de Xiao volvió, pero ya no había solución. Tales fueron la pena, el dolor y el arrepentimiento que sufrió el bueno de Xiao que acabó por convertirse en un santo.
Otra tradición asegura que la actual figura de San Xiao que descansa en la hermida llego por mar hasta aquí, en tiempos de los piratas, que saqueaban todas las costas por las que solían pasar. Al acercarse a Cariño, los profanos asaltantes decidieron tirar al mar la pequeña y coqueta figura del santo, amarrándole una enorme piedra al cuello para hundirla. Pero el santo obró un milagro, liberándose de las ataduras y llegando a la costa cariñesa a nado.
Una vez allí, lo recogieron los marineros de la zona, que subieron la
figura por el acantilado para construirle, allí mismo, una hermosa capilla que
todavía perdura hoy en día.
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