En Galicia no podrás presumir de haberte sentido
un auténtico “Guiri”, si no te das un paseo en alguno de los barcos turísticos que
surcan sus hermosas rías.
En la estupenda visita que nos hicieron nuestros
amigos madrileños: Goyo, Carmen y el hijo de ambos, el primero no quería
perderse esa divertida experiencia de la que tantas veces le habían hablado. Fue poner un pie en el paseo marítimo del conjunto
histórico, artístico y pintoresco de COMBARRO,
ver lo letreros de las excursiones que se ofrecían por el paseo y expresar su enorme deseo de realizar el
viaje. ¡No podíamos negárselo!
La hermosa y entretenida travesía parte del
puerto de la villa y recorre el interior de la ría de Pontevedra, entre las
localidades de Poio y Marín, rodeando la Isla de Tambo y deteniéndose en uno de
los polígonos de bateas que pueblan este extraordinario paisaje, para retornar
nuevamente a puerto.
Nada más traspasar la bocana del puerto se divisa
la silueta de la bella ISLA
DE TAMBO, situada en el ombligo de la ría. Etimológicamente, algunos la
vinculan a Tálamon, padre de Teucro
(fundador mitológico de la ciudad de Pontevedra). Otra versión de la etimólogia
de Tambo indicaría que el nombre procede de "tombo" (túmulo).
Tiene una superficie de 28 hectáreas y alcanza
los 80 metros de altitud, en el monte San Fagundo. Es ovalada y tiene una típica forma piramidal
completamente cubierta de arbolado, especialmente eucaliptos.
Por el sur tiene una pequeña península
(llamada O Tenlo) que parece casi una isla vista desde tierra y que
cuenta con el viejo FARO DE TENLO.
Desde el embarcadero se puede ver la PLAYA AREA DA ILLA (al
Este) y la PLAYA DE ADREIRÁ (al Oeste del embarcadero), donde se
realizaban bautizos nocturnos a católicos protestantes a
finales del siglo XIX.
Existen estudios que sostienen que existió en la
isla un altar pagano construido como culto hacia el Dios Tomeóbrigo, e incluso
un templo dedicado a Neptuno. Los primeros indicios de habitación de la isla se
encuentran en la zona más elevada de la isla, donde existen restos de un
asentamiento castreño de la Edad de Hierro. La primera fundación monacal data
del siglo VI, llevada a cabo por San Martin Dumiense, una ermita que sería
transformada en monasterio por San
Fructuoso (del que queda todavía en pie la antigua iglesia monasterial
dedicada a San Miguel y la magnífica fuente), vinculado al convento benedictino
de SAN
XOÁN DE POIO. Dice la LEYENDA que San Fructuoso es Santo, porque
un discípulo lo vio andar sobre las aguas cuando la barca se les escapó, aunque
es probable que anduviese por la playa (con marea baja había muy poca
profundidad en la orilla norte de la isla y se decía que en algún momento, con
las mareas bajas, la Isla quedaba comunicada con las Playas de Combarro).
Luego se convierte en priorato bajo la advocación
de Sta. María de Gracia. Su imagen fue tirada al mar por el pirata Francis Drake en 1589,
que arrasó con el asentamiento benedictino de la isla. La imagen fue recogida
por los pescadores de Combarro que la escondieron entre sus redes. Existe
también un sepulcro antropomorfo medieval.
En el siglo XIX cobra una gran importancia el
pueblo de Marín (Líneas transatlánticas). Se constituye un lazareto para cuarentena de
tripulantes o pasajeros que pudieran padecer enfermedades contagiosas. Funcionó
hasta 1879, año en el que fue clausurado, siendo trasladado a la isla de San
Simón, en la ría de Vigo, debido al auge de la ciudad en aquella época.
En 1943, con la llegada de la escuela naval a
Marín, la isla se convierte en arsenal y almacén de pólvora subterráneo, e
incluso en la década de los 50 hubo un intento de construir una pista de
aterrizaje para aviones militares. Hoy en día pertenece al Ayuntamiento de Poio
pero la vigilancia sigue estando a cargo de la Escuela Naval de la Armada en
Marín y no se permite el desembarco.
Sus aguas atesoran una gran diversidad marisquera
y pesquera: berberechos, almejas, navaja, chocos, vieiras y ostra plana (es uno
de los pocos bancos naturales existentes en Galicia de esta especie).
Es fácil
divisar por aquí, manadas de delfines y aves marinas como las gaviotas,
cormoranes, charranes y garcetas, estas últimas sobre los árboles.
Continuamos navegando, rodeando la isla por el
costado más cercano a la población de Marín, donde se encontraba atracado el buque
escuela Juan
Sebastián de Elcano y del que solamente pudimos
observar sus cuatro majestuosos mástiles llamados: Blanca, Almansa, Asturias y Nautilus (nombres de cuatro buques
escuela que lo precedieron).
La que sí abordamos, imitando las hazañas del pirata Drake, pero con nuestras cámaras fotográficas
como únicas armas y llevándonos de botín alguna instantánea, fue a la fragata
Méndez Núñez (F-104). Es una fragata de la clase Álvaro de Bazán y recibe
su nombre en memoria de Casto
Méndez Núñez, contraalmirante español del siglo XIX.
La siguiente parada en el pasaje, fue en una de
las muchas bateas fondeadas en esta generosa ría, dónde la tripulación del Pelegrin
nos mostró el proceso de cultivo de Ostra, Vieira y Mejillón, izando las
cuerdas hundidas en estas agraciadas aguas, de las que penden los exquisitos y
preciados manjares.
Durante el trayecto de vuelta a puerto, además de
descender a los visores de los fondos marinos,...
... pudimos degustar, servidos por el
personal del barco, los mejillones al vapor (de lo que tanto le habían hablado
a mi amigo) así como navajas, acompañados de vino y refrescos.
Fue el momento
más divertido del viaje, la música ambiental con ritmos pegadizos, ahora sonaba
más fuerte y la tripulación nos invitaba seguir la letra de estas y hasta nos
arrancaba algún que otro meneo de cintura. Así, siguiendo el compás de las
canciones descendimos del barco, habiendo disfrutado de un estupendo paseo, con
una maravillosa compañía y que siempre nos quedará en el recuerdo.
Gracias Goyo, Carmen y Javi.
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