ESCULTURA FUNERARIA DE LA CATEDRAL DE OURENSE

Hasta ahora la escultura funeraria ha contribuido a enriquecer nuestro patrimonio cultural haciendo que Ourense sea una provincia rica en este tipo de escultura. Como ejemplo para confirmar esto, basta que hagamos un breve recorrido por la CATEDRAL que nos va a permitir poder valorar la riqueza artística, la evolución de los estilos y el cambio de gustos a través de los siglos, pues encierra un completo e interesante catálogo desde el siglo XIII al XIX.


SEPULCRO DE LA INFANTINA.- Al realizar las obras en la Capilla Mayor de la Catedral para asentar los sitiales del coro (trasladado hace poco más de cuarenta años de su emplazamiento en la nave central), se descubrió en la zona contigua al mausoleo del Obispo Desconocido existente en el muro de la Epístola de dicha Capilla, un pequeño túmulo formado por urna sepulcral decorada con estriada y fina tracería de tipo morisco, que cobija blasones y cubierta por la figura yacente de una niña. 


Fue colocada entonces en el bancal que corre por el muro de la nave menor del Evangelio (que aquí presenta una vistosa y delicada ornamentación ojival que parece perteneció al CORO MEDIEVAL PÉTREO DE LA CATEDRAL, como también podremos contemplar en el SEPULCRODEL OBISPO DON LORENZO), quedando cobijado por el arco del ventanal correspondiente a la CAPILLA DE LAS NIEVES.


El Sr. Barros Sivelo en su estudio “Antigüedades de Ourense”, publicado en 1874 en el “HERALDO GALLEGO”, se refiere a una infanta de Castilla enterrada en la Capilla Mayor de la Catedral, y en cuyo sepulcro se veían reproducidas las armas de Castilla y tres flores de lis. El Sr. Barros acusaba una inmediata relación entre éste pequeño túmulo funerario de infantina y el gran mausoleo del Obispo Desconocido existente en la Capilla Mayor. No solamente la tracería morisca cobijando blasones, que cubre los frentes de aquella pequeña urna, y que muestra también, el mismo arte que distingue a una y otra escultura yacente, obliga a juzgarlos sumamente ligados tanto en época y arte, como por una misma relación familiar. De todos modos, por hoy, ambos personajes se pierden en el anónimo de su identificación. Fernández Ojea cree se trata de Isabel de Castilla y Aragón, hija de Alfonso X el Sabio y Violante de Aragón. Algunos autores hablan de una hija del infante Felipe de Castilla y de Margarita de la Cerda, aunque estos, se sabe, no tuvieron descendencia legitima, y están ambos enterrados en Allariz. Para otros, también atribuido a Leonor de Castilla, hija de Fernando III el Santo y Beatriz de Suabia,


En el frente de la urna, la tracería enmarca tres escudos, siendo iguales los dos de los extremos. El central ostenta como armas un castillo entre dos leones rampantes, y los que lo flanquean, un castillo, sobre él, un león y tres flores de lis en palo.


La figura de la adolescente aparece extendida sobre la pequeña arca cineraria. Muéstrase vestida con túnica ajustada por larga botonadura que alcanza hasta el cuello y cubierta por una holgada capa, que sujeta por el lado derecho con la mano izquierda, en tanto la derecha descansa extendida sobre el pecho. 


Toca su cabeza con un corto velo, que se abre sobre los hombros y deja asomar los largos y rizados bucles de la cabellera. Muestran el producto de una arte carente de artificios y de rebuscados recursos técnicos, pero saturado de sincera y ponderada inspiración que marcha, ya, por la senda que conduce a la verdadera y pura emoción plástica en que va a desembocar, el arte al final de la Edad Media.


SEPULCRO DE OBISPO DESCONOCIDO.- Emplazado en el muro del lado de la Epístola de la Capilla Mayor y correspondiendo al segundo tramo, constituye uno de los más originales y extraordinarios monumentos sepulcrales de Galicia. Su exuberante y extensa labor escultórica, la agobiante preocupación ornamental y el aparente empeño en alcanzar una elevada calidad artística y representativa, dicen bien claramente la importancia que debía ostentar el personaje al cual fue destinado. Por ello, más que singular, sorprendente, resulta el hecho de que, al menos por hoy, se desconozca en absoluto su nombre y que ni tan siquiera se sepa a ciencia cierta si ha llegado a ser ocupado alguna vez. Ninguna inscripción, ninguna alusión, dato o reseña documental, permite rasgar el incógnito de la noble figura episcopal yacente sobre la tapa de la decorada arca. El desconocimiento de su identidad no es óbice para adscribirlo estilísticamente a una tradición escultórica ourensana a la que también estarían ligados otros sepulcros existentes en la misma catedral, como los de la familia Noboa o el de la Infantina antes mencionado.


Forma el conjunto un grande y profundo arco, suavemente apuntado, abierto en el frente decorado con tres fajas de igual ancho cubiertas de esculturas. Descansa el arco sobre avanzados basamentos también esculpidos con esculturas en una especie de ancho friso en el tercio superior, en tanto los dos restantes se distribuyen fajas ornamentales con entrelazos geométricos que engarzan blasones unos y quimeras otros. El friso y estas fajas vuelven al interior del hueco, quedando solo al descubierto en el frente de fondo el primero, ocultando lo demás el arca funeraria.


Este arca, que descansa sobre los lomos de tres leones, aparece cuidadosamente decorada con una tracería de cercano sabor islámico, enteramente similar a las que existen en la CATEDRAL DE SANTIAGO procedentes de la obra del primitivo CORO PÉTREO, construido por el Maestro Mateos hacia el año 1170, y que fuera desmontado a comienzos del siglo XVII para su sustitución por el de madera, también retirado para liberar la nave mayor. Esta tracería que se desarrolla en el sarcófago, es de dos cuerpos y cada motivo encierra un blasón, que alterna bandas terciadas con un águila explayada. El blasón representado por las barras terciadas puede ser de los Amaya o de los Amoeiro; el águila fuel el signo heráldico del Cabildo Catedralicio de Ourense.


Sobre la tapa del arca se halla la estatua yacente que aparece revestida de todas sus galas e insignias pontificales. La casulla, de corte medieval a manera de capa recogida para dejar libres los antebrazos; la estola; el manípulo y la mitra, están decorados con muy dibujadas cenefas. 


La cabeza descansa sobre tres almohadones, el brazo derecho sobre el pecho y el izquierdo sostiene el báculo, que aparece cubierto con el “panissellus” o faja bordada enrollada desde el nudo de la voluta. Luce ésta, una prolija y hábil talla representando una figurita de ángel, de larga cabellera, que forcejea por liberarse del agobio del follaje del tallo que lo envuelve.


Los basamentos o zócalos que reciben el arco y que flanquean y cobijan el sarcófago, presentan en la parte inferior cuadros alargados en los que aparecen esculpidos en relieve lebreles y quimeras. Sobre ellos se desarrollan paños cubiertos con la misma tracería que luce el sarcófago, pero desarrollada aquí a mayor escala y también en dos franjas horizontales. La inferior contiene los mismos motivos blasonados, en tanto la superior sustituye los blasones por distintas figuras de caprichosa intención representativa, tales un guerrero con maza luchando con una fiera, otros guerreros, alguno con corona real, disparando flechas, monstruos alados, etc.




Sobre estas fajas hállase la ancha banda que corre todo el ancho del conjunto, penetrando al interior para seguir por el fondo, y en la cual se representa con figuras de medio relieve el cortejo fúnebre formado por veinticuatro figuras; obispos, capitulares, monjes y servidores del culto que portan cruces procesionales, báculos, acetres, etc. En el lado interior de la derecha de esta banda se representa la escena de la Anunciación. 



Sobre esta banda o friso así decorado, en el tímpano que forma el arco, se representa en alto relieve a la virgen con el Niño entre dos ángeles turiferarios, en tanto otros dos, uno a cada extremo de la base del tímpano, sostienen arrodillados sendos cirios.


El arco muestra su intradós totalmente esculpido luciendo en medio relieve las figuras de veintiocho ángeles, distribuidos de tres en tres y que portan decorados cirios e incensarios.


En la clave, que recibe la suave ojiva del arco, aparece representado un grupo formado por dos ángeles que elevan en sus brazos la figura del Prelado, que aparece revestido con su atuendo episcopal y en actitud orante.


Todo el frente que flanquea y rodea al arco, se dedica a la representación del Juicio Final. En las enjutas del arco se representa un sarcófago con sus tapas algo levantadas para permitir el paso de los cuerpos, resucitados al toque de las trompetas que hacen sonar ángeles, en tanto otros conducen de la mano a las almas. 


En la zona inmediata superior vense, también, ángeles turiferarios, a la vez conductores de los pequeños y desnudos cuerpos, y otros portando cirios, dirigiéndose todos hacia la figura sedente de Cristo, tocada con corona real, en la mano izquierda el mundo y la derecha en actitud de bendecir y que ocupa el centro del friso superior entre figuras de ángeles, que conducen a su presencia los pequeños cuerpos de las almas, quedando siempre a los extremos las figuras de los trompeteros que así flanquean la composición. Una cornisa con discreto vuelo se decora con una fila de estrellas de seis puntas inscritas en círculos, salvo las dos que corresponden al nimbo del Cristo, que muestran el sol y la luna. 


Este original monumento sepulcral gótico es, sin duda, importante pieza integrante de los valores artísticos que posee el templo ourensano y que algunos datan a comienzos del s. XIV.

SEPULCRO DEL ARCEDIANO DON JUAN DE DEZA.- († 27 de Febrero de 1506) Emplazado en el muro envolvente del segundo tramo de la girola, por su lado Norte, y en un lucillo situado a cierta altura a causa de corresponder esta zona del templo, antes de la construcción de la girola en el siglo XVII, a la capilla menor del Evangelio. La escultura yacente que representa a D. Juan de Deza, Arcediano de Búbal, canónigo, abad de Villaza, constituye una interesante manifestación de arte funerario de Galicia. 


Un simple marco de tardía decoración gótica bordea el lucillo, cubierto por un arco partido de avanzada forma renaciente. La bella escultura yacente descansa sobre gran arca funeraria. La cual presenta su frente cubierto por larga inscripción, de finos y menudos caracteres góticos. En esa inscripción consta que construyó las capillas (nichos sepulcrales) de los mártires San Primitivo (sobre esta arca) y San Facundo (situado en frente), cuidados nichos abiertos a cierta altura a ambos lados de la antigua capilla menor del Evangelio, y hoy respetados en la girola en su primer emplazamiento. 


Las urnas que guardaban las reliquias de los santos descansan sobre dos poyos graníticos que en su frente lucen el escudo con las armas de Don Juan de Deza: cinco flores de lis en sotuer con orla de ocho castillos.


SEPULCRO DEL BACHILLER DON ALONSO GONZÁLEZ.- († 1460) En un lucillo sepulcral semicircular y de simple y arquitectónica traza, abierto en el muro de la nave menor del Evangelio y hacia los pies del templo, hállase este monumento sepulcral.


Sobre el frente de las dovelas centrales del arco, se extiende una inscripción grabada en perfectos caracteres góticos que dece así: “Aquí ias el honrado bachiller Alonso Gonzalez canónigo de Santiago e Ourens flesceu ano de mil e CCCC e LX años”.


Tiéndese sobre el sarcófago la figura del personaje. Viste ropas talares, descansando la parte superior del cuerpo sobre sendos libros, las manos juntas sobre el pecho y los pies apoyan, también, sobre un libro. Su cabeza se toca con un casquete o gorro. Un pequeño ángel arrodillado aparenta sostener con el brazo izquierdo la cabeza, en tanto el derecho se extiende para asir con la mano una larga filacteria.


Parece ser se le apellidaba, también, del Padrón, lo cual indica haber sido el lugar de su nacimiento la histórica y hermosa Villa PadronesaEste personaje, que por origen, vecindad y fecha, puedo haber sido no sólo conocido, sino amigo de la infancia de los famosos trovadores y poetas Juan Rodríguez del Padrón y Macías el Enamorado, sin duda sobresalió notablemente por sus estudios y dominio de la ciencia jurídica, pues a ello parecen aludir los grandes libros sobre los que la mitad superior de su efigie sepulcral descansa.


Los tres escudos que figuran en el frente de la yacija, parecen lucir los de los extremos las ondas de los Marín o Mariños, y el del centro, con figura de guerrero asiendo un árbol, el de Monte o Mon, no siendo posible por hoy aclarar esta procedencia familiar. Lo que no puede ser objeto de suposición o duda, es la gran estimación que el Cabildo ourensano concedía al personaje al cederle lugar tan preferente para su enterramiento.


SEPULCRO DEL CANÓNIGO CARDENAL DON FEBOS RODRÍGUEZ.- († 22 de Noviembre de 1588) En la espaciosa CAPILLA DE LAS NIEVES está un gran lucillo, revestido de arquitectónica decoración de arte renaciente. 


Sobre el arca hállase la estatua orante del difunto ejecutada en madera policromada. Viste hábitos sacerdotales, la cabeza descubierta y las manos derechas se extienden hacia adelante. 


Sobre el arca aparece la inscripción: D.O.M. “PHEBO RODRÍGUEZ CANONICO CALDINALI HUJUS ALME ECCLESIE VIRO NOBILITATE INGENIO MAGNIFICENCIA AC VIRTUTIBUS PRECLARO LICENCIATI GUNDISALVUS AC JOANNES PEREZ DE NOBOA CANONICUS FRATES SACELLUM HOC DEIPARE VIRGINIS MARIE AD NIVES DICATUM UT IN EO A SEPTEM SACERDOTIBUS…ETC”. “OBIIT DIE 22 NOVEMBRIS ANNO 1588 AETATIS VERO”.


Es una hermosa escultura debida, probablemente, al arte del escultor Juan de Anges, autor, con Diego de Solís, del CORO de esta Catedral y del retablo de la misma CAPILLA DE LAS NIEVES, entre otras múltiples obras realizadas por distintos puntos de la provincia.

SEPULCRO DEL CARDENAL DON PEDRO QUEVEDO Y QUINTANA.- († 28 de Marzo de 1818) En un arco semicircular, sobre un basamento, se halla la urna sepulcral, ejecutada en blanco mármol de Carrara. Es esta obra del escultor catalán D. Antonio Solá y fue costeada por el ilustre gallego Don Manuel Fernández Varela, Comisario General de la Cruzada, protector de las artes y devoto admirador de las virtudes que adornaron la memoria del Cardenal Quevedo El frente lo ocupa el epitafio enmarcado por fina moldura y flanqueado por los escudos de armas del Cardenal. 


Sobre el arca un segundo cuerpo del mismo mármol, muestra tres relieves que representan, en un disco central, el busto del Cardenal, de perfil, cubierta la cabeza de la birreta y al cuello la Gran Cruz de Carlos III y el pectoral, y a los lados, la figura de la Caridad con dos niños desnudos, a los que da el pecho y sostiene, respectivamente, y una representación alegórica de la Fuerza en una figura femenina apoyada en una clava y cubierta la cabeza y la espalda con una piel de león. 


Bajo el busto del Cardenal y entre dos figuras alegóricas se lee: 
Manum suam aperuit inopi.
Ea palmam suam extendit ad pauperem
Firmus in via Domini pro justitia
Patriae legum
Usque ad mortem certivit


SEPULCRO DEL OBISPO DON LORENZO.- († 1 de Enero de 1248) De los estudios de Arteaga y Dominguez Fonseca, se deduce que el Obispo Lorenzo fue sepultado en el costado de la nave del evangelio y lugar inmediato a la puerta de la Capilla de San Juan, en la cual se daba sepultura  a los obispos, más con motivo de la reconstrucción de esta capilla en el s. XV,  o de la edificación de la contigua de las NIEVES a finales del s. XVI, se trasladaron las cenizas y la estatua yacente del Obispo al lugar que hoy ocupan en el costado de la nave de la epístola, y poco antes de alcanzar la entrada al antiguo vestuario, hoy MUSEO CATEDRALICIO.


El Obispo fue el más ilustre de todos los canónigos de la tercera generación de profesores de la Universidad de Bolonia, en su momento de máximo esplendor, primeros años del siglo XIII. Se le reconoció en toda Europa, como el más distinguido Maestro por su principal aportación a los textos para el estudio del Derecho Canónigo, siendo autor de una colección de tratados. Alfonso IX, Rey de Galicia y León, le llamó para que regresara a España a fin de organizar la fundación de la Universidad de Salamanca, lo cual tuvo lugar el año 1219. El año anterior había sido nombrado Obispo de Ourense, sirviendo de este modo al propósito del Rey de mantenerle en España. El Obispo Don Lorenzo que fue Arcediano de la Catedral, inicia su pontificado en el año 1218, y durante su largo mandato, treinta años, dio tan formidable impulso a las obras del templo catedralicio, que su contemporáneo Don Lucas de Tuy le atribuya la edificación total, si bien hoy sabemos que fueron sus antecesores, Don Pedro Seguín y Don Alfonso I, quienes realizaron las dos primeras etapas constructivas. Destaca sobremanera como Obispo constructor, pues a él se deben, además de la gran etapa final del templo, el PÓRTICO DEL PARAÍSO, y buena parte de la edificación del PALACIO EPISCOPAL. De su iniciativa es, también, la gran empresa de reconstrucción del famoso PUENTE SOBRE EL RÍO MIÑO, de cuya obra romana tan solo debían permanecer en pie los pilares.

PÓRTICO DEL PARAÍSO
El sepulcro con su lucillo fue trasladado íntegramente al lugar que hoy ocupa, salvo la yacija, pues la tapa, sobre la cual se halla tendida la figura yacente del Obispo, descansa actualmente sobre el bancal pétreo que corre, a manera de zócalo, por los muros interiores del templo, aquí decorado con vistosa y delicada ornamentación ojival que parece perteneció al CORO MEDIEVAL PÉTREO DE LA CATEDRAL, como también pudimos contemplar en el SEPULCRO DE LAINFANTINA. Cabe suponer que los restos habrán sido depositados en cobija abierta en este bancal.


El conjunto sepulcral está formado por un lucillo cubierto por arco en mitra que recibe en su frente y en cada lado, una decoración formada por dos ángeles, turiferario uno y luminario el otro, para culminar en el vértice o piñón la escena, tan frecuente, de la recepción del alma del difunto. Sobre una fina imposta moldurada, que corre separando el cuerpo superior del arco del cuerpo propiamente sepulcral, aparece empotrado en el tímpano de fondo, un grupo escultórico que representa a la Virgen con el niño en brazos entre dos ángeles que portan ciriales.


La figura yacente aparece revestida de pontifical y sostiene con la mano izquierda el báculo, con su “panisellus” enrollado, en tanto la derecha descansa sobre el pecho. La cabeza, tocada con decorada mitra, descansa sobre doble almohadón, teniendo sobre el superior grabado un pequeño blasón, que se repite en el manípulo, y consiste en siete barras terciadas.


SEPULCRO DEL OBISPO DON VASCO PÉREZ MARIÑO.- († 1343) Según Muñoz de la Cueva, fue natural de la antigua casa de la Sierra, junto a Pontevedra. Murguía sostiene como evidente que fue natural de FISTERRA, donde tenía su casa patrimonial, por él donada a la iglesia de Ourense, juntamente con la villa de Fisterra y el próximo y antíguo lugar de Duio. Si consta que de aquellas tierras del extremo N.O. de Galicia, trajo la famosísima y venerada imagen del CRISTO CRUCIFICADO, que se da como obra de un escultor denominado Nicodemus.

Santo Cristo de Fisterra

Hállase este hermoso monumento sepulcral emplazado en el muro accidental del brazo Norte del crucero, y dispuesto de modo que se encuentra enfrente de la CAPILLA DEL SANTO CRISTO. Un gran arco trebolado protegido por un gablete con torretas a manera de pináculos de fino gusto gótico, cobija el gran sarcófago. Carente de inscripción alguna, este monumento muestra también, los dos escudos, que en alto flanquean el esbelto gabete ornamental, vacíos, lo cual hizo suponer al Obispo Muñoz de la Cueva, que de ellos fueron raídas sus armas.


Sostenido por tres leones, presenta su frente decorado con una arquería prolijamente esculpida y compuesta por siete arcos con pequeñas figuras en bajo relieve que componente entre sí la escena de la Epifanía. En el Arco central aparece la Virgen sentada presentando al Niño, que descansa sobre su rodilla derecha y recibe el agasajo del rey Mago que arrodillado ocupa la arcada inmediata. A la izquierda de la Virgen la otra arcada muestra la figura sentada y dispuesta de frente de San José, en tanto los restantes arcos enmarcan las figuras de los Reyes y dos acompañantes de difícil identificación.


Sobre el sarcófago descansa la voluminosa figura yacente del Obispo Don Vasco Pérez, que viste ornamentos pontificales y sujeta el báculo, envuelto en el panisello, con la mano izquierda, en tanto la derecha se eleva para bendecir.


En el Tímpano aparece una escultura de bulto redondo del Salvador. Hállase sentada y mostrando las llagas de sus manos. A ambos lados están dos estatuas, también de bulto redondo e idéntica escala, que, de rodillas y en perfil, le rinden homenaje. A los ángulos, dos pequeños ángeles con instrumentos de la Pasión completan el conjunto.


Este mausoleo constituye, sin duda, una de las más bellas muestras de escultura gótica existentes en Galicia, pues puede juzgársela como creación artística carente de paralelos más o menos inmediatos. Tan solo podría reconocerse una cierta identidad artística, entre ella y la obra del claustro catedralicio. No puede negarse la existencia de una misma elegancia, delicadez y graciosa finura representativa, en los relieves animados del sarcófago y en las contadas escenas reproducidas en los pequeños capiteles del claustro.

SEPULCROS DE DON JUAN DE NOBOA VILLARÍN, CANÓNIGO TESORERO DE SEVILLA Y DE UN CABALLERO DE LA CASA VILLAMARÍN.- Construidos en 1592. En la antigua capilla del Rosario, existente hasta su desaparición en el trascoro de la Catedral, fundó Don Juan de Noboa y Villamarín un patronato por el cual adquiría el derecho de sepultura para él y sus sucesores. El sepulcro de éste, con su estatua orante, estaba instalado en un nicho de arco semicircular abierto en el costado de la derecha de la capilla. 


En el costado izquierdo abríase otro nicho similar que contenía el sepulcro de un Caballero de la Casa de los Villamarín. Al desaparecer el coro se trasladaron con gran cuidado y respeto, a la CAPILLA DE SAN LUCAS, fundada el año 1606 por el Licenciado D. Lucas Calderón, Maestrescuela y doctoral. Las figuras orantes de estos dos personajes, algo menores del natural, son de mármol policromado. La acción del tiempo oscureció notablemente los colores hasta el punto de ser imposible hoy reconocerlos, no obstante, el tono general adquirido por el mármol dota a las figuras de una sobre distinción y noble calidad.


El sepulcro del Canónigo D. Juan de Noboa presenta en el frente del arca la inscripción siguiente: “DEI. OPTI. MAXI. ET INTEMERATAE VIRG. MAE. CULTUI JOA. A NOBOA VILLAMARIN. THESAURARI. HISPALEN HOC. SACELUM. INSTRUIXIT. HORNAVIT ET DOCTATIVI ANNO 1592. EXPECTO DONEC. VENIAT INMUTATIO MEA.”


La figura, de rodillas, envuelto en los hábitos corales, con las manos derechas y la cabeza descubierta, tiene delante un atril macizo, también de mármol, sobre el cual descansa un libro abierto.


En el sepulcro de la izquierda una inscripción similar dice: “ES DE LOS SS. NOBOAS DE VILLAMARÍN. QE AQUÍ HIZO TRASLADAR D JUO DE NOBOA VILLAMARIN. THESORERO DE SEBILLA HIJO DE GRO RES DE VILLAMARIN DE DOÑA INÉS DE RIBADENEIRA. SS. DE LA CASA QE FUNDÓ ESTA CAPILLA. AÑO 1592.”


La del Caballero, cubierto con su armadura, las manos derechas, la cabeza descubierta  la celada y las manoplas sobre un bajo cojín, inclinase hacia adelante en actitud recogida. Respecto al posible autor de estas esculturas, existen algunos datos que señalan al maestro de cantería Antonio Díaz, vecino de Ourense.


SEPULCROS DE LOS SANTOS MÁRTIRES SAN FACUNDO Y SAN PRIMITIVO.- Como se indicó anteriormente, fueron construidos en los primeros años del siglo XVI por el Arcediano Don Juan de Deza, para colocar dignamente en ellos las reliquias de los dos Santos, que a últimos del siglo XII fueron traídas a la Catedral. Hállanse en los muros a ambos lados y a cierta altura del segundo tramo de la girola por su parte Norte. 

Sepulcro de San Primitivo

En pequeños nichos enmarcados con molduración y adornos de recuerdo aun gótico, pero cubierto ya por arcos rotos de factura renaciente, que aun admiten una calada ornamentación floral gótica y de distinto motivo en ambos, cobíjanse las reducidas urnas, lisas, sobre las cuales graciosamente se tienden las figuras yacentes que representan a los mártires. Ambrosio de Morales en su “Viaje” dice que estos sepulcros y sus nichos estaban pintados y dorados. Murguía los vio cubiertos de cal y proponía ejecutar su limpieza con el máximo cuidado para ver de descubrir dorados y pinturas, pero a continuación, da la noticia del bárbaro repicado que hizo desaparecer todo vestigio de policromía. Los escudos que cubren los frentes de los soportes de las pequeñas yacijas lucen el blasón de Don Juan de Deza.

Sepulcro de San Facundo

SEPULCROS DE OBISPOS EN LA NAVE MENOR DE LA EPÍSTOLA.- Uno de ellos, contiguo al atribuido al Obispo Don Lorenzo, le supone Domínguez Fontela perteneciente al Obispo Don Alfonso, uno de los constructores de la Catedral auriense. Repite el tipo del sepulcro de Don Lorenzo, salvo la falta del decorado arco que aquel exhibe y que aquí se reduce a un simple arcosolio semicircular. 


El atuendo pontifical, mitra, báculo en la mano izquierda y la derecha con el pulgar, índice y corazón, extendidos en actitud de bendecir, sigue fielmente la disposición de aquel sepulcro, no obstante, es patente la menor calidad artística, la ejecución más tosca, más angulosos los paños y más duro el modelado del rostro. 


En los dos almohadones sobre los que descansa la cabeza, parecen grabados pequeños escudos, que muestran lleno el campo uno y cruz trebolada latina el otro.


El contiguo sepulcro, abierto en lucillo semejante al anterior, presenta idéntica disposición, si bien su esquematismo es todavía más acentuado. Procede, sin duda, del mismo taller el anterior, pues si bien es fácilmente apreciable su descenso artístico, ello se debe a estar tallado en un granito más blando, perdiendo en su ejecución vigor y calidad en el movimiento de los paños.


El sepulcro del siguiente tramo de la nave  mantiene la misma rigidez plástica,... 


...pero aun es mayor aquí la estilización del alargado rostro, perdido su modelado en simples trazos representativos. 


Para Domínguez Fontela este sepulcro pertenece al Obispo Don Álvaro Pérez de Biezma.


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