El puente de Cernadela, es uno de los cuatro puentes de origen romana que atraviesan el Río Tea en su recorrido, junto al de FILLABOA, en SALVATERRA DE MIÑO, el de AS PARTIDAS, y el de LOS REMEDIOS, ambos en PONTEAREAS.
PONTE DA FILLABOA |
PONTE DAS PARTIDAS |
PONTE DOS REMEDIOS |
Desde su nacimiento, entre la Sierra do Suido y la sierra de Faro de Avión, en el límite de las provincias de Ourense y
Pontevedra, bajando por las tierras de Covelo conformando el valle que lleva su
nombre, su curso sigue por Ponteareas para desembocar en el río Miño, ya en la
parte de SALVATERRA DE MIÑO, en la raía con Portugal.
A su paso por Mondariz divide el valle en dos
partes que están, ya en la actualidad, unidas por varios puentes que facilitan
la comunicación entre las dos riberas, pero este, el de Cernadela, es de origen
romano.
Los romanos organizaron vías de
comunicación entre las principales ciudades y otras poblaciones secundarias de menor entidad, para facilitarles el acceso a lugares de interés
para ellos, como las minas de diferentes metales o termas, facilitando el cruce
de los ríos, al adecuar puentes.
Una de esas vías, exactamente la XVIII del
itinerario de Antonino pasaba por Mondariz, atravesando el río Tea y cruzando el valle, para esto fue necesario
construir este puente.
La construcción del puente significó para los
habitantes de Mondariz un paso importante en su futuro, no sólo en el aspecto
económico, sino que mejoraron extraordinariamente en el aspecto cultural, al
tener una relación y un contacto permanente con la guarnición romana que allí
se instaló, demostrado por las excavaciones realizadas en 1958, donde
aparecieron una estela antropomórfica, dos lanzas de hierro y restos de cerámica
romana, que
actualmente se conservan en el museo de PONTEVEDRA.
En la edad media fue puente de paso obligado en la ruta de los arrieros, que transportaba el vino y el pescado desde RIBADAVIA al puerto de Redondela. Para salvar el río tenían que pagar, este
pago se denominaba "portaxe".
La construcción actual es del siglo XV, con
posteriores reformas en los siglos XVII y XVIII. Está compuesto de cinco arcos
de estilo ojival, menos el central que es de medio punto.
El Puente comunica los barrios de Ceo
(parroquia de Mondariz) y Cernadela (parroquia de Riofrío) entrambos extremos.
En los dos lados del puente existen dos antiguas
edificaciones que servían de posada a los “calexóns” ó arrieros, que cruzaban
con sus carros.
Sobre este paso, exististe una LEYENDA que
cuenta que: Años más tarde, cuando el puente ya estaba
construido, pasó una mujer en estado avanzado de gestación, se encontró muy
mal, precisamente en la cumbre del puente, cayó sobre las losas, y de allí no
había forma de moverla. No hubo fuerza humana que la levantara del viaducto,
hasta que fue llamado un eremita muy apreciado en la zona; una vez llegado al
lugar y vista la situación de la mujer, cogió del río agua en una vasija
metálica que llevaba consigo, la derramó sobre su vientre al tiempo que
pronunciaba en latín: "In nomine Patris, de Filie et de Spiritu Santi. Amén".
La mujer se notó bien de repente, poniéndose en pie y moviéndose sin ninguna dificultad. A los pocos días, dio a luz sin ningún tipo de problemas a un hermoso niño, al que le pusieron de nombre Cernadelo.
Importantísimo debió ser el Puente de
Cernadela en la vida cotidiana de la comarca de Mondariz y no deja de ser
curioso, los aspectos añadidos que la gente del lugar le dio con el paso del
tiempo, como su propiedad para la fertilidad sobre las mujeres que tenían
dificultades para traer hijos vivos al mundo y llevarlos adelante, sobre todo
en una época en la que el índice de mortalidad infantil era muy elevado.
Cuenta la tradición oral, que para que una
mujer pudiera llevar al hijo adelante era necesario hacer un rito sobre el
puente de Cernadela, en unas condiciones precisas y adecuadas.
El ritual consistía, en una ceremonia de bautismo en el vientre de la mujer. Durante el quinto o sexto mes de embarazo la preñada debía acudir a la cumbre del puente a media noche, en luna nueva, cuando las noches son oscuras. Tenía que llevar una cacerola atada con una cuerdecita para, desde arriba, poder coger el agua del río.
Era necesario llevar bastante de comer y vino
para beber. La mujer, una vez situada en el punto adecuado, era condición indispensable,
que por el puente no pasase ningún animal (perro, gato, conejo, ratón, etc.)
pues de pasar alguno la ceremonia no tendría validez, siendo totalmente nula.
Los familiares para evitar estos posibles acontecimientos debían situarse en
las entradas del puente.
También era obligada condición, una vez
situada la preñada en la cumbre del puente, encender un farol con la finalidad
de señalar la situación y que la gente supiera que había alguien allí. La
primera persona que acudiese o le coincidiera pasar en ese momento por el
puente, tendría forzosamente que bautizar a la criatura cogiendo agua del río
en el cacharro y echarla por el escote de la embarazada diciendo la frase
ritual del bautizo cristiano.
Una vez terminada la ceremonia había que comer
y beber lo que se llevara sin poder regresar a casa con ninguna sobra. Todo lo
sobrante tenía que ser tirado al río. En un porcentaje muy elevado, el padrino
del puente era convocado por los padres de la criatura para ser más tarde, el
padrino en la iglesia.
Este ritual es celebrado en diferentes puentes
de origen romano y de distintos puntos de Galicia. Pero, al parecer, ninguno de
ellos resulta tan eficaz como en el puente de Cernadela.
Recibe el nombre del puente, del barrio del
mismo apelativo, localizado en la parroquia de Riofrio, cuyo alias deriva del
latín cinerare, en alusión al terreno deforestado mediante el fuego, para
convertirlo en tierra de cultivo.
El puente de Cernadela no deja de ser un ejemplo destacado y singular de Mondariz y, por su importancia artística y representativa, se plasma en el escudo del municipio.
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