Esta iglesia románica está
considerada una de las más bellas de la provincia de Ourense. Su magnífico
estado de conservación, la ausencia de intervenciones importantes en su fábrica
y su rico repertorio iconográfico, la convierten en una pequeña joya del estilo.
La iglesia de San Pedro se halla
situada en un pequeño cerro, como si de un castro o de una fortaleza se
tratara, desde el que se divisa un extenso valle del municipio de A Merca.
Hay dos teorías que pretenden
explicar el nombre de lugar. La primera dice que proviene de un término gallego
que se refiere a una planta de la familia de las asparagáceas, debido a la
existencia de una flor así llamada en gallego, "a mesquita", propia
de la jusbarba, la llamada “barba de Júpiter” también nombrada brusco,
carrasquilla o acebo, en castellano; utilizada para sombrear cercados y evitar
el paso de los animales. La segunda habla de la existencia de un templo musulmán o mezquita, frecuentada por población mozárabe que se habría instalado en la zona al ser expulsada de algunas ciudades de Castilla, aunque esta segunda hipótesis es desechada, por la escasa presencia de estos pobladores en la zona.
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A LA DERECHA MATORRAL DE BRUSCO
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El actual oratorio, es un templo
románico de principios del siglo XIII. Se especula que había sido ocupado por
los Caballeros Templarios atraídos por lo estratégico del lugar, en pleno
Camino de Santiago (Vía de la Plata), en la ruta de entrada a Galicia desde
Castilla y cerca de la frontera con Portugal, siendo Alfonso VII quién
ordenaría su fundación. Si bien la leyenda asegura que fue el mismo diablo, con ayuda de los “Mouros”, quien construyó el edificio, tardando una sola noche en rematarlo.
El lugar perteneció al dominio
monástico de CELANOVA. Más su
origen se pierde en el siglo X, que podemos reconocer gracias a donaciones hechas
a la iglesia en el año 986, aunque la actual construcción data del año
1202.Por eso en ella podremos observar su
estilo románico de transición al gótico. Sin embargo, para algunos, la disposición de ciertos sillares que veremos más adelante, hace más que probable la existencia de un templo de origen visigodo o mozárabe, anterior.
Se trata de una iglesia de una sola nave dividida en cuatro tramos, siendo uno de ellos el presbiterio, con un ábside semicircular.
Si algo destaca sobre todo el
conjunto es su fachada, que se encuentra dividida verticalmente en tres cuerpos por medio de dos contrafuertes que enmarcan el central.
La puerta principal se abre a una catequesis medieval.
La primera
de las arquivoltas se ornamenta con una serie de arquillos ciegos dispuestos
radialmente sobre un grueso bocel. La segunda se corta en baquetón y se
completa con medias cañas y baquetillas en rosca e intradós y la tercera con motivos vegetales. Finalmente, una chambrana va a rematar el
conjunto con un ajedrezado.
Descansan a su vez sobre
tres columnas, siendo las centrales salomónicas, con capiteles ricamente
decorados.
El tímpano está ocupado por una cruz, rematando sus brazos horizontales ambas rosetas y verticalmente, en uno y otro extremo, dos cruces aparentemente patadas, probablemente una señal a su supuesto pasado templario, en cuyo centro y rodeado por un círculo, encontramos un cordero rampante que mira hacia el Norte.
A ambos lados, una inscripción y la fecha de 1713 que hacen referencia al Derecho de Refugio Sagrado, conocido también con la expresión; - acogerse a sagrado-, era una ley medieval que disfrutaba el templo, es decir dentro del mismo no se podía apresar a ningún perseguido por la justicia, pudiendo acogerse a la protección de iglesias y monasterios. Se basaba en el concepto jurídico, de que cualquier oprimido por las leyes de su país, podía ser protegido por otra autoridad, fuese civil o religiosa, que derivaba de la antigua costumbre de la hospitalidad.
Este se apoya sobre mochetas decoradas por dos fieras que vigilan la entrada
al templo, podrían ser leones, aunque ninguno de los canteros de la época había
visto alguno, estos los intentaban representar por aparecer de forma reiterada
en los textos sagrados.
El
mal lo encontramos representado en diversos lugares con diferentes formas.
Tanto en la propia fachada, como en cimacios, incluso en las
metopas y capiteles. Los de la portada,
muy deteriorados, están decorados con distintos motivos vegetales y figurados,
destacando en el lado izquierdo, el lobo devorando a otro animal, ya sea un
cordero o un conejo.
En el lado derecho,
los dos interiores van a estar historiados y parecen representar una
única escena en su conjunto. En este caso, una alegoría al pecado de la
lujuria.
El exterior muestra dos hombres, de los cuales, el colocado
en su extremo derecho está genuflexo y apoya una rodilla en el astrágalo,
descansa una mano sobre el muslo y parece tener la boca abierta, como si
cantara al compás de la música que con su fídula oval hace sonar el juglar
situado a su lado. Este músico viste larga túnica de fino paño y escote redondo
y tiene las piernas cruzadas, quizá la idea del anónimo maestro fuera
representarlo sentado, obligándole las proporciones del capitel a una posición
tan excepcional. Con la mano izquierda agarra el mástil del instrumento y, como
es habitual, apoya el extremo de su caja sonora en el rostro, si en los
anteriores casos era clara la utilización del arco en este caso parece que hace
sonar la fídula con el dedo medio de la diestra.
El capitel interior nos muestra tres figuras
desnudas. Dos de ellas femeninas, pues claramente se distinguen sus pechos, danzando
al son de la música juglaresca...
... y una masculina al fondo, que podría estar
llevándose la mano a su miembro.
Dos esculturas, típicamente románicas, decoran las enjutas sobre las arquivoltas. Ambas miran al frente, en actitud majestuosa. Una representa a San Pedro, titular de esta iglesia, fácilmente
identificable por la llave que sujeta con la mano derecha. Es una figura
barbada, firme, vestida con los ornamentos sacerdotales (túnica, estola,
manípulo, casulla y sandalias).
En
el otro extremo, una figura femenina, con velo y mostrando la palma de la mano
derecha al espectador, a la altura del pecho, y la izquierda posada sobre su
vientre. Por sus características podría ser identificada como Santa Ana, la
Virgen María o la personificación de la Iglesia (esta última como complemento a
la figura de Pedro, sin que ninguna de estas tres posibilidades se imponga a
las otras. Tiene un rostro más suave y menos serio que el
de Pedro. Se puede observar también cómo los ropajes muestran pliegues
indicando un ligero movimiento.
Una imposta que recorre los muros de
la iglesia, cortando los contrafuertes, desempeña una labor de tejaroz en la
fachada principal, reduciendo su tamaño en el resto de los muros.
En la fachada, bajo el mencionado tornalluvias, podemos observar una serie de canecillos y metopas con diversa decoración, como: motivos animales o figuras humanas en distintas
posturas. Un hombre acostado boca abajo;... y una roseta,un lobo, , ,
...una serpiente (otro símbolo del mal);...
... o un busto de hombre barbado que se asoma haciendo esfuerzo con los brazos.
A
los lados, en la parte frontal de los contrafuertes y a la altura de la
imposta, nos
encontramos con otras dos representaciones bastante castigadas por la erosión y el verdín. A la izquierda una
loba amamantando a sus lobeznos, que ha sido vinculada con la loba capitolina.
Y que también vimos representada, en la igualmente impresionante iglesia de XUNQUEIRA DE AMBÍA.
Sobre el otro contrafuerte, se representa además, un lobo sentado, de potente dentadura en boca entreabierta, teniendo entre sus patas a un cuadrúpedo, posiblemente un carnero.Sobre esta
figura, en la parte superior del contrafuerte y en su cúspide, todavía nos
vamos a encontrar con dos figuras más, que refuerzan el programa. Por un lado,
lo que parece un guerrero preparado con su lanza para recibir al enemigo; por
otro lado, y como remate del contrafuerte, un animal de grandes dimensiones (posible
dragón, significando también del mal en la iconografía románica), que asoma por
lo que parece la parte superior de un arco de medio punto. Están ambas imágenes
muy deterioradas e insuficientemente estudiadas.
Sobre
la imposta, dos nuevos elementos destacan en el conjunto. Un vano abocinado con
arquivoltas decoradas con baquetillas y ajedrezado que se apoyan sobre impostas
y columnas con capiteles vegetales.
Y sobre ella, un rosetón decorado con motivos
florales de corriente compostelana.
Corona la fachada un Agnus Dei. Resulta sorprendente en este templo, la diferencia decorativa existente entre las fachadas Norte y Sur. Muy pobre la primera y muy rica la segunda. Podríamos buscar una explicación de ello, en el hecho de que el Norte, para los creyentes, supone el fin del camino, de la vida, es decir, la muerte.
Mientras que el Sur supone Jerusalén, la vida, la alegría. De ahí la mayor riqueza decorativa de esta fachada.
En el Norte destacaremos su puerta abocinada con arquivolta decorada con bolitas. Escocias y baquetillas completan el conjunto.
Se apoya la arquivolta en dos columnas cuyos capiteles están decorados con motivos vegetales bastante maltratados por la erosión.
Destacaremos en esta fachada únicamente dos elementos más, como son: una cornisa decorada con bolitas, sostenida por canecillos con diversa decoración...
...y una sacristía de planta cuadrada anexa al ábside, construida ya en el S. XVII.
En el
hastial oriental de la nave, vemos otro Agnus Dei, en este caso sin la cruz
sobre el lomo de este. La cabecera
se compone de un tramo recto que precede a un cierre semicircular, dividido en
cinco paños mediante columnas adosadas a modo de lesenas. Este tramo
recto, al contrario de lo que se puede ver en otros muchos ejemplos del
románico gallego, va a destacar en planta y alzado, creándose, de este modo, un
escalonamiento entre la altura y la anchura de la nave, y la altura y la
anchura del ábside.
Tres tramos están
ocupados por tres ventanas completas, configuradas a partir de una arquivolta
sobre columnillas.
Resulta interesante la diversa decoración que adorna los capiteles de las columnas.
Destacando uno donde nos
encontramos con un cuadrúpedo hembra amamantando a sus crías, mientras coge a
una de ellas en sus fauces.
El pronunciado
alero se sostiene con una serie de canecillos, que van a decorarse con diversas
formas, geométricas y vegetales, excepto uno.
En el tramo
recto del muro sur, resulta curioso el tragaluz que ornamenta la parte inferior
del presbiterio, realizado en una reforma posterior, que se aprecia
perfectamente en el interior del altar, pudiera ser en el siglo XVII, cuando se
añade la sacristía.
En cuanto a
la fachada sur, la más rica en decoración y composición, se organiza en tres
tramos a partir de un sistema de contrafuertes. Una abadía, hoy desaparecida
como consecuencia de un incendio, ocupaba este lado sur, a través del cual los
religiosos accedían al templo.
El primer tramo
de los tres en que se articula la nave, va a estar, en parte, ocupado por la
torre. En los tramos restantes van a ubicarse sendos vanos completos en el
cuerpo superior y un acceso en el cuerpo inferior del sector central.
En el cimacio que se apoya en el capitel de uno de estos vanos, vemos otra clara alusión al mal. Una serpiente comiendo un pez, con lo que parece un batracio en la zona interior del cimacio.
Al igual que en su fachada Norte, la cornisa está decorada con bolitas y se apoya sobre canecillos con diversa decoración.
En el acceso
que se abre en este muro, podemos distinguir uno de los dos elementos que se
diferencian completamente de los empleados para levantar la iglesia románica y
que se especula serían reaprovechados del anterior templo prerrománico.
Sobre
la puerta podemos observar un tímpano bilobulado coronado por dovelas y apoyado
sobre mochetas. En él se representan en bajorrelieve, dos leones rampantes que
se apoyan sobre un castillo situado entre dos arcos de herradura.
Las mochetas
que sostienen el tímpano están decoradas con una gran flor y un barril.
Es el
momento de explorar el interior del templo.
Este es reflejo de la complejidad expuesta en el exterior. La nave, muy amplia y de
marcada verticalidad, se organiza a partir de dos arcos diafragma, doblados y
ligeramente apuntados, que sostienen la techumbre de madera a dos aguas.
Estos arcos
se van a sostener en gruesas columnas embutidas, con basas áticas sobre
plintos, capiteles decorados con motivos vegetales y destacados cimacios.
La decoración interior del rosetón no varía de la exterior, también con motivos florales.
La sobriedad
exterior que diferencia el muro Norte y Sur, solo es reconocible en el
interior, en sus vanos. En los abocinados del lado sur, destacan sus
cimacios adornados que descansan sobre columnas con capiteles labrados con
diversa decoración.
Mucho más simples son las lucernas que se abren en la pared norte.
El
caso contrario se da en las puertas que se abren en los muros laterales. Más sencilla es la puerta sur de acceso desde el antiguo monasterio y por la que entramos al templo.
Al contrario,
la puerta Norte presenta en el arco una bonita decoración con rosetas.
Da paso al
presbiterio, ya de menor altura, un arco apuntado que se apoya sobre columnas
con capiteles vegetales.
Está
cubierto por una bóveda de arista con un florón en su centro, cuyos nervios
parten de columnas truncadas.
La interior del
lado de la epístola esta partida, por la reforma cometida al abrir el
tragaluz.
En la basa
de la columna truncada interior del lado del evangelio, encontramos también,
una representación de la moral sexual católica. En ese caso se plantea la
condena de la fornicación y, en general, “la tendencia sexual de los laicos
frente a la castidad de los eclesiásticos”. El ábside se cubre con bóveda de cuarto de
esfera. Un pinjante en forma de florón, distintivo del gótico flamígero,
(finales siglo XIV y principios del XV), decora el centro de la bóveda, del
cual parten pequeñas baquetillas que dividen la bóveda en gajos y que se apoyan
sobre capiteles que se encuentran a la misma altura que una pequeña cornisa.
Bajo esta, se
abren los tres vanos del tramo curvo.
El
otro elemento no encaja en el contexto románico del templo, lo encontramos sobre
la puerta que da entrada a la torre.
Sobre ella podemos observar un tímpano apoyado también sobre mochetas en el cual se grabaron tres castillos y que podría pertenecer también a la iglesia anterior.
Dos
inscripciones, en ambos casos, en los sillares del muro lateral de la puerta
principal del templo, marcan un período de tiempo entre 1172 (e(ra) mccx,
aunque parece estar incompleta y se referiría a una fecha ligeramente posterior)
y 1177 o 1182 (e(ra) mccxx o mccxv) como la fase inicial de la obra.
Otras dos
inscripciones que, situadas en el primer tramo del muro norte de la nave,
muestran los años 1254 (e(ra) mcclxxxxii) y 1263 (e(ra) mccci) y se refieren a
donaciones que ayudarían a finalizar las obras en la iglesia. Estas
inscripciones de fechas, parece ser que están en función de las buenas o malas
cosechas. Según fueran éstas, se activaban o se demoraban las obras, de ahí que
aquí, "el estilo inicial de la construcción fue el románico y acabó en el
gótico".
Para
finalizar, San Pedro de A Mezquita también nos deleita con una enorme y variada riqueza
iconográfica y decorativa, como las catorce estaciones del viacrucis
recientemente restauradas.
O un antiguo
retablo alojado en la sacristía, son algunos de los tesoros acopiados en este
tempo;...
... que
gracias a D. David Diz Pumar, párroco de San Pedro de A Mezquita; pudimos
contemplar. También queremos agradecer su amabilidad y su entusiasmo,
ilustrándonos con sus conocimientos en esta espléndida iglesia..
Fue
declarada Monumento Nacional en 1931.
INFORMACIÓN
RECOGIDA DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
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