GALICIA PUEBLO A PUEBLO: XEOMIRADOIRO PENA DO LADEIRO, RIBAS DE SIL

Este es uno de los veinticuatro miradores existentes en el Geoparque Mundial de la UNESCO Montañas do Courel, territorio que abarca los límites geográficos de los ayuntamientos de FOLGOSO DO COUREL, QUIROGA y RIBAS DE SIL (enlaces a nuestras publicaciones), un escaparate perfecto para observar una parte de la historia geológica del planeta Tierra, concretamente el Paleozoico inferior y medio, y en menor medida también finales del terciario y el cuaternario, y un valioso patrimonio paisajístico dominado por valles fluviales y glaciares, que el ser humano ha sabido aprovechar desde hace más de 4.000 años. En resumen, una de las zonas más diversas a nivel geológico, del noroeste peninsular.

Este mirador, localizado a unos 430 metros de altitud, en la serpenteante carretera que va de Rairos hacia TORBEO (enlace a nuestra publicación), cuenta con dos paneles informativos que explican con detalle lo que se puede contemplar desde ese lugar, como los plegamientos representados en el relieve por la deformación de las capas de la cuarcita armoricana, dando lugar a un gran afloramiento rocoso que emerge en una ladera de la margen derecha del Sil, llamado PLEGAMIENTO DE CASTRODARES (42°27'11.3"N 7°20'24.4"W).

Estos plegamientos, según se precisa en los carteles, forman parte del sinclinal del Sil, una gran estructura que recorre el extremo sur del territorio del Geoparque y que forma parte de un conjunto de pliegues generados durante la Orogenia Varisca (380 a 280 millones de años), a finales del Paleozoico.

Además, este Geomirador es excepcional para contemplar el plegamiento de Fuluxento, la desembocadura del río Lor en el Sil y como formó un abanico aluvial del que se preservan algunos depósitos, de color rojo, que contienen oro procedente de la erosión de la cuenca alta del río Lor. La existencia de estos depósitos sedimentarios permitieron el aprovechamiento romano del oro en las Minas das Covas, Augas Mestas y Castro de Abaixo.

Afloramiento rocoso tras la aldea de Covas.

Allí, donde desemboca el río Lor, distinguimos el espinoso complejo turístico de Augas Mestas, cuya suerte de instalaciones no corre pareja al reconocimiento del valor de su entorno. También adivinamos en la espesura arbórea la espadaña de la iglesia de Santiago de Augas Mestas.