Conocido popularmente en la
zona como "monasterio de las Madres Bernardas", se trata,
además de ser, junto con el de ARMENTEIRA
(Meis)
el único monasterio cisterciense femenino aún activo en Galicia, de una de las
construcciones más interesantes del románico de la Ribeira Sacra Lucense,
distinguido con la categoría de Monumento Nacional desde el año 1975.
Paramos un
momento en Pantón
Y entramos en el patio de un
Convento. No hay nadie;
reina el silencio y la soledad.
Pio Baroja, Reportajes.
Los primeros testimonios
sobre un cenobio en Ferreira se remontan al siglo X, apareciendo documentado en
el año 924 un establecimiento monástico de carácter privado y posiblemente
dúplice ("siervos y siervas" reza el documento) regido por la Regla
de San Benito. Posteriormente aparecen de nuevo referencias sobre el monasterio
de en 1108, siendo abadesa una religiosa de nombre Ximena. Solo nueve años
después, el Conde Fernán Fernández y su esposa la Infanta Elvira, hija del
monarca Alfonso VI, donan una cuarta parte de las propiedades del monasterio a
San Pedro de Cluny. Tras un prolongado periodo de ostracismo en cuanto a
fuentes documentales, vuelve a reaparecer Santa María de Ferreira un 17 de
abril de 1175, fecha en que la Condesa Fronilda Fernández, dueña entonces de
las heredades de Ferreira de Pantón, restaura la comunidad religiosa adoptando
para ella la orden cisterciense como filial del monasterio de SANTA
MARÍA DE MEIRA. Bajo la advocación de San
Salvador y Santa María de Ferreira, el monasterio se convierte en uno de los
favoritos de la nobleza gallega para la profesión de sus hijas, siendo incluso
objeto de donaciones de carácter real, como la otorgada en 1180 por el rey
Fernando II cuando era abadesa Doña María Sánchez. Como filial de Meira permanece
con sus altibajos durante toda la Baja Edad Media hasta que, ya en el siglo
XVI, el monasterio pasa a depender de la Congregación Cisterciense de Castilla.
Desde entonces, y tras un brevísimo lapso de solo 20 años deshabitado debido a
la Desamortización de Mendizabal, el Monasterio de Santa María de Ferreira de
Pantón continúa en la actualidad activo y morado por una comunidad de madres
bernardas, siendo a día de hoy el único monasterio cisterciense femenino de
toda Galicia.
Del monasterio de Santa María de Ferreira tan solo ha sobrevivido de su primitiva obra románica la iglesia monacal, siendo el resto de dependencias anejas, incluido el potente muro que delimita los terrenos del cenobio, fruto de diferentes reformas y ampliaciones acometidas principalmente entre los siglos XVI y XVIII.
Se accede al monasterio a
través de una portada flanqueada por dos torres cilíndricas, la izquierda de
piedras de sillería perfectamente talladas, culminadas por una pequeña estatua
del Salvador a quien está consagrado el monasterio y la de la derecha de
mampostería, mucho más tosca y rematada por una figura parecida a un castillo,
con el escudo de la congregación de Castilla grabado (una banda jaqueada, un
báculo, tres flores de lis y una mitra).
En el centro del arco de
medio punto que cierra la portada se encuentra otro escudo que podría ser el
del monasterio, pues tiene el brazo con báculo, las flores de lis y una figura
femenina, coronando este una cruz de doble brazo que en su cara posterior tiene
grabado el escudo de España.
Lo primero que llama la
atención al visualizar el ábside de la iglesia, de perfecta sillería y de gran
riqueza decorativa, es, cómo fue posible que un monasterio de la Orden del
Cister presentase semejante profusión ornamental, algo totalmente contrario a los
dictados de Bernardo de Claraval. La explicación a esta circunstancia reside en
que la iglesia, empezada como era común por la cabecera, fue erigida años antes
de que la comunidad adoptase los preceptos cistercienses.
Así pues, la iglesia, tal y
como hoy la vemos, presenta una sola nave de planta rectangular que, tras tramo
recto, desemboca en un único ábside semicircular.
Desaparecida su portada
original, es precisamente el ábside donde se concentra el mayor interés del
templo en su exterior, destacando además de por su profusión ornamental, por la
solidez de su fábrica y la armonía de sus formas.
Tras el consabido tramo
recto presbiterial, el hemiciclo queda articulado en tres paños separados por
columnas adosadas de elevados plintos y cuyos capiteles, decorados con motivos
vegetales y zoomorfos, se prolongan hasta la misma altura de las cornisas.
En el centro de cada uno de
los tres paños absidiales se abre un gran ventanal perfilado por chambranas
ajedrezadas que descansan sobre columnas culminadas con capiteles en los que,
de nuevo, predominan los motivos vegetales y animales.
Hojas de agua con el nervio hendido y cobijando pomas. Cuadrúpedos dotados de largos cuellos entrelazados. |
Pareja de aves con las patas inmovilizadas por cuerdas. |
Otro de los elementos que
confieren al monasterio de Ferreira de Pantón personalidad propia es la manera
de resolverse cada uno de los citados vanos, en los cuales, el clásico remate
en arco de medio punto no se reduce solo a su parte alta, sino también a la
parte baja del mismo.
Cuadrúpedo y ave afrontados en el ángulo del soporte.Animales con las cabezas fusionadas en el ángulo del soporte y que llevan entre sus fauces a un cordero. |
Remata la cornisa absidial bajo el alero volado un interesantísimo conjunto de canecillos figurados, en el que, además de clásicas formas geométricas, se aprecian modillones, figuras grotescas, un músico tañendo un instrumento, una contorsionista e incluso animales que, recordando a una de las mochetas del vecino EIRÉ, aparecen de espaldas al espectador girando forzadamente su cabeza hasta éste.
Animal que lleva entre sus fauces a otro animal de menor tamaño. |
Se representa a un hombre sentado, vestido con una larga túnica hendida desde la cintura, que coge con su mano y aparta hacia el lado derecho. |
Muchas de las soluciones constructivas de la cabecera de Ferreira emanan de la cripta del maestro Mateo de la Catedral de Santiago y de la cabecera del monasterio de San Lorenzo de Carboeiro. La diferencia es que éstas son obras muy ambiciosas, y que esas soluciones fueron, digamos, comprimidas para adaptarlas a una iglesia más modesta. Y en cuanto al estudio escultórico, en los capiteles y canecillos de Ferreira se usaron temas innovadores en Galicia, que no se repiten en ningún otro templo de Galicia. Son motivos de origen aragonés que se encuentran en diferentes lugares a lo largo del Camino de Santiago.
Mandorla cobijando en su interior un pene. |
Muestra dos parejas de águilas afrontadas que dirigen sus picos hacia un bulto esculpido en el vértice. Éste se trataría de un fruto. |
Al interior, la nave queda
cubierta con un armazón de madera de cronología tardía, comunicándose el
espacio para fieles con la zona presbiterial mediante un monumental arco
triunfal de cuatro arquivoltas de medio punto sobre columnas acodilladas que
casi da más la sensación de una portada que de un arco fajón.
Los capiteles del arco
triunfal, realizados como en EIRÉ a partir de bloques calizos mucho más
maleables que el duro granito con que fue levantado el resto del edificio,
presentan un rico programa escultórico.
Muestra a un león, situado a la izquierda de la composición, que se enfrenta a una gacela, a la que intenta atacar con una de sus patas, que coloca sobre la cabeza de la presa. |
Muestra dos enormes grifos que flanquean a una pareja de bueyes, a los que acometen con sus garras y picos. |
El tambor absidial se cubre
mediante una bóveda de horno reforzada por nervios que culminan en la clave y
que parten de pequeñas columnas dispuestas en los espacios entre los
ventanales, decorándose todo este grupo de capiteles a base de motivos
vegetales a excepción de una graciosa cesta en la que se identifican varias
aves posadas en los ramajes de un esquemático árbol.
Por último, en los muros del
tramo recto presbiteral fueron colocados a finales del siglo XV dos
enterramientos bajo arcosolios apuntados destinados al reposo de Don Diego de Lemos, caudillo irmandiño fallecido en 1492,...
... y de Don Lope de Lemos.
... y de Don Lope de Lemos.
Además de la citada celosía
prerrománica recolocada y una pila bautismal, una de las piezas más queridas
del cenobio de Ferreira de Pantón, es una Virgen románica sedente con el Niño
en brazos, que apareció tapiada en una de las ventanas del muro norte en 1974, realizada en madera
policromada.
El resto de dependencias
monacales son fruto de reformas posmedievales, destacando el CLAUSTRO
renacentista del siglo XVI.
En uno de los laterales del claustro se conserva el sepulcro de la condesa Fronilde Fernández, dama encargada de la anexión de este monasterio a la orden del Císter en el año 1175.
La fachada principal dieciochesca tiene dos cuerpos y torre en su extremo norte, a la que se adosan las dependencias de la antigua hospedería.
En uno de los laterales del claustro se conserva el sepulcro de la condesa Fronilde Fernández, dama encargada de la anexión de este monasterio a la orden del Císter en el año 1175.
La fachada principal dieciochesca tiene dos cuerpos y torre en su extremo norte, a la que se adosan las dependencias de la antigua hospedería.
De ese siglo es el conocido como espacio "de las donas", antiguas celdas de las religiosas nobles, muy llamativo por la cantidad de chimeneas que presenta; y es que, al interior, cada una de las celdas disponía de su propia lumbre. Las monjas en el tiempo de la fundación, disponían de una criada que se ocupaba de la limpieza y de preparar la comida, permitiendo que la monja se dedicara a sus rezos sin tener que preocuparse de las cosas terrenales, la criada tenía una habitación en el piso superior de la celda donde además del dormitorio guardaba lo indispensable para la elaboración de los alimentos.
HORARIO DE VISITAS: Todos
los días de 10 horas a 13 horas y de 16 horas a 18 horas.
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