En la parroquia de Santa María de Abuime (O Saviñao-Lugo), en un lugar conocido como Campo das Mámoas, se localiza este dolmen.
El dolmen y el menhir son manifestaciones del período Megalítico, cuya cronología abarca desde el Neolítico Medio hasta la Edad de Bronce. En este periodo prehistórico, de clima cálido y lluvioso, la sedentarización paulatina de la población favorecerá el desarrollo de la agricultura y, por lo tanto, el hábitat en un territorio determinado. Próximos a esos hábitats se erigen los primeros túmulos que, al contrario que las viviendas, son construidos con materiales no perecederos para que perduren en el tiempo.
El dolmen de Abuime conserva en pie, cinco de los 10 ortóstatos graníticos de considerable altura, una sexta losa se encuentra desplazada un par de metros. Definen una planta de tres metros de diámetro, considerándose “uno de los más grandes de Galicia”.
Sus dimensiones evidencian una cámara pétrea de gran tamaño que actualmente carece de cubierta. Esta singular pieza arqueológica que estuvo desaparecida durante cerca de un siglo, fue retirada de su emplazamiento y convertida en una pila para abrevar el ganado. Su rescate solo es parcial, porque la pieza fue ahuecada y labrada y ya no sirve para restaurar el dolmen, pero al menos ahora estará expuesta en el patio del auditorio de la capital del municipio, Escairón. La piedra, de unos dos metros de longitud y cerca de 1.600 kilos de peso, se encontraba en una casa de la parroquia de Vilasante abandonada desde hace muchos años y totalmente arruinada.
De este empeño reciclador de la herencia del pasado, que hoy se calificaría como delito contra el patrimonio, quedó referencia escrita en un estudio sobre el megalitismo de la zona que publicó una nacida en Vilasante, Pura Lorenzana, junto a sus amigos Cuevillas y Fraguas. Se trataba de su trabajo de ingreso en el Seminario de Estudos Galegos; la profesora de Historia y Lengua leyó “Mámoas do Saviñao, A anta de Abuime e a necrópole do Monte da Morá” en mayo de 1930. Y entonces contó a los sabios, aquello de que la piedra del dolmen había sido trasladada a la corte de una casa en Vilasante. Lamentablemente atentados parecidos se siguen perpetrando hoy.
No podemos constatar la presencia o no de corredor ya que no se conservan la totalidad de las piezas. Estos pasillos o corredores eran propios del momento de mayor esplendor del megalitismo y enfatizaban el carácter monumental del túmulo.
Finalmente, la cámara se encontraría cubierta por una capa vegetal compuesta por tierra y piedra menuda. Es decir, su aspecto final sería una pequeña montaña de tierra definida por un diámetro de losas conocida con el nombre de mámoa.
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