"O Pedregal de Irimia", nacimiento del Miño, es un enclave
hidrográfico natural situado en la ladera oeste de la Sierra de Meira, a 3
kilómetros de la villa. "O Pedregal" es similar a un río de piedras,
de unas piedras muy grandes organizadas de forma curiosamente natural, como un
embudo.
Su extensión es de aproximadamente 700 metros originario de una morrena
cárstica del período periglaciar (entre 20.000 y 10.000 años aproximadamente),...
... al final del que encontramos un pequeño riachuelo que desembocará tras 350
kilómetros en el Océano Atlántico, después de bañar las provincias de Lugo,
Ourense y Pontevedra.
Este agua nace de numerosas fuentes repartidas a lo largo de toda la
Sierra, y en concreto, una de ellas situada en alto del Pedregal, lugar donde
el agua de todas ellas se junta, formando ya el comienzo del Miño que abastece
de agua a Meira y a toda Galicia.
Durante mucho tiempo existió una gran polémica sobre si el nacimiento del
Miño se encontraba en el Pedregal de Irimia o en la LAGUNA
DE FONMIÑÁ, en el Ayuntamiento de A Pastoriza.
"O Pedregal" es un lugar especial: majestuoso, dominante,
emocionante... Es como un arroyo de piedra, situado en alto del monte, como
vigilando todo el valle que desde él se divisa, que se extiende al pie de las
rocas.
Las rocas parece que fueran colocadas allí por una mano humana y no por
fenómenos puramente naturales. Situarse en "O Pedregal de Irimia" le
proporciona al visitante una sensación especial... de puro contacto con la
Naturaleza.
Junto al Pedregal se encuentra el ÁREA DE RECREO DE REGOLONGO para
facilitar la estancia de las numerosas personas que acuden a este lugar a disfrutar
de la Naturaleza, a comprobar que aún es posible ponerse en contacto con la
Madre Tierra en lugares tan singulares como este.
Pisar aquellas piedras, saltando de una a otra, al tiempo que se escucha
la canción del agua es uno de los grandes placeres que se debe experimentar una
vez en la vida. Más, ¿quién puso allí
aquellas piedras?
La leyenda allegada por M. Corbelle cuenta que cuando llegaron los monjes a Meira vivía por allí una vieja meiga (maga) llamada Irimia, que se negó a pagar los tributos. Los frades, entonces, decidieron expropiarla pues tenía propiedades muy apetecibles, abundantes en fuentes para dar de beber al ganado. La meiga, en venganza, decidió cortarles el abastecimiento de agua haciendo crecer grandes piedras hasta esconder las fuentes; y juró que nunca podrían beber “destas augas miñas”, y de ahí “Miño”. Y así quedó aquel lugar, con las piedras disimulando las fuentes que hacen del Miño un río mágico desde su nacimiento. Se cuenta también, que cierto día una meiga llamada Irimia, había salido a dar una vuelta por el monte en la búsqueda de piedras para defenderse de los frades del MOSTEIRO DE MEIRA. Cuando ya tenía el mandil lleno, irguió la vista y vio a cinco frades al lado. Asustada, la bruja huyó monte arriba y abrió el mandil, desparramando así las piedras que formaron el Pedregal. Una variante dice que la bruja no perdió las piedras en la huida, que se las tiró a los frades.
Otra habla de unos hombres pecadores convertidos en piedras y que
aguardan la redención de sus almas con las aguas limpias que allí nacen.
Unos dicen que fue una mujer vieja que discutía a todas horas con su
marido y en una le dijo: ¡Corre y no
mires atrás; si lo haces, te has de acordar! El hombre marchó pero no pudo
evitar girar la cabeza. La hizo buena! Y la vieja, al tiempo que reía, dijo
unas palabras espantosas. De seguido, unos pájaros enormes comenzaron a
arrojarle piedras sobre la cabeza al pobre hombre; una que le acertó en mal
sitio, le hizo tropezar y de contado, por entre las piedras, comenzó a burbujear
la sangre del lapidado.
Otros dicen que en tiempos antiguos hubo en aquel lugar un cenobio de los
frades cistercienses. El demonio les tenía envidia y maquinaba en la manera de
derribar el edificio. Una tarde de verano el cielo oscureció anunciando una
gran tormenta. Aprovechando los truenos y relámpagos, el demonio y sus ayudantes,
todos cangados con enormes piedras, se presentaron en el lugar con la intención
de echar abajo el cenobio. Los frades comenzaron a rezar, la tormenta se retiró
y entre los claros se dejó ver la figura de Bernardo de Claraval; los demos recularon
y abandonaron las piedras. En el antiguo coro del MONASTERIO
DE MEIRA había una silla decorada con una representación de este
milagro.
Lugar donde se celebra la tradicional "Gira
Campestre" el 17 de agosto como colofón de las Fiestas Patronales, donde
los vecinos se reúnen al mediodía para comer con sus invitados a la sombra de
los robles y disfrutando del campo y del ambiente festivo.
Éste también es un enclave idóneo para la iniciación al conocimiento y
comprensión básica de las riquezas histórico-artísticas y naturales de Galicia,
así como del paisaje, flora y fauna de la Sierra de Meira.
INFORMACIÓN RECOGIDA DE LOS SIGUIENTES ENLACES
Algo impresionante digno de ver y vivir naturaleza pura el sonido del agua debajo de las piedras suena romance de paz.
ResponderEliminarangela
Gracias por el comentario Angela. Un saludo.
EliminarImpresionante sencillamente I-M--P-R-E-S-I-O-N-A-N-T-E
ResponderEliminarGracias David por el comentario, nos ayuda a seguir publicando. Un saludo.
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