Son muchas las iglesias que tienen su historia,
pero quizás muy pocas las que hayan experimentado tres ubicaciones distintas. Este
es el caso del templo que hay en el pueblo de Compostela, en el Concello de
Lobios. La conocida popularmente como iglesia de Aceredo, cuenta con una rica
historia llena de vicisitudes y anécdotas. Trasladada de lugar, piedra a
piedra, en dos ocasiones (1.769 y 1.992).
Sus orígenes se remontan en la parroquia de
Manín, por lo que se le conoce como la iglesia de San Salvador de Manín, pero
la falta de feligreses hizo que fuera trasladada al pueblo de Aceredo, que era
más próspero y donde había una población católica de más de 100 seguidores, («…Fray Agustín de Eura, Obispo de Ourense,
en Santa Visita a Manín, concede sea construida una nueva iglesia en un lugar
céntrico…». La obra la realizará el maestro de cantería Domingo Alonso González
y se finalizará en 1769, con un precio total de 58 437 reales). Por medio
del monte, piedra a piedra fue llevada, quizás en carreteras, hasta este lugar
donde se erigió nuevamente sin sospechar que tras muchos años tendría que
volver a levantarse de sus cimientos. Y es que con el proyecto del embalse,
Aceredo quedaría enterrada bajo las aguas.
Recuerda Francisco Villalonga, un vecino de
Compostela, que gracias a que los vecinos hicieron fuerza y se encerraron en el
templo, la iglesia una vez más se traslada de lugar, piedra a piedra, hasta su
ubicación actual en el pueblo de Compostela. Ello ocurrió a principios de la
década de los 90. Aquí conserva casi fiel su diseño arquitectónico a excepción
del muro, que dice por problemas de espacio se modificó algo.
Pero además de
trasladarse el templo, también se hizo lo mismo con los difuntos del
cementerio. Todos los gastos que supuso esta acción fueron asumidos entonces
por la empresa portuguesa concesionaria de las obras del embalse.
La iglesia parroquial es uno de los mejores
exponentes de la arquitectura barroca de la comarca.
Su construcción, según testimonia una inscripción
en el brazo derecho del crucero, se hizo siendo abad Damián Vélez de la Llana,
en el año 1764.
La plana de la iglesia es de cruz latina con nave
única de tres tramos y crucero; el transepto emerge en altura al exterior,
cubriendo con bóveda de aristas la linterna.
La torre queda integrada en la fachada a los pies
del templo, sustituyendo aquí la base abierta por un arco de triunfo apuntado
sustentado por columnas. Las esquinas del cuerpo inferior de la torre aparecen
destacadas por pilastras pseudodóricas, marcando la balaustrada el inicio del
cuerpo de campanas, con arcos abiertos en cada frente. Como remate aparece una
linterna sobre tambor.
De gran interés es el retablo mayor, con
predominio de la escultura en relieve sobre el bulto redondo. A ambos lados del
altar se abren las puertas de la sacristía, situada tras el retablo,
esculpiéndose en ellas los relieves de Adán y Eva entre niños atlantes que
fingen sostener sobre si el peso de la estructura de madera. El sagrario se
resuelve de forma monumental.
Abierta en horario de culto. Destaca
también una sepultura plateresca de un matrimonio noble y en uno de sus
laterales se encuentra una enorme pila bautismal en la que fue bautizado el
Cardenal Quiroga Palacios.
En su ubicación original, Manín, y cerca de la
iglesia, había una NECRÓPOLIS en el monte de la Época dos Hermandiños,
por los siglos XIII y XVII en que Galicia y Portugal estaban hemanados. Durante
unos trabajos de excavaciones arqueológicas hace casi 10 años, se encontraron
restos humanos, incluso alguno en muy buen estado de conservación, cerca de la
capilla que había al lado de la iglesia y que fue lo único que se dejó como
recuerdo y señal de donde en su día se ubicaba este templo. Al conservarse tan
bien dichos restos humanos, aparentemente de una persona joven, se llevaron a
Santiago de Compostela para su estudio. También se descubrió en el lugar una
vasija con monedas. Las tumbas eran de losa de piedra, estrechas en los pies
aumentando a medida que se acercaba a la altura de la espalda.
Ahora solo queda confiar en que Compostela sea el
destino final de la iglesia de San Salvador de Manín.
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