La Torre de Caldaloba se alza sobre un otero conocido como Coto do Mato
que domina el pasaje natural que comunica la comarca de Vilalba con los ríos
Támoga y Minho, en el lugar de A Rabadá, parroquia de San Martiño do Pino.
Junto a un cartel que nos cuenta parte de su historia, nace el sendero
que va directamente hasta la torre.
Durante el trayecto, solo hay que tener
cuidado de no molestar a las abejas en sus colmenas.
En la Edad Media se levantaron la torre y los lienzos de la muralla. De
estos últimos nada queda en la práctica. Lo único que se conserva de la
fortaleza es la TORRE DEL HOMENAJE, asentada en una roca cortada a pico
por su ángulo nordeste y defendida por cuatro profundos fosos concéntricos que
aún se conservan (hoy cubiertos por la vegetación), pertenecientes a un castro
anterior.
La torre es de planta cuadrada de 10,2 metros de lado, 30 metros de
altura y 2,65 metros de grosor de muro. La parte superior de la torres estaba
coronada por almenas sobre matacanes empotrados en la fábrica
Está construida con mampostería de granito en las esquinas y pizarra muy
gruesa en el resto, planta cuadrada y cerrada por una bóveda de cañón en la
parte superior. Bóveda de la que solo es posible admirar los arranques de los
arcos, rematados en ménsulas.
El interior se organiza en altura en cuatro plantas, como se deduce de
las ménsulas y mechinales que quedan en los muros. Entre pisos habría unas
escaleras también de madera, apoyando de forjado a forjado. Toda esta
estructura interior de madera desapareció hace mucho tiempo; su hundimiento
provocó la rotura de algunas de las ménsulas.
En la fachada principal hay dos ventanas; el resto de los huecos son
saeteras.
Los documentos dicen que ya existía antes del s. XIV y entonces era de D.
Enrique Enríquez. Antes de 1423 la compró el Conde de Lemos D. Fadrique
Enríquez de Castro recibiéndola más tarde en propiedad el Mariscal Pardo de
Cela por su casamiento con doña Isabel de Castro y Osorio.
Durante el levantamiento popular de los Irmandiños, en esta fortaleza
resistieron doña Constanza y don Fernan Ares de Saavedra, hija y yerno del
Mariscal Pardo de Cela.
Luego, cuando fue decapitado frente a la CATEDRAL
DE MONDOÑEDO el Mariscal Pardo de Cela, Caldaloba fue el último reducto
donde la nobleza gallega ofreció resistencia contra la política centralizadora
de los Reyes Católicos. ¿Se rindieron? Sí, tres años después, cuando se
corrompió el agua del aljibe. El jefe enemigo, López de Haro, los esperaba. Muy
poco después fue abandonada, haciendo el tiempo su labor destructora.
Cuando el siglo XVII finalizaba pertenecía al conde de Fuensaldaña, a su
vez señor de la Merindad de Villajuán, o sea, el coto de Vilalba. Y de hecho la
fortaleza aparece en algunos documentos como «de Villaxuán».
Una curiosidad: la torre estuvo a punto de ser derribada por tratarse
(decían) de una antigüedad sin valor que cualquier día podía desplomarse sobre
el vecindario. Los profesores Santiago Huerta Fernández y Gema López
Manzanares, de la Universidad Politécnica de Madrid, llevaron a cabo obras de
estabilidad y consolidación, que fueron efectivas en su momento, pero hoy
debilitadas por haber usado madera como sistema de refuerzo, y sin
mantenimiento durante los treinta años que han pasado. Existe un evidente riesgo
de derrumbe por la proliferación de las grietas y la maleza que crece entre sus
piedras.
Lo que no consiguió el tiempo fue acabar con la LEYENDA que afirma
que existe un túnel hasta el más o menos cercano pazo homónimo. Ha sido declarada
BIC en 1994.
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