CONJUNTO MEGALÍTICO DE MONTE PENIDE, REDONDELA


El lugar de Monte Penide, también conocido como Monte Mirallo, es una pequeña cadena montañosa de escasa altura (apenas 450 m). Es característica de esta cumbre la formación de brañas, convertidas luego en lugares de nacimiento de diferentes arroyos que desembocan hacia la ría de Vigo, estando fuertemente afincadas las plantaciones de eucaliptos y pinos, aunque también se conservan grandes áreas de bosque autóctono, formado sobre todo por robles, castaños y especialmente alcornoques (especie implantada y representativa de este monte). 


Esta masa arbórea destaca además por contener y mantener un abanico amplísimo de especies animales: aves; mamíferos; reptiles y anfibios.

Pero sin duda la importancia de este lugar sorprende, por esconder en su interior importantes yacimientos arqueológicos representativos de nada menos que 4.000 años de prehistoria. 


MÁMOA DO REI
Existen diferentes rutas temáticas que discurren por sus pistas forestales, que nos irán descubriendo, dependiendo del apartado de la prehistoria que se quiera conocer, todos los yacimientos de Monte Penide. Una ruta para ver los Túmulos o Mámoas, otra para Petroglifos y otra para Castreño.

INDICACIÓN DE LA RUTA


Desde el neolítico se extiende por toda la fachada atlántica europea la tradición de enterrar a las personas difuntas en mausoleos bajo un Túmulo de tierra.



MÁMOAS 23 Y 32
Esta tradición arraigó mucho en Galicia y perduró durante un período de tiempo muy largo, desde el neolítico (4.000 AC.) hasta ya entrada la Edad del Bronce (1.500 AC.). Tienen su ejemplo megalítico más relevante en la Costa da Morte, sobre todo en VIMIANZO, donde se encuentran la mayor cantidad de sepulcros con cámara funeraria monumental.
 
PEDRA MOURA-VIMIANZO
En Monte Penide/Monte Mirallo podemos encontrar más de 40 mámoas de diferente índole y tamaño, con una concentración destacada en la Necrópolis de Chan da Cruz, conocida también por Chan das Formigas, con 36 yacimientos, pero desde aquí hacia el norte y sur se suceden las mámoas por todo el monte, en un goteo continuo que las comunica con la necrópolis de Candeán, en el Monte Vixiador de Vigo.


Estas construcciones funerarias consisten básicamente en un montículo con forma hemisférica de tierra cuidadosamente seleccionada y cribada: EL TÚMULO O MÁMOA, que suele tener en su interior una estructura hecha con grandes piedras, ortostatos, más o menos compleja: LA CÁMARA FUNERARIA


MÁMOA DO REI
 

Desde antiguo la religión de los muertos (reflejada en los túmulos) ya valoraba el reconocimiento de los solsticios. Las cámaras de las tumbas tienen casi todas, una orientación hacia el este y sureste, a la salida del sol, con toda su carga simbólica en relación con la iluminación de las cámaras funerarias y el “nuevo nacimiento”.
Cabe pensar (por lo menos para el caso de los grandes monumentos, tipo MÁMOA DO REI de la necrópolis de Chan da Cruz) que muchas de las mámoas fueran mausoleos abiertos para el enterramiento de las personas difuntas de la colectividad.




Las personas enterradas iban acompañadas de un rico ajuar, compuesto por los objetos que necesitaría el difunto o la difunta en la otra vida.

 

Se trataba casi siempre de sepulturas colectivas, pertenecientes a un grupo o familia, normalmente erigidas en las zonas de tránsito de los montes, por lo que es frecuente encontrarlas asociadas a senderos y caminos tradicionales.




Durante los años centrales del III milenio AC., los grupos de personas que habitan Monte Penide/Monte Mirallo reciben nuevas invenciones en forma de herramientas metálicas (entre otras), lo que deriva en el establecimiento de nuevas modas y nuevas relaciones sociales. El más conocido y representativo de estos cambios son los PETROGLIFOS, representaciones artísticas grabadas en las rocas.
En relación al volumen y número de representaciones, uno de los más importantes yacimientos lo encontramos en el municipio pontevedrés de Campo Lameiro, donde se sitúa el Parque del Arte Rupestre de Galicia.

ESTACIÓN 2 EN CAMPO LAMEIRO
Los petroglifos, surgen como una forma de apropiación del territorio entre las tribus y colectivos que los habitan, a mayores de toda la simbología que poseen para las personas creadoras de estas manifestaciones arqueológicas. 


ROCA DE CHAN DA CRUZ
La implantación de una casta de guerreros, originada por la metalurgia del bronce, derivará en la desaparición de las tumbas colectivas en toda Europa, se continuará en un principio con el sistema de enterramiento bajo túmulo, pero ahora con tumbas más pequeñas y cerradas para albergar a una sola persona.

En el caso de Monte Penide, podrían corresponderse con esta época las tumbas más pequeñas carentes de cámara, con cistas o con cámaras pequeñas.

Aquí, las creaciones artísticas son muy variadas, el grupo mayor es el representado por los símbolos abstractos, en forma de círculos concéntricos (conocidos comúnmente como combinaciones circulares), líneas, puntos (llamados cazoletas o “coviñas”). También encontramos laberintos y espirales, aunque estas representaciones, pese a lo que pueda parecer, no son tan comunes. Existen también zoomorfos, antropomorfos, retículas, cruces, etc.



 

Una de las características que más llama la atención sobre la investigación es su emplazamiento, representados en rocas verticales, horizontales, a ras del suelo, etc., influyendo sobre su visibilidad y localización. Para el caso de Monte Penide parece que la situación está relacionada con lugares de muy buena visibilidad y control sobre su espacio inmediato, junto a caminos y lugares de paso y orientados hacia la vista panorámica de su contorno.



CRUZ


Sobre LA ROCA DE CHAN DA CRUZ, está la gran cruz grabada que da nombre a todo este lugar. Su disposición como antigua división parroquial lleva asociada una LEYENDA que sobrecoge por su dimensión y significación.



LA CRUZ





En los caminos parroquiales que rodean este lugar se conserva la tradición de las procesiones de ánimas, la SANTA COMPAÑA. Esta procesión sale en las noches en que muere alguna persona en una de las parroquias que aquí se sitúan. Con cada procesión de almas va siempre una persona viva de la propia parroquia, delante de la comitiva de espíritus. Cuentan las historias recogidas que cuando va a salir la Compaña, cerca de la media noche, esa persona viva se yergue de la cama (antes la gente se acostaba mucho más temprano, se recogía cuándo se hacía de noche) y se dirige, como sonámbula, hasta Chan da Cruz y se sienta sobre la roca, al lado de la gran cruz grabada, aguardando a que venga la procesión de almas por el camino de su parroquia hasta este lugar. En cuanto llega, se levanta y se pone delante de la comitiva portando alguno de los elementos que tradicionalmente lleva consigo (un caldero con hisopo, una cruz…) y van caminando hasta la casa del difunto para recoger su alma.



CHAN DA CRUZ 2 - PETROGLIFOS APENAS VISIBLES


Con la invención de la fundición del hierro (implantado a partir de los siglos IX y VIII AC. en Galicia) las tendencias que ya se vislumbraban durante la Edad del Bronce se acentúan; los poblados se fortifican e se implanta plenamente una sociedad de guerreros (como queda reflejado en las esculturas de la época).

La conocida como “Cultura Castrexa del Noroeste”, se caracteriza sobre todo por su sistema de poblados conocidos cómo Castros. Situados en la mayor parte de las veces en cotos de buena defensa y control visual sobre su territorio inmediato.

En Monte Penide/Monte Mirallo se descubrieron los restos de uno de estos poblados, el conocido como CASTRO DE NEGROS.

En estos poblados encontramos las viviendas, circulares o cuadradas, de piedra y tejados de colmo (paja de los cereales) y barro, y más adelante “tégula” durante la romanización. Con una organización urbanística, que puede resultar primitiva o caótica, repartida en barrios, a veces, o unidades familiares.

Con la llegada de los romanos no decae la cultura si no todo el contrario, llega a su mayor grado de esplendor, creciendo los castros hasta convertirse casi en ciudades.

Conocían ya la fundición del hierro y dejaron una rica muestra de orfebrería. Otro de los motivos artísticos que nos dejaron fueron las conocidas como “piedras formosas”, fachadas monolíticas de edificaciones termales, a las que se les atribuye un uso religioso, más o menos llenas de relieves en forma de cordones, líneas, grecas… y complejos laberintos que caracterizan a esta cultura del hierro.

Sigue siendo un misterio el sistema que utilizaron las gentes castreñas para enterrar a sus personas difuntas, el hecho de que no aparezcan inhumaciones hace pensar en rituales de cremación o hundimiento en ríos o en el mar. La aparición de depósitos de armas en los ríos gallegos ya desde la Edad del Bronce puede apuntar hacia este sentido.

Parece que dos castros inventariados para el Ayuntamiento de Redondela (Castro de Negros y A Peneda, este último en el límite con Soutomaior), sea una cantidad muy pequeña si la comparamos con los veintitrés documentados en el ayuntamiento vecino de Vigo.

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