El lugar de Monte Penide, también conocido como Monte Mirallo, es una pequeña
cadena montañosa de escasa altura (apenas 450 m). Es característica de esta
cumbre la formación de brañas, convertidas luego en lugares de nacimiento de
diferentes arroyos que desembocan hacia la ría de Vigo, estando fuertemente
afincadas las plantaciones de eucaliptos y pinos, aunque también se conservan
grandes áreas de bosque autóctono, formado sobre todo por robles, castaños y
especialmente alcornoques (especie implantada y representativa de este monte).
Esta masa arbórea destaca además por contener y mantener un abanico amplísimo
de especies animales: aves; mamíferos; reptiles y anfibios.
Pero sin duda la importancia de este lugar sorprende, por esconder en su
interior importantes yacimientos arqueológicos representativos de nada menos
que 4.000 años de prehistoria.
Existen diferentes rutas temáticas que discurren por sus pistas forestales, que nos
irán descubriendo, dependiendo del apartado de la prehistoria que se quiera
conocer, todos los yacimientos de
Monte Penide. Una ruta para ver los Túmulos o Mámoas, otra para Petroglifos
y otra para Castreño.
INDICACIÓN DE LA RUTA |
Desde el neolítico se extiende por toda la fachada atlántica europea la
tradición de enterrar a las personas difuntas en mausoleos bajo un Túmulo de
tierra.
Esta tradición arraigó mucho en Galicia y perduró durante un período de
tiempo muy largo, desde el neolítico (4.000 AC.) hasta ya entrada la Edad del
Bronce (1.500 AC.). Tienen su ejemplo megalítico más relevante en la Costa da
Morte, sobre todo en VIMIANZO, donde se encuentran la mayor cantidad de
sepulcros con cámara funeraria monumental.
En Monte Penide/Monte Mirallo podemos encontrar más de 40 mámoas de
diferente índole y tamaño, con una concentración destacada en la Necrópolis de
Chan da Cruz, conocida también por Chan das Formigas, con 36 yacimientos, pero
desde aquí hacia el norte y sur se suceden las mámoas por todo el monte, en un
goteo continuo que las comunica con la necrópolis de Candeán, en el Monte
Vixiador de Vigo.
Estas construcciones funerarias consisten básicamente en un montículo con
forma hemisférica de tierra cuidadosamente seleccionada y cribada: EL TÚMULO
O MÁMOA, que suele tener en su interior una estructura hecha con grandes
piedras, ortostatos, más o menos compleja: LA CÁMARA FUNERARIA.
Desde antiguo la religión de los muertos (reflejada en los túmulos) ya valoraba el reconocimiento de los solsticios. Las cámaras de las tumbas tienen casi todas, una orientación hacia el este y sureste, a la salida del sol, con toda su carga simbólica en relación con la iluminación de las cámaras funerarias y el “nuevo nacimiento”.
Cabe pensar (por lo menos para el caso de los grandes monumentos, tipo MÁMOA DO REI
de la necrópolis de Chan da Cruz) que muchas de las mámoas fueran mausoleos
abiertos para el enterramiento de las personas difuntas de la colectividad.
Las personas enterradas iban acompañadas de un rico ajuar, compuesto por
los objetos que necesitaría el difunto o la difunta en la otra vida.
Se trataba casi siempre de sepulturas colectivas, pertenecientes a un
grupo o familia, normalmente erigidas en las zonas de tránsito de los montes,
por lo que es frecuente encontrarlas asociadas a senderos y caminos
tradicionales.
Durante los años centrales del III milenio AC., los grupos de personas
que habitan Monte Penide/Monte Mirallo reciben nuevas invenciones en forma de
herramientas metálicas (entre otras), lo que deriva en el establecimiento de
nuevas modas y nuevas relaciones sociales. El más conocido y representativo de
estos cambios son los PETROGLIFOS, representaciones artísticas grabadas
en las rocas.
En relación al volumen y número de representaciones, uno de los más
importantes yacimientos lo encontramos en el municipio pontevedrés de Campo
Lameiro, donde se sitúa el Parque del Arte Rupestre de Galicia.
Los petroglifos, surgen como una forma de apropiación del territorio
entre las tribus y colectivos que los habitan, a mayores de toda la simbología
que poseen para las personas creadoras de estas manifestaciones arqueológicas.
La implantación de una casta de guerreros, originada por la metalurgia
del bronce, derivará en la desaparición de las tumbas colectivas en toda
Europa, se continuará en un principio con el sistema de enterramiento bajo
túmulo, pero ahora con tumbas más pequeñas y cerradas para albergar a una sola
persona.
En el caso de Monte Penide, podrían corresponderse con esta época las
tumbas más pequeñas carentes de cámara, con cistas o con cámaras pequeñas.
Aquí, las creaciones artísticas son muy variadas, el grupo mayor es el
representado por los símbolos abstractos, en forma de círculos concéntricos
(conocidos comúnmente como combinaciones circulares), líneas, puntos (llamados
cazoletas o “coviñas”). También encontramos laberintos y espirales, aunque
estas representaciones, pese a lo que pueda parecer, no son tan comunes. Existen
también zoomorfos, antropomorfos, retículas, cruces, etc.
Una de las características que más llama la atención sobre la
investigación es su emplazamiento, representados en rocas verticales,
horizontales, a ras del suelo, etc., influyendo sobre su visibilidad y localización.
Para el caso de Monte Penide parece que la situación está relacionada con
lugares de muy buena visibilidad y control sobre su espacio inmediato, junto a
caminos y lugares de paso y orientados hacia la vista panorámica de su
contorno.
Sobre LA ROCA
DE CHAN DA CRUZ, está la gran cruz grabada que da nombre a todo este
lugar. Su disposición como antigua división parroquial lleva asociada una LEYENDA
que sobrecoge por su dimensión y significación.
En los caminos parroquiales que rodean este lugar se conserva la tradición de las procesiones de ánimas, la SANTA COMPAÑA. Esta procesión sale en las noches en que muere alguna persona en una de las parroquias que aquí se sitúan. Con cada procesión de almas va siempre una persona viva de la propia parroquia, delante de la comitiva de espíritus. Cuentan las historias recogidas que cuando va a salir la Compaña, cerca de la media noche, esa persona viva se yergue de la cama (antes la gente se acostaba mucho más temprano, se recogía cuándo se hacía de noche) y se dirige, como sonámbula, hasta Chan da Cruz y se sienta sobre la roca, al lado de la gran cruz grabada, aguardando a que venga la procesión de almas por el camino de su parroquia hasta este lugar. En cuanto llega, se levanta y se pone delante de la comitiva portando alguno de los elementos que tradicionalmente lleva consigo (un caldero con hisopo, una cruz…) y van caminando hasta la casa del difunto para recoger su alma.
Con la invención de la fundición del hierro (implantado a partir de los
siglos IX y VIII AC. en Galicia) las tendencias que ya se vislumbraban durante
la Edad del Bronce se acentúan; los poblados se fortifican e se implanta
plenamente una sociedad de guerreros (como queda reflejado en las esculturas de
la época).
La conocida como “Cultura Castrexa del Noroeste”, se caracteriza sobre
todo por su sistema de poblados conocidos cómo Castros. Situados en la mayor
parte de las veces en cotos de buena defensa y control visual sobre su
territorio inmediato.
En Monte Penide/Monte Mirallo se descubrieron los restos de uno de estos
poblados, el conocido como CASTRO DE NEGROS.
En estos poblados encontramos las viviendas, circulares o cuadradas, de
piedra y tejados de colmo (paja de los cereales) y barro, y más adelante
“tégula” durante la romanización. Con una organización urbanística, que puede
resultar primitiva o caótica, repartida en barrios, a veces, o unidades
familiares.
Con la llegada de los romanos no decae la cultura si no todo el
contrario, llega a su mayor grado de esplendor, creciendo los castros hasta
convertirse casi en ciudades.
Conocían ya la fundición del hierro y dejaron una rica muestra de
orfebrería. Otro de los motivos artísticos que nos dejaron fueron las conocidas
como “piedras formosas”, fachadas monolíticas de edificaciones termales, a las
que se les atribuye un uso religioso, más o menos llenas de relieves en forma
de cordones, líneas, grecas… y complejos laberintos que caracterizan a esta
cultura del hierro.
Sigue siendo un misterio el sistema que utilizaron las gentes castreñas
para enterrar a sus personas difuntas, el hecho de que no aparezcan
inhumaciones hace pensar en rituales de cremación o hundimiento en ríos o en el
mar. La aparición de depósitos de armas en los ríos gallegos ya desde la Edad
del Bronce puede apuntar hacia este sentido.
Parece que dos castros inventariados para el Ayuntamiento de Redondela
(Castro de Negros y A Peneda, este último en el límite con Soutomaior), sea una
cantidad muy pequeña si la comparamos con los veintitrés documentados en el
ayuntamiento vecino de Vigo.
INFORMACION RECOGIDA DEL SIGUIENTE ENLACE
VISITA OTROS
SORPRENDENTES LUGARES DEL AYUNTAMIENTO DE REDONDELA EN ESTE ENLACE.
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