La costa de Loiba constituye una auténtica
sucesión de monumentos naturales.
Es éste, el litoral más salvaje del municipio
y también el más desconocido.
El mar ha esculpido en la zona impresionantes
acantilados de filitas y esquistos, y perforó rocas, disponiendo una suerte de
cuevas conocidas como FURNAS.
La forma de estos acantilados, la pendiente que
ofrecen, así como, la orientación frente al oleaje, marcan no sólo las características
de estos, sino que de una manera primordial, el control que ejercen sobre los
seres vivos.
Dentro de este enclave declarado Zona de
Especial Protección de los Valores Naturales y Lugar de Importancia
Comunitaria, se van alternando uno tras otro extraordinarios rincones, cada
uno de ellos revelando su particular encanto.
Estos ACANTILADOS DE PICÓN son lugares en
estado puro, donde un simple y sencillo banco de madera, atesora por sus
extraordinarias vistas, la condición del mejor banco del mundo.
Desde aquí, la vista nos alcanza el extenso tramo
de accidentada e impresionante costa, que comprende desde Cabo
Ortegal,...
Nos cautivan los afilados cantiles y las casi
inaccesibles Playa Vírgenes que se abren a los pies de tan verticales paredes. Adivinamos
la PRAIA GAIVOTEIRA, por su mole rocosa agujereada caprichosamente por
las corrientes marinas.
... y
siguiendo la línea de costa se irán apareciendo la de OS CASTROS y RIBEIRA DO CARRO, al
fondo de la cual se encuentra la increíble PENA FURADA,
milagrosa obra de la naturaleza que asemeja un pórtico de la gloria en esta
catedral paradisiaca.
Ese no es el único banco que nos invita a un
momento de íntima contemplación.
El más próximo, nos enseña panorámicas
increíbles que mudan milagrosamente su paleta de colores,...
... y otro, asoma
temerario al precipicio donde pescadores de la zona construyeron un curioso
embarcadero.
Para acceder al EMBARCADERO DE PICÓN,
debemos descender por unas sinuosas escaleras con pasamanos de madera,
dibujadas en la empinada ladera del acantilado, donde las chalanas de los
pescadores eran sostenidas por roldanas, para evitar que fuesen arrastradas en
la pleamar.
Como broche final a tan inigualable espectáculo,
la PLAYA DE PICÓN al
fondo del barranco que corona la aldea.
Debido al fuerte oleaje y al viento que
la azotan, casi siempre se encuentra solitaria, además, está sometida también
al capricho de las mareas.
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