La historia de Moeche se entiende a la sombra de un castillo. La
fortaleza fue edificada por Fernán Pérez
de Andrade”O Boo”, a finales del siglo siglo XIV, como las de VILALBA
y de ANDRADE,
con el fin de contar con varios puntos de defensa en sus enormes posesiones de
la comarca eumesa. Además estas se vieron incrementadas con la incorporación de
la FORTALEZA DE NARAHÍO. De este modo, las tres formaban un triángulo
con la fortaleza de Moeche en el centro.
Posee planta poligonal, en que la parte oeste se ve defendida con un foso
excavado en la roca.
En el este está la entrada, defendida con un baluarte adherido
de planta irregular, con el fin de incrementar la capacidad defensiva y
controlar mejor el contorno.
Tiene siete sectores y dos poternas para cuidado del foso. Desde el
baluarte, atravesando la cuadrada torre del homenaje de 18 metros de altura, una de las partes
mejor conservadas y en la que aún apreciamos las almenas que la coronaban, se
accede el patio de armas, al que vierten las cuatro estancias que, junto con la
torre, conforman el Castillo.
En una de ellas se conserva una escalera
helicoidal de cantería que permite el acceso al paso de ronda. Está construido
con espesos muros de mampostería, con los pavimentos de graba y hierba. En el
interior de una de las estancias aún se conserva una bóveda y en el exterior, tres
escudos de armas (de la casa de Osorio, de los Enríquez y de Valcárcel), y pequeñas
ventanas con arcos de medio punto.
El castillo fue uno de los protagonistas de la revuelta de los Irmandiños,
vasallos oprimidos que se levantaron en armas, y que llevaron a Nuno Freire de Andrade a huir al CASTILLO DE ANDRADE (Pontedeume).
Finalmente los irmandiños serían vencidos. Este hecho histórico se celebra
anualmente con el nombre de FESTIVAL IRMANDIÑO (en
la tercera semana de agosto), con el cual se pretende «conmemorar y
reivindicar, con un carácter festivo, el movimiento Irmandiño, con sus
características de unión y defensa de los intereses populares». El asalto
simbólico al castillo se hace a la noche, armados los asaltantes con fachos,
mientras el público sigue los actos entre otros elementos típicos de las
romerías: sardiñada, música y danza.
Hasta finales del siglo pasado a construcción se conservó en buen estado,
momento en la que la duquesa de Alba, heredera de los
condados de Lemos y Andrade, puso a subasta, indicando en el documento “que se ponía
a la venta como piedra de montón". Por suerte esa operación no se llevó a
cabo, aunque mucha piedra fue arrancada del castillo, y este perdió muchos de
sus elementos constructivos como muros, almenas, tejados o pasadizos.
A la sombra de él permanecen multitud de iglesias, ermitas, castros,
hórreos, pazos, muiños y lugares para el ocio en la naturaleza dentro de las
cinco parroquias, que son un sello indiscutible de la historia de este pueblo.
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