El jardín de San Carlos fue construido en el siglo XIV, como fortificación defensiva fuera de las murallas, quedando unido a la ciudad en el XVI.
Poco a poco fue perdiendo importancia como baluarte o "Fortaleza vieja" y tras estallar el polvorín que contenía en el siglo XVII, fue abandonado, hasta que ya en el siglo XVIII fue recuperado como jardín por Carlos F. de Croix.
Al lado izquierdo de la puerta principal de entrada al recinto se conserva el escudo de armas del marqués de Croix, el cual fue capitán general de Galicia, a mediados del siglo XVIII.
En el lado derecho, una tarjeta también de piedra con unos versos, hoy casi ilegibles, realizados por un infeliz presidiario, cuyas aun legibles frases dicen:¿Pulchrum ne opus? Pulchrum ¡ magna arsm! nulla mirere, quibus cuncta pravé , en probe factum opus: Genere compedibus, ad moenia saxo levaré,prodigium legis, preconiumque Croix.
El aspecto actual se debe al gobernador Francisco de Mazarredo en 1834 y presenta la característica de jardín romántico.
Al lado izquierdo de la puerta principal de entrada al recinto se conserva el escudo de armas del marqués de Croix, el cual fue capitán general de Galicia, a mediados del siglo XVIII.
En el lado derecho, una tarjeta también de piedra con unos versos, hoy casi ilegibles, realizados por un infeliz presidiario, cuyas aun legibles frases dicen:¿Pulchrum ne opus? Pulchrum ¡ magna arsm! nulla mirere, quibus cuncta pravé , en probe factum opus: Genere compedibus, ad moenia saxo levaré,prodigium legis, preconiumque Croix.
El aspecto actual se debe al gobernador Francisco de Mazarredo en 1834 y presenta la característica de jardín romántico.
El jardín destaca por su privilegiada situación, desde la que se observa, gracias a su MIRADOR, todo el puerto de A Coruña,...
...el CASTILLO DE SAN ANTÓN, hoy convertido en museo arqueológico,...
... o el lienzo de la muralla donde se asentaban los cañones que defendían la ciudad.
Y sobre todo, por la TUMBA situada en el centro del recinto. Un sepulcro planteado como MONUMENTO FUNERARIO del general escocés Sir John Moore, que había manifestado su deseo de ser enterrado en el lugar del campo de batalla donde cayera; pereciendo en la BATALLA DE ELVIÑA de 1809, luchando mientras defendía el embarco del ejército inglés,...
...asediado por las tropas napoleónicas del general Soult; que mando forjar un monolito, como reconocimiento a su apreciado contrincante y con el tiempo, será donde hoy reposaran sus restos.
Numerosas
especies de árboles tanto autóctonos como exóticos están presentes en el
jardín, hasta un esqueje del árbol de la casa donde vivía Moore en Cobham cerca de
Londres, todo adornado con setos de boj, del que destacan los gigantescos olmos centenarios,
siendo la única olmeda protegida de Galicia incluida en el Catálogo de ÁRBORES
SENLLEIRAS.
También hay
placas homenaje a los 172 hombres y oficiales de la Armada Real Inglesa que
murieron en el naufragio del buque "Serpent" en A Costa da norte, cerca de
Cabo Vilán el 10 de noviembre de 1890 y que están enterrados en
el CEMENTERIO DE LOS INGLESES en CAMARIÑAS
Otra lápida
a la entrada del jardín, en la pared de la izquierda, en la que el general
inglés Lord Wellington dirigió una proclama al ejército en el
Cuartel General de Lesaca el 4 de septiembre de 1813 tras
la Batalla de San Marcial del 31
de agosto de ese mismo año, recordada en San Carlos, con la que elogiaba
al ejército que él mismo mandaba: «Españoles: dedicaos a imitar a los
inimitables gallegos», decía Wellington.
Aquí es en
donde da inicio la vieja leyenda urbana de su pertenencia a la corona británica,
que carece de sentido oficial. Pues bajo este monumento, se enterraron varias mujeres de ascendencia británica, así como al menos un oficial del ejército inglés y un niño de corta edad. El último enterramiento se lleva a efecto sobre el año de 1830.
El
Ayuntamiento, a propuesta del entonces alcalde Manuel Casas, acordó
colocar el 14
de julio de 1927 una
losa situada en la pared del mirador, que recogen un fragmento del poema
que Rosalía de Castro dedico a Sir John
Moore,
en gallego y en inglés, que se titula "En la tumba del
General Sir John Moore", que íntegro dice:
¡Cuán lejos,
cuánto, de las oscuras nieblas,
de
los verdes pinos, las fervientes olas
que
nacer lo vieron!... de los paternos lares,
del
cielo de la patria que lo alumbró mimoso,
de
los lugares, ¡ay! por él queridos, ¡cuán lejos!...
vino
a caer, bajo enemigo golpe
para
no levantarse nunca más, ¡cuitado!
¡Morir
así en playas extranjeras,
morir
tan joven, abandonar la vida
no
harto todavía de vivir y ansiando
gozar
del fruto que cultivado hubiera!
¡Y
en lugar de las hojas del laurel altivo
que
del héroe coronan la viril cabeza,
bajar
hasta la tumba silenciosa y muda!...
¡Oh
blancos cisnes de las britanas islas,
oh
arboledas que bordeáis, galanas,
los
mansos ríos, las riberas verdes,
y
los frescos campos donde John corriera!...
Si
a vosotros, un amargo gemido quejumbroso
llegó
de aquel que en el postrer aliento
os
dijo ¡adiós! con amorosas ansias
volviendo
hacia vosotros el pensamiento último,
que
de su mente se escapaba, inerme,
¡con
qué pesar, con qué dolor sin nombre
con
qué extrañeza sin igual diríais
también
¡adiós¡ al que tan lejos, tanto,
de
la patria, solo, hasta la eternidad bajaba!
Y
el gran sillón, la colgadura inmóvil
del
para siempre abandonado lecho;
la
fría ceniza del hogar sin lumbre,
la
blanda alfombra que leal conserva
del
pie del muerto una señal visible,
el
perro que al amo ausente aguarda
y
lo busca errante por los yermos caminos,
las
crecidas yerbas de la alameda oscura
por
donde antaño él se solazaba,
el
siempre idéntico murmullo de la fuente
en
que al atardecer sentar solía...
¡Cómo
hablarían sin parar de Moore,
con
su callado, afligido lenguaje,
los
ojos, ay, de quienes le lloraban!
¡Ya
nunca más, ya nunca más, oh triste,
ha
de volver donde por él aguardan!
Partió
valiente, a combatir con gloria.
¡Partió,
partió!..., y no volvió, pues la muerte
le
segó allá en campos extranjeros,
cual
flor que cae donde su simiente
no
encuentra tierra en la que echar raíces.
Lejos
caíste, pobre John, de la tumba
donde
con los tuyos descansar pensaste.
En
tierra extraña tus restos aún duermen
y
aquellos que te amaron y de ti se acuerdan,
al
mirar las olas del velado Océano,
dolientes
dirán, en sus playas nativas:
- ¡Allá
está él, tras ese mar bravío;
allá
quedó, quizás, quizás por siempre;
tumba
adonde nadie va a llorar cobija
las
amadas cenizas que nosotros perdimos!...
Y
los tristes vientos y las calladas brisas
que
los muertos aman si apartados duermen
del
solar patrio, a refrescarte vienen
en
las cálidas noches de verano y traen
para
ti en las alas cariñosas quejas,
blandos
suspiros, amorosos ecos,
alguna
lágrima sin enjugar, que moja
la
seca piedra del mausoleo frío,
de
tu país algún perfume agreste.
¡Pero
qué hermosa y sin igual morada
le
cupo en suerte a tus mortales restos!...
¡Quisiera
Dios que para ti no fuera
noble
extranjero habitación ajena!...
Pues
no hay poeta, ensoñador espíritu,
no
puede haberlo, que al ver en el otoño
la mar de seca amarillenta hoja
que
con amor tu mausoleo guarda;
contemplando
en las frescas mañanas
del
mes de Mayo las sonrosadas luces
que
alegres siempre a visitarte vienen,
no
exclame: "¡Ojalá cuando muera, pudiera yo
dormir
en paz en tal jardín florido,
cerca
del mar... del cementerio lejos!..."
Pues
jamás oyes, Moore,
llantos
amargos, quejumbrosos rezos,
ni
los otros muertos a convocarte vienen,
para
que con ellos en la callada noche
la
incierta danza de los sepulcros bailes.
Tan
sólo el dulce aliento del brote que se abre,
de
la flor que esboza su último adiós,
travieso
rebullir, infantil risa
de
hermosos niños que a esconderse vienen
sin
sentir miedo tras del sepulcro blanco.
Y
alguna vez, ¡muchas quizás¡, suspiros
de
ardiente amor que el viento lleva dónde
sábelo
Dios... por sin igual compaña
dichoso
tienes en la postrera estancia.
¡Y
el mar, el mar, el mar bravío que ruge
cual
ruge aquel que te arrulló en la cuna,
vive
a tu lado, viene a besar las piedras
de
un suelo amante que con amor te guarda,
y
alrededor de ti deja crecer las rosas!
¡Descansa en paz, descansa en paz, oh, Moore!
Y
vosotros que le amáis, de vuestro honor celosos,
hijos
de Albión, quedad tranquilos.
Hidalga
tierra es esta tierra nuestra -tanto
como
Dios la quiso hacer hermosa-, bien sabe
honrar
a quien honra merece,
y
honrado así, cual mereció, fue Moore.
No
está solo en su tumba: un pueblo
con
su respeto compasivo vela
por
el extraño a quien traidora muerte
alejado
mantuvo de los suyos, y a otros
vino
a solicitar postrer asilo.
Cuando
del mar atraveséis las ondas
y
a vuestro hermano a visitar vengáis,
aplicad
al sepulcro el cariñoso oído,
y
si sentís removerse las cenizas
y
si escucháis indefinibles voces
y
si entendéis lo que esas voces dicen,
vuestra
alma sentirá consuelo.
¡Él
os dirá que alrededor del mundo
tumba
mejor que la que halló no hallara
excepto
el amoroso abrazo de los suyos!
Rosalía de Castro
El jardín está cercado por un muro de contención de fábrica mixta de mampostería ciclópea y de sillería, ambas tratadas con rellenos de unión, y remate superior de mampostería.
En la actual
muralla del Jardín de San Carlos, también se encuentra la portada original del antiguo HOSPITAL DE SAN ANDRÉS, trasladada,
reconstruida y restaurada sobre la muralla medieval, unida a los jardines.
Acomodaron a los jardines en los años 50 del siglo XX, el edificio de la sede del Archivo del Reino de Galicia. El archivo histórico más importante de la comunidad Gallega.
La entrada
desde ese inmueble se topaba de frente con uno de los ocho parterres que había
y se decidió suprimir uno para crear una línea recta accesible desde la calle
San Carlos hasta la tumba del oficial inglés, rodeada por las lanzas de forja
de Juan de
Ciórraga.
Y así quedó desde entonces.
Ese jardín
es el más antiguo de la ciudad, una zona creada en el siglo XVIII y gestionada
por el Ayuntamiento desde 1865.
A modo de torre
mirador circular, con garita, se sitúa una moderna escultura del malogrado general escoces.
Como todo
jardín romántico que se precie, al de
San Carlos, el fantasma de Lady Stanhope le confiere ese aire de misterio. 20 años después de la muerte de Lady Hester Stanhope (1776-1839), Murguía escribía
sobre el fantasma de la elegante mujer que rondaba la tumba de Moore cada 16 de
enero.
Hester Stanhope era una aristócrata
aventurera inglesa, hija del político inglés Lord Charles Stanhope y Lady Hester
Pitt. Tuvo una relación amorosa con el héroe británico Sir John Moore hasta que
éste cayó en la batalla de Elviña, en A Coruña, el 16 de enero de 1809. Desde
entonces conservó un guante ensangrentado de su amado, hasta el fin de sus días.
Cuenta la leyenda que, cada 16 de enero, el espíritu de Lady Hester Stanhope vaga por este jardín en busca de su amante.
Frente al jardín, se encuentra el lugar donde nació el culpable de la existencia de este blog, el hospital “Abente y Lago” que como
tal, es el más antiguo de los hospitales que integran el actual CHAC.
Se construye en el Campo del Espíritu Santo en 1626 e inicia su actividad con el nombre de Hospital del Rey para prestar asistencia a las tropas militares asentadas en A Coruña. Se componía de un solo cuerpo con dos plantas, paralelo a las murallas de la ciudad.
Foto de la página: https://mariadarwin.blogspot.com/2016/04/la-coruna-antigua.html |
Estaba rodeado
por el Hospital del Buen Suceso, la Capilla del Espíritu Santo y el Polvorín, hoy,
jardín de San Carlos.
Capilla del Buen Suceso, actual Hospital Abente y Lago.1927. https://deandanzasyrelatos.files.wordpress.com/2020/01/1927-capilla-de-buen-suceso-21.jpg |
¡Disfrutad
de este enclave que tantos recuerdos nos trae a nosotros!
INFORMACIÓN RECOGIDA DE LOS
SIGUIENTES ENLACES:
MURALLAS
Y JARDÍN DE SAN CARLOS DE LA CIUDAD DE A CORUÑA (pdf)
VISITA OTROS SORPRENDENTES LUGARES DEL MUNICIPIO DE A CORUÑA EN ESTE ENLACE, CON UN MAPA PARA LLEGAR A CADA UNO DE ELLOS.
Excelente reportaje. Un abrazo...
ResponderEliminarMuchísimas gracias, e igualmente!
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