Son tempranas las noticias sobre esta feligresía, ya que en ella se
encontraba la granja de Maial, que formaba parte de los bienes con los que San Pedro de Mezonzo dotó
al monasterio que fundó en su parroquia natal.
Esta hacienda había sido adquirida por el prelado a una tal doña Guncia o
Gundia y a su marido Menendo Verterian, de Betanzos. Según Martínez SanTirso,
doña Guncia fundó en San Pedro de Oza, una iglesia en la que se les dió
sepultura, y un hijo suyo, Vimaro, se la donó al obispo Pedro de Mezonzo.
Se ignora la fecha de fundación del monasterio de San Pedro de Oza dos
Ríos, pero en 1155 Bermudo Pérez,
hijo de Pedro Froilaz,
Conde de Traba, y su esposa la infanta doña Urraca, hija del
conde don Enrique,
realizaron una donación al monasterio de Sobrado, y entre los confirmantes
aparece Suarius, abad de San Pedro de Oza.
Consta de una nave, con techumbre de madera a dos aguas, y un ábside
rectangular muy profundo que se cubre con bóveda de cañón apuntada, muy elevada,
y al que se adosó por el norte una sacristía.
En el arco que da paso al presbiterio, los capiteles se caracterizan por
una decoración estilizada, casi geométrica y muy tosca.
Sobre el arco de acceso al presbiterio aparece un pequeño óculo sin
decoración.
En el muro norte de la nave, hacia el presbiterio, se conservan restos de
pinturas murales del segundo tercio del siglo XVI. Aunque su conservación es
muy precaria, se distinguen una composición, técnica y dibujo bien cuidados.
Por el exterior, el edificio acusa la pervivencia de un juego de
volúmenes vinculado a la tradición románica, pero los elementos que aparecen
decorados responden a la estética gótica.
Tal es el caso de la ventana del
testero del ábside, rematada por dos arquivoltas ligeramente apuntadas, fechada
alrededor del segundo cuarto del siglo XIII.
Sin embargo, la pieza más antigua y que cobra más relevancia, es el
dintel de la puerta norte. En él se talló un semicírculo a modo de tímpano que presenta
en el centro una gran cruz flanqueada por lo que parecen dos flores, la
izquierda de seis pétalos y la derecha de doce.
La presencia de las dos rosáceas que flanquean a la cruz podrían estar en
relación con la representación del sol y la luna, en clara alusión a que Cristo
es principio y fin de todas las cosas, aunque el motivo floral también se
vincula con algún simbolismo sacrificial y triunfal en el arte paleocristiano y
en el románico, o incluso se consideraría una alegoría del jardín místico. De
hecho, también aparecen acompañando a la figura del Cordero Místico en tímpanos
de otras iglesias coruñesas, como es el caso de la puerta lateral norte de
Santiago de A Coruña.
Esta pieza que corona la puerta septentrional de San Pedro de Oza dos
Ríos tiene gran importancia porque en las enjutas se conserva una inscripción,
algo borrosa en algunos puntos, que se ha leído de la siguiente forma:
SVARIUS ERA : T : C :
ABBAS LVIIII
FECIT ET Q(VOTUM)
MEM IIII ID(V)S
ORIA F(E)RB(VARII)
La traducción sería: el abad Suario hizo esta memoria en la era milésima centésima
quincuagésima nona en la fecha del cuatro de los Idus de febrero; es decir, el
26 de febrero del año 1121. Tal vez el abad podría ser el Suarius, que aparece confirmando
la donación de Bermudo Pérez a Sobrado en 1155.
Esta pieza descansa sobre las jambas a través de dos mochetas que tienen
sobre las nacelas sendos rollos. Éstas, junto con los canecillos que sostienen
los aleros de la nave, ninguno de ellos figurado, son góticos: con perfil de
bisel, o de nacela sin adornos o con rollos, pomas o flores cuadripétalas.
INFORMACIÓN RECOGIDA EN EL SIGUIENTE ENLACE
ARTE ROMÁNICO EN EL GOLFO ÁRTABRO Y EL ORIENTE CORUÑÉS (pdf)
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