En la capital municipal, dentro del huerto del monasterio, se encuentra
edificado un oratorio cuyo pequeño tamaño no es proporcional con la importancia
de esta joya arquitectónica, único monumento altomedieval español, que conserva
su fábrica original desde que se construyó en el s. X.
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Se trata de la CAPILLA MOZÁRABE DE SAN MIGUEL DE CELANOVA, que según consta en un documento de
principios del siglo XI, fue construida en el año 940 por San Rosendo (Rudesindus Guterri, obispo de Mondoñedo y virrey de Galicia), en
memoria de su hermano Froila.
Sucedió que, hallándose San Rosendo en oración en el Monasterio de Caaveiro, le reveló el Señor que era su voluntad que fundase un gran monasterio
en el lugar de Villare (hoy Celanova), en terrenos del patrimonio paterno
cedidos por su hermano el conde Froila, lugar donde había construida tan sólo
una antigua iglesia dedicada a San Martín.
Esta capilla forma parte de un conjunto de edificaciones pertenecientes
al primitivo Monasterio, y que según se cree, servía para alojar a los monjes
que estuvieran de paso en él, (hospitiolium).
Además de ser la única que conserva su traza original, es también la
iglesia mozárabe de menor tamaño que se conoce, pues mide 8,5 metros de largo,
3,85m de ancho, por unos 6 m. de alto, ocupando unos 22 metros cuadrados.
El cuerpo central de planta cuadrada que sobresale al exterior en forma
de crucero posee contrafuertes prismáticos, ventanitas en cada uno de sus lados
y tejado a cuatro aguas.
Llama poderosamente la atención la amplitud del voladizo a base de anchas losas de granito sustentadas por bellos modillones de ocho rollos, decorados con ruedas de radios curvos y rosetas de seis pétalos, similares a los de Santiago de Peñalba (León).
Construida con perfectos sillares de granito, consta de tres cuerpos
alineados, (nave, crucero y ábside), comunicados por llamativos arcos de
herradura.
El ábside, cuyo acceso se encuentra enmarcado con el característico alfiz
musulmán, forma un círculo casi circular de 1'35 m de diámetro, pequeñísimo
espacio que configura un "sancta sanctorum", recordándonos al mihrab
o las capillas orientadas a la Meca en las mezquitas musulmanas.
Dispone de una única puerta al exterior en el muro del atrio del costado
sur, siendo regla habitual de las iglesias mozárabes, situarla en este mismo
costado pero en el cuerpo central.
Esta sencilla entrada, tiene una inscripción
en latín sobre el dintel que hace mención a Froila.
"Tú, oh Dios, creído autor de esta obra. Tú, oh Cristo, borra los pecados a todo los que aquí oren.
La presente memoria recomienda a Froila, tu indigno siervo, quien desea y te
conjura, oh bien amado que esto lees, para que
hagas memoria de mí, pecador, en la oración sagrada."
En esta magnífica obra declarada Monumento Nacional en 1923, las
influencias del arte califal de la mezquita cordobesa son muy evidentes,
influjos tal vez manifiestos, por la presencia en la noble familia de San
Rosendo, de un gran número de siervos de origen moro "servus
mourarum", algunos de los cuales ejercieron distintos oficios en Celanova,
llegando incluso a integrarse en la comunidad monástica.
Pese a su antigüedad, sólo en fechas recientes se reparó en un curioso
detalle. Fue en el año 1997 cuando el historiador local Xosé Benito Reza dio a
conocer el singular “fenómeno” lumínico que tiene lugar en los meses de marzo y
septiembre, coincidiendo con el equinoccio.
A los pies de este oratorio hay un OUTEIRO (piedra sagrada con peldaños
tallados en la roca y en su extremo superior también cuenta con un espacio
definido para ofrendas), que se encuentra alineado con la ventana saetera del
ábside de la capilla y con el punto de salida del sol en los equinoccios de
primavera y otoño, tras salvar el monte de San Cibrao, que alberga una
concentración megalítica, creando un efecto lumínico bellísimo y sorprendente.
El historiador leonés David Gustavo López en un libro publicado recientemente,
expone una fascinante teoría, los últimos Priscilianistas “El enigma solar de
Santiago de Peñalba y San Miguel de Celanova”, dos recintos cristianos
hermanados por una arquitectura oculta, pues en el oratorio berciano se produce
un efecto luminoso durante el solsticio de invierno.
San Miguel de Celanova y Peñalba son «los últimos recintos sagrados de un
cristianismo heliolátrico, fundados, curiosamente, por hombres que fueron
sabios y santos».
En varios documentos relevantes de Peñalba aparece, junto a la firma del
Obispo Salomón fundador de este, las de San Rosendo y su hermano el Conde
Froilán, todos ellos emparentados con la monarquía leonesa (Ramiro II).
La belleza de lo diminuto en este significativo y extraordinario
monumento, nos quedará para siempre impresa en la memoria.
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